Y DE REPENTE TÚ

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Abrí la puerta.   Allí estaba ella.  Tan guapa que dolía.   Me hice a un lado y  pasó al salón.  La seguí.


- ¿Qué tal estás?   -preguntó-.   Estaba muy nerviosa y se frotaba las manos inconscientemente.  Quería mirarme, pero le costaba mantener sus ojos en los míos.   Estaba guapísima,  quizás más delgada de lo que la recordaba, pero igualmente deliciosa.  Mi cabeza iba a mil por hora.  Ahí la tenía,  por fin y ni siquiera sabía si lanzarme a sus brazos o pedirle que se fuera.  Estaba muy enfadada. Mucho.  Pero también seguía muy enamorada.  Mucho. Mis entrañas bullían y mi corazón amenazaba con salírseme por la boca de tan desbocado como latía.

-¿Cómo te encuentras tú?   -dije en un patético intento de que mi voz sonara despreocupada.

-Bien.  Acabo de llegar de Vancouver    -contestó levantando la vista hacia mí.  El azul de sus ojos me golpeó la vida  y todo mi interior se hizo líquido,  inconsistente.  Yo ya no era nadie.  Ya no era nada,  absorbida por el abrasador escrutinio de su mirada.

-¿Vancouver?   ¿Qué hacías en Vancouver?    (¿Qué hacía ella en Vancouver?)

- Estaba acabando el rodaje de una película.   Hace tres meses me la ofrecieron y cuando me enteré de que habías alargado tu estancia en Tanzania decidí aceptar.  Tenía que mantenerme ocupada    ( ¿Yo muriéndome por dentro y ella grabando un filme?    Mi corazón golpeaba en mis sienes. Estaba empezando a dolerme la cabeza   ¿Tan poco le importaba yo?  ¿Ya había seguido adelante con su vida?   No Dios, dime que no ha venido a dejarme definitivamente... No, por favor.  Va a hacerlo.  ¿En Vancouver?  ¿Desde hace tres meses?   Si  quisiera haber vuelto conmigo habría ido a buscarme,  ¿no?   Tic-tac-tic-tac.   Sístole-diástole-sístole-diástole. Contracción-dilatación-contracción-dilatación...  debía recordarle a mi corazón cual era su trabajo,  porque estaba segura de que él también se había quedado paralizado. ¿Iba a dejarme?) 


En ese momento mi niña apareció arrastrando su monito de peluche.  Nuestra conversación la había despertado.  Me dirigí hacia ella,  la tomé de la mano y medio dormida como estaba, la devolví a su habitación.  La arropé,  le di un beso y me senté al borde de su cama mientras ella sostenía mi mano.  Se durmió casi de inmediato.  Cuando volví al salón, Clarke paseaba nerviosa de un lado a otro de la habitación.  Me miró y pude ver desesperación en sus ojos. Yo seguía enfadada, creo. Y fui cruel, creo.


-¿Te has traído a alguien de Tanzania?    -me dijo con gesto desencajado.

-Es  evidente que sí...  (Clarke se derrumbó en el sillón)

-Lo tengo bien merecido,  por haber sido tan egoísta,  por ser tan estúpida.  Tenía que haber ido detrás de ti,  a buscarte hasta el fin del mundo si hubiera sido necesario.  Pero fui una tonta, me dije que era mejor curarme del todo,  me dije que era mejor estar totalmente bien para ti.  Sí que soy imbécil.   Convierto tu vida  durante dos  años en un auténtico infierno,  te echo de mi lado y en seis meses no te busco... Cómo he podido ser tan boba   –sujetaba su cabeza entre sus manos y la movía de un lado a otro negando-.   Cómo pude ser tan ingenua de pensar que me perdonarías sin más, que me  esperarías,    Qué imbécil he sido...  Y ahora tú has conocido a alguien... ¿La quieres?

-Más  que a mi vida (Le respondí sin querer aclarar el equívoco. Sabía que Clarke pensaba que yo tenía una historia con la madre de la niña y que no se imaginaba que yo me refería a la pequeñaja)

PASE LO QUE PASE, ESTO ES. (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora