Capítulo 2

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Mindy

–Tu padre debe de ser un muy buen panadero, ¿verdad ricura?... ¡Porque se nota que hace unos deliciosos bizcochos!

Esa había sido la peor idiotez que jamás había escuchado en mi vida.

–¡Jódete imbécil!– le dije mostrándole mi tercer dedo y el marrano estaba tan borracho que ni siquiera se fijó y de un momento a otro ya está vomitándole los pies a una chica que pasa a su lado.

Eso es repugnantemente asqueroso.

Sigo avanzando entre la multitud, la música suena por todos lados, luces rojas salen de una enorme casa, autos por todas direcciones y no veo a nadie conocido. Llegué hasta la entrada de la enorme casa, que más bien parece una maldita mansión. Un jardín perfectamente podado, una fuente estilo victoriana justo en el centro dando lugar para que se puedan estacionar vehículos alrededor. Altas y anchas puertas de madera, toda la casa relucía de una losa beige a juego con los grandes ventanales.

Esta gente parecía estar forrada hasta los ojos de dinero.

Me quedo viendo el mensaje en mi celular que hace poco me envió Vanessa; y si, ésta era la dirección correcta. Maldita zorra con suerte.

Me había enviado el mensaje de texto, pidiendo que nos reunamos en este sitio, después de que "Santi" llegara a recogerla al trabajo. Aun no entiendo cómo le había hecho para conseguirse así de fácil a ese bombón.

–¿Así que sólo somos tú y yo?– no sé quién diablos me habla.

–¿Ah?– me giro sobre mi hombro para ver de quién es esa voz tan gruesa y familiar...

Genial, Santiago. ¿No le bastaba con haberme humillado hoy en el local? Me había llamado Cerda anoréxica frente a los clientes. Ahora Hann no podía caminar por su culpa.

–Te olvidas de Vanessa– le digo aún viéndolo sobre mi hombro, no tengo ganas de verlo a la cara y que se burle nuevamente de mí.

–No creo que Vanessa venga hoy.

–¿Por qué no?– le digo ahora con la vista al frente ignorándolo.

Volteo de reojo y puedo verlo encogerse de hombros tratando de restarle importancia. –No sé, me canceló a última hora.

–Entonces será mejor que me vaya– le digo caminando de vuelta.

Ellos llevaban saliendo una semana justo hoy hace 7 días. Me siento toda una paranoica por llevar las cuentas, pero aún no podía asimilarlo, siempre era yo la que le dejaba las sobras a ella.

–Hmmm. Creo que eso no va ser posible– me dice y me importa un carajo lo que diga.

Sigo mi camino de vuelta tratando de abrirme paso entre el montón de gente. –¡Suerte!– me grita cuando pase a su lado buscando una salida.

Estoy cerca de la hermosa fuente y una mano se posa sobre mi hombro apretando con fuerza.

–Miiiilllyyyy... ehhh... perdooonn. Min...die...ta. Sí. Miiindieeetaa– odio mi nombre y odio más cuando él lo dice así.

Ese es Hann. Y al parecer está borracho. Creí que no podría venir hoy después de haberle atestado mi puño en su entrepierna... como había venido haciendo desde que ese idiota engreído de Santiago apareció en el local.

–¿Qué haces aquí?– Le pregunto, ya que al parecer ni siquiera sabe que está diciendo.

–Yooo...– dice señalándose y con su delgado cuerpo balanceándose de un lado a otro. –Siiii ¡tú!– lo señalé de vuelta.

My Own Soul © (Editando) #Wattys2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora