Capítulo 3 - Día de lluvia

827 66 18
                                    


Tras dudar un instante, agarró el gran bolso con sus pertenencias y ambas se dirigieron a paso rápido a la pequeña casa de madera que estaba a escasos metros. Cuando entraron, Carol sintió incomodidad, pues no era el mejor lugar para resguardarse. La casa estaba desordenada y sucia. En el suelo había numerosos papeles, cartones de pizza y polvo, además de varias latas vacías distribuida por todo la estancia.

La sala estar estaba formado por un sillón y una mesa de madera. Además, había bastantes goteras, por esta razón había recipientes en medio de la sala de estar en los lugares dónde se precipitaba el agua. De hecho, aquel hombre se dedicó a vaciar todos aquéllos que estaban demasiado llenos para soportar más cantidad de agua. Carol cerró la puerta tras de sí, mientras observaba la situación, mientras su hija se abrazó a ella asustada.

El hombre quién se dedicaba a situar otro cubo en otra gotera, levantó la vista a ambas, quienes seguían al lado de la puerta. Al ver sus rostros, el arquero habló.

‒Está hecho una mierda‒ habló Daryl reconociendo el desastre, disculpándose. Carol levantó la vista y mostró una pequeña sonrisa ante su disculpa.

‒Gracias por permitir que estemos aquí.

A pesar de que no era el mejor lugar para resguardarse, no quería molestar a ese hombre con su presencia, pero agradecía el esfuerzo. Él les había invitado a pasar para que no se quedaran en el coche, pero entendía que él tampoco debía estar cómodo dejando entrar a dos personas desconocidas a su casa.

Carol sabía que quizá debía haber sido más previsora, e incluso tener miedo por estar en casa de un hombre totalmente desconocido. Estaban a miles de kilómetros de cualquier otra casa o del centro urbano. Podían estar en peligro por estar allí. De hecho, les había apuntado con un arma al inicio. Sin embargo, no tenía miedo. Podía haber negado su invitación a entrar, pero no lo hizo.

Había algo en su mirada que le transmitía seguridad. Era cierto que todo su entorno le había dicho que era bastante ingenua. Su familia se quejaba de que solía pensar bien de todos. Quizá ésta debía ser una situación que debía ser más precavida y poner distancia, pero algo en su interior le decía que podía confiar en ese hombre.

Por su parte, Daryl las observó en la puerta de la casa e intuía que ellas no se atrevían a adentrarse más. Él estaba habituado a ese desorden pero entendía que ellas no. Vio la mirada que le dedicaba la niña a él, y notaba que había cierto toque de miedo. Desgraciadamente, a eso también estaba acostumbrado. Sin embargo, en la madre había algo diferente en sus ojos, aunque había miedo, no era hacia él.

Daryl supo que había hecho bien en dejarlas entrar en casa, sabía que se hubiera sentido intranquilo, si las hubiera dejado encerradas en aquel coche en medio del bosque. Pero sobre todo, cuando los amigos de Steve podrían aparecer en el momento menos oportuno. Y si esto ocurría, ellas no saldrían bien paradas.

Pero sobre todo, cuanto había visto el rostro de la mujer y su hija, supo que no se trataba de nadie del entorno de Steve o de su hermano. Desde que era pequeño, había vivido en entornos de drogas, alcohol y violencia. Tantos años conviviendo con personas 'malas', sabía distinguir de las personas buenas o malas.

A pesar de que ese moratón que llevaba esa mujer en el ojo pudiese indicar lo contrario, estaba seguro que eran buenas personas. Sin embargo, a pesar de que pudieran ser buenas personas, sabía que eso no era sinónimo a que le tratara bien. Normalmente, las personas buenas solían alejarse de él debido al miedo, pues le trataban como un chico malo y por esta razón no solía llevarse bien con éstas personas.

‒Soy Carol‒ se presentó la mujer, para quitar la tensión evidente ‒y ella es mi hija Sophia‒ Daryl le observó al mismo tiempo que dejaba otro recipiente para las goteras, haciendo una mueca con la cabeza, antes de presentarse.

El destino nos encontró (Caryl fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora