Capitulo 8 - El infierno

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Faye estaba desangrándose, las heridas que aquella arma le habían proporcionado por alguna razón no dejaba que su piel cicatrice.

Stephen estaba al otro lado de la habitación jugando con sus dedos, sentía un sudor frio recorrer por su cabeza.

—William, ella morirá... ¡Haz algo!

William se había pasado horas mirando a el fuego de la chimenea, estaba inundando su memoria en esas llamas.

William era un niño como todos, hasta el día que las brujas DeverClade llegaron a su vida.

Una de las torturas más comunes era echar a los niños a el fuego esperando a que ellos mismos salgan, con su magia. Algunos no lo lograban hacer sin embargo William era uno de los que si logro pasar la prueba mas traumante de su vida.

Y después de pasar una prueba venían las demás que eran más atroces que la anterior pero así fue la vida de William.

Ante las quejas de Stephen, William regreso de sus pensamientos y lo miro fríamente, tal y como se sentía.

— ¿Dijiste algo? —interrogo con una media sonrisa, se acerco a el de forma intimidante mirándolo.

—Sí, dije que debes dejarla... está muriendo se va a desangrar y no tendrás con que persuadir a el vampiro para que te de la cura.

Stephen tenía razón no podía simplemente matar a Faye, ella y su ex novia era lo único que tenia para tener a Adam justo donde lo quería.

—Bien —dijo cortante mientras se acerco a Faye. Extendió su mano y miro fijamente las heridas, estas comenzaron a cerrarse rápidamente y la sangre de Faye parecía tener un efecto de reversa ya que volvió a su cuerpo.

Faye abrió sus ojos lentamente e hizo una mueca de dolor al sentir las sogas en todas sus extremidades incluido su cuello.

Maddie comenzó a empacar lo más rápido que pudo, sabía que ya no podrían protegerla más. Estaba poniéndolos en un peligro inminente.

Adam entro a su habitación y la vio detenidamente.

— ¿Qué diablos haces? —la miro mal, molesto.

—Que parece que hago, me voy. Por mi culpa está pasando todo esto y lo peor es que nunca lo pedí.

—Nadie lo pidió, yo tampoco pedí nada de lo que ha pasado en mi vida, sin embargo aquí estoy.

—Estas en peligro, Adam entiéndelo.

El peli castaño tomo las mejillas de Maddison entre sus manos y la acerco a el. Sentía como aquella respiración que alguna vez amo en Haley ahora ella la poseía.

La chica estaba con la mirada en sus ojos, estaba paralizada. No podía diferenciar si era la cercanía de Adam o todo lo que había pasado.

La pequeña Emilie apareció recargada en el marco de la habitación, tenía una manzana en sus pálidas manos, comió de ella y rio leve.

—Vaya, eso de el amor en tiempos de guerra es lo mas romántico de siempre.

Adam se separo delicadamente de Maddison sintiendo una desazón completa, pero agradecía que Emilie los hubiera interrumpido.

—Emilie... sabes donde esta Faye — inquirió Maddie

La rubia empezó a comer de su manzana nuevamente y asintió repetidas veces.

—Se donde esta, pero ahora el problema es saber cómo llegar.

Adam frunció el ceño totalmente desconcertado.

— ¿A qué te refieres?

—Bueno, no está aquí en la tierra —los mira detenidamente a ambos — está en el infierno.

—Necesitaremos una puerta entonces — murmuro Maddison saliendo de la habitación.

Emilie y Adam la siguieron. Luego se miraron entre ellos desconcertados al ver lo que estaba haciendo.

— ¿Qué haces?— murmuro Adam, fue el primero en hablar.

Madisson estaba liberando una aura de color carmín de entre sus manos, formando un círculo.

—Descuida, encontraremos a Faye mas pronto de lo que piensas.

La rubia parecía segura de lo que estaba haciendo pero realmente no lo estaba dentro de ella todo era un manojo de nervios pero al menos tenía que intentarlo, Faye había cuidado de ella.

De un momento a otro los tres se vieron envueltos por esta Aura que los tele transportó a una habitación bastante empolvada tenia la apariencia de una bodega.

—Bien, ¿Qué es esto? —murmuro Emilie mientras hizo aparecer una vela entre sus pálidas manos.

La habitación era de madera, el piso crujía con las pisadas de los jóvenes que solo atinaban a dar un par de pasos.

La vista de Maddison se detuvo en un librero que tenia telarañas entre los libros, uno llamo su atención tenia la cobertura de oro o algo parecido, lo tomo entre sus manos y lo empezó a hojear las hojas eran pesadas y tenían los bordes con demasiado filo.

Las hojas eran de un material que ella desconocía, la escritura estaba hecha a mano. Lo empezó a leer lo más rápido que podía hasta que sus ojos se quedaron en un nombre. "Chuck", este nombre aparecía en todos las hojas en la parte baja como si estuviera escrito por él.

Mientras tanto Adam buscaba una puerta, no pensaba quedarse en el polvoroso lugar, se quedo mirando a una silueta que los miraba desde la ventana, le arrebato de la vela a Emilie. La rubia solo chasqueo la lengua.

Al acercar la luz de la vela por la ventana no logro ver nada, afuera parecía ser el mismo vacio.

Unos tacones resonaron en la habitación, todos se giraron hacia el sonido. Se encontraron con una chica de cabello corto, castaño de piel pálida.

—No deberían estar aquí —dijo sonriendo — Cuando el los vea se enojara.

Después de decir esto se acerco a Adam, soplo la vela y luego chasqueo los dedos haciendo que las luces se encendieran.

Emilie estaba todo el tiempo con el ceño fruncido no sabía quien era ella, pero podía sentir esa esencia que cada demonio tiene.

— ¿Quién eres? —Emilie espeto algo molesta, fue la primera en hablar.

—Soy Astoria —la mira de pies a cabeza — ¿Tu eres un demonio?

Astoria no pensaba que aquella joven de inocente rostro podría ser un demonio, parecía inofensiva.

—Sí lo es —contesto Adam en vez de Emilie — ¿podrías decirnos dónde estamos?

Astoria asintió, realmente no tendría porque ocultárselos, aunque no entendía cómo es que habían llegado allí.

—En el infierno —sonríe— pero no cualquiera, este es el inferno de Chuck Barnes o al menos el que le fue designado.

Maddison ahora lo entendía, Faye estuvo pensando todo el tiempo en Chuck es por eso que fueron llevados allí. 

DEVOTAMENTE   ENAMORADO DE TIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora