Ausencia

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Nunca hubiera podido imaginar que una ausencia ocupara tanto espacio. Mucho más que una presencia – Ana María Matute

Pasaron los días y ese extraño suceso se repetía y empeoraba aún más, ya que estando despierta sucedía, podía pasar del parque de Tabletki a su cuarto de siempre en cuestión de segundos. Lo que le producía a Sylvia una gran confusión e inseguridad, si a esto le sumábamos el hecho de que Dominik parecía haber desaparecido de faz de la tierra desde su charla en el faro, se podía decir que Sylvia ya no se sentía en casa.

Todo parecía distinto, desde sus habitantes hasta sus estructuras, todo parecía mas falso. Para colmo los demás ángeles caídos, parecían no registrarla por lo que ella no podía pedir respuestas. La falsedad de los productos no era todo, sino que había sitios a los que ella solía acudir que para su mente eran irreconocibles. Se sentía perdida y sola.

Esta situación era un enorme peso pera el alma destruida de Sylvia, la ausencia de su "único amigo" era como una piedra que ella arrastraba día a día. En esos días ni ella misma se entendía, era muy difícil entender el porque algo tan pequeño como la ausencia temporal de una amistad podía lastimarla. Dominik parecía ser una extensión mas de su cuerpo, sin él, ella perdía toda cordura, lo que la llevaba a la pregunta de ¿Por qué?, porque ese acontecimiento le afectaba tanto, eran dos personas distintas que se conocían hace poco, por lo que no hallaba ninguna repuesta lógica. Lo peor era que no solo afectaba a su cuerpo sino también a su ser.

Hubo unas cuantas semanas así, más específicamente seis semanas, seis semanas en las cuales Sylvia no sabia que era falso y que era real, no sabia que sentía, si decepción, miedo o tristeza, simplemente no lo sabía, pero aun así ella seguía intentando rehacer su vida en ese supuesto paraíso. Un día, ella fue a la sala central para su comida de siempre, mientras estaba concentrada en su plato de hamburguesa y papas fritas, alguien se sentó con ella, levanto su mirada y solo vio una sombra que le hablo:

- Al fin te vuelvo a ver Sylvia, ha pasado un tiempo – rio.

- ¿Tú quién eres? – dijo mareada y con la vista desenfocada.

- Soy Dominik, tu amigo – su rostro se volvió preocupado, por que sabia que tarde o temprano ella iba a saber la verdad.

- ¿Quién? – balbuceo y se desmayó, cayendo así de su banca.

Estuvo un rato así, al abrir los ojos se encontró en su cama de siempre, miro a su alrededor, solo había oscuridad, pero pudo divisar sobre su mesa de noche un frasco de pastillas, ella las tomo. Sus ojos volvieron a cerrarse, al despertar se vio enfrentada a Dominik, quien le estaba golpeando suavemente el rostro para que reaccionara, se encontraban en la sala central y todos estaban observando la escena. Enderezo su cuerpo con jaqueca hasta sentarse y pregunto:

- ¿Qué paso?

- Te desmayaste Sylvia.

- ¿Qué?

- Lo que escuchas. Estabas almorzando, te salude y te desmayaste.

- ¿De verdad?

- Así es. ¿Estas durmiendo bien?

- Si.

- Venga, déjame ayudarte a ponerte de pie – agarro su cintura, puso su brazo sobre su cuello y la puso de pie - ¿Puedes caminar?

- Si, gracias.

- ¡De acuerdo muchachos termino el show! ¡Vuelvan a sus despectivos asientos y continúen comiendo! – dijo para el grupo.

Se sentaron y siguieron el almuerzo. El resto del día, esa extraña sensación que ella tenia no apareció, lo que fue un enorme alivio. Sin embargo, seguía en duda el motivo por el cual ella se había desmayado de esa forma.  

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