Tres Pilares.

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Lilith despertó en un lugar oscuro y lleno de humedad, su cabeza dolía y se sentía muy débil, sus recuerdos estaban borrosos, recordaba haber salido a comprar algunas cosas para la cena, unos sujetos con atuendos raros y su mamá gritando ─ ¿dónde carajo estoy? ─ susurró para sí misma, le costó ponerse de pie, intentó correr, pero una cadena atada a su tobillo derecho se lo impedía.

─ Al fin despertaste ─ resonó una voz frente a ella, la oscuridad era tan abrumadora que le impedía localizar de dónde provenía ─ ¿tuviste buenos sueños?

─ ¿Quién eres? ─ volteaba hacia todos lados, pero no podía ver más allá de su nariz ─ ¿qué es esto? ¿Dónde estoy?

─ Muchas preguntas ─ la voz se hizo un poco más fuerte, lo cual le indicó que se acercaba el extraño hasta un punto en que sintió su aliento en su oído ─ solo tienes que cooperar, Lilith Gates.

─ ¿Cómo sabes mi nombre? ─ Un sudor frío recorrió la espalda de Lilith.

─ Porque te he estado observando ─ sonó un chasqueo y unas antorchas que había en el lugar se encendieron inmediatamente, la repentina luz dejó ciega a Lilith por unos segundos, cuando sus ojos se acostumbraron a la luz pudo ver a quien le había estado hablando: un hombre albino, con los ojos de un color no humano, totalmente rojos, sin iris, y unas extrañas líneas del mismo color bajando por su cuello y brazos, vestía un traje color gris claro y camisa negra, su extraña mirada se convirtió en algo más perturbador cuando un intento de sonrisa se asomó por las comisuras de su boca ─ intentamos hacer esto de la manera más sencilla y pacífica posible, pero tu actitud no ayudó en nada.

─ ¿Y qué esperabas que hiciera? ─ se jaloneó de la cadena y ésta tomó un extraño brillo espectral, lo cual hizo que un dolor punzante subiera desde su tobillo hasta la cadera, decidió hincar la rodilla en el suelo y esperara a que aquél calambre pasara ─ ustedes me atacaron primero.

─ No, solo intentaban dialogar contigo, quiero que te unas a mi causa ─ el hombre caminaba de un lado a otro.

─ ¿Sí? ─ Lilith se levantó cojeando un poco ─ ¿y cuál es "tu causa"?

─ Déjame contarte un pequeño cuento ─ se acercó a ella ─ hace algunos años, cuando los humanos comenzaban a florecer en este mundo, nosotros los observábamos, los veíamos crecer, extenderse en distintas regiones... Una plaga de criaturas toscas y primitivas ─ un gesto de desprecio se asomó en su cara ─ Dime, Lilith... ¿te gusta pasar desapercibida entre todas estas... bestias primitivas?

─ ¿Bestias primitivas? ─ Lilith dio un paso atrás.

─ Son bestias, hacen guerra por falsos dioses, se exterminan a sí mismos, se odian unos a otros. Se destruyen lentamente.

─ Y tú no eres tan diferente a ellos, ustedes van por ahí secuestrando gente inocente ─ miraba atentamente a aquél hombre.

─ Estamos reclutando compañeros... Y mano de obra.

─ ¿Y cuál de los dos soy yo?

─ Eres de las más valiosas ─ la miró fijamente con una sonrisa extraña.

El salón era un lugar amplio, donde tenían veintidós celdas continuas y un amplio lugar de reunión, era ahí dónde metían a los nuevos reclutas, era más parecido a una mazmorra que a un "salón", no llegaba ni un rastro de la luz del sol y los únicos sonidos eran los de pasos, puertas abriéndose y cerrándose, y durante los últimos tres días el sonido de un niño berreante había inundado todo el ambiente.

─ Scott... ¿Escuchaste eso? ─ El hilo de voz provenía de su compañero de la celda de al lado.

─ Un niño, lleva llorando todo el tiempo desde que llegó ─ Scott era un chico de diecinueve años, cuerpo atlético, cabello rojizo, piel blanca y unas cuantas pecas cubrían sus mejillas, había llegado ahí hacía dos semanas. ─ Parece que solo se calla cuando duerme, y cuando come.

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⏰ Última actualización: Jul 17, 2019 ⏰

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