Debes besarme

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Así como solía despertar de mis sueños enigmáticos, mis ojos se abrieron, dejándole paso a las sábanas blancas que ocultaban mi rostro de la luz matutina. Miré hacia uno de los lados, y comencé a recorrer la cama con las manos, esperando encontrarme con mi teléfono. En vez de eso, la sensación cálida que chocó contra mis dedos, rebotó en mi cuerpo como si fuera electricidad. Levanté el pedazo de tela que me tapaba y esa sublime piel descubierta en su totalidad, se presentaba ante mis ojos. La electricidad no se detuvo y me llevó a mover las manos más allá, explorando la espalda de aquel hombre que parecía dormido a mi lado. La punta de mis dedos comenzó a trazar figuras, deteniéndose en cada uno de esos pequeños puntos que parecían desparramados como las estrellas en el cielo. Esperaba que con mis movimientos, esa misma sensación de cosquilleos se transportara a su cuerpo, pero nada sucedía. Su figura yacía todavía inmóvil.

Comencé a sentir molestia. Mis dedos presionaron su piel con más fuerza y las figuras se fueron acrecentando, siendo algo nada parecido a tiernas caricias. Soltaba aire por la nariz como si fuera un toro embravecido, pero ninguna de esas acciones inmutaba el sueño de aquel hombre.

Decidí levantarme de la cama y buscar alguna cosa con la que hacerle cosquillas. Hice una revisión de la habitación pero nada parecía ser adecuado para molestarlo lo suficiente y lograr que se despertara. Decidí ir a la cocina. Para cuando volví, sonriendo maliciosamente, con una cuchara en las manos, la cama estaba ya vacía. Mis ojos se abrieron como platos y comencé a caminar por el cuarto, buscándolo como a esa media que nunca puedes encontrar. Fui hacia el baño, esperando que estuviera allí, pero al abrir la puerta también encontré desolación.

Caminé hacia la sala, la cocina e incluso fui hasta el jardín, donde la vecina que limpiaba la vereda hizo una aparición estelar. Fingí una sonrisa y la saludé con la mano, para luego volver rápidamente dentro del apartamento.

El silencio que había quedado dentro de esas cuatro paredes, era espantoso. Me metí debajo de las sábanas nuevamente y comencé a hacer berrinches como si fuera una niña. Pataleaba y movía mis brazos pareciendo ahogarme en ese mar blanco, hasta que la sensación helada de una cuchara contra mi mejilla me hizo salir despegada de la cama. Me encontré pegada a la tersa piel del pecho de ese hombre que minutos atrás parecía medio muerto. Su rostro portaba esa misma sonrisa maliciosa que yo tenía antes y luego dejó paso a una risa que hizo eco en mis oídos, casi generándome éxtasis. Suspiré aliviada, mientras esperaba que mis latidos recobraran su ritmo habitual. Rodeé su cintura con ambos brazos y apoyé mi frente en el amplio mármol de su torso.

Comenzó a mecerse hacia ambos lados, pretendiendo una danza desconocida. Tarareaba una melodía también desconocida. Generaba en mi interior una sensación desconocida. Alcé mi rostro para encontrarme con el suyo y recibí la bendición de sus labios impactando mi frente, con una delicadeza semejante a la de la brisa.

Los pensamientos no dejaban de aflorar, junto con la realización de que aquello no era más que un sueño. Otras veces ni siquiera tenía el tiempo para darme cuenta de que el final de la fantasía se acercaba, pero esa vez, la figura de aquel hombre, se fue desvaneciendo como humo frente a mis ojos. Mis brazos permanecieron formando un agarre que ahora, no contenía nada.

-Ana, tienes que acomodar los papeles de la oficina antes de irte.

¿Por qué no? Al fin y al cabo nunca tuve vida propia, ni estaba planeando tenerla.

Parecía como si el jefe de la tienda tuviera una predilección por mí a la hora de pensar a cuál de los empleados esclavizar los viernes. No pedía nada más que poder volver a casa temprano, donde mi mamá me esperaba con alguna de sus recetas sacadas de la televisión. Desde aquella vez que salimos a almorzar juntas, aparecía todas las mañanas con alguna canción atorada en la cabeza, que luego terminaba contagiándome; me despertaba con los chismes de sus vecinas y luego preparaba el desayuno tarareando esa infame melodía.

In my dreams [ImJaebum]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora