Capitulo 20: Probado, probando

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    El mismo sueño. Otra vez. Sólo que, en esta ocasión, más real que nunca. Estaba en el bosque, a oscuras, sujetaba a una mujer entre los brazos, la besaba, la acariciaba... pero, como siempre, no podía ver su cara, ni hablarle.

La mujer iba alejándose en la densidad de la niebla, ella intentaba seguirla, pero no lograba moverse... y terminaba despertando sudorosa, con el corazón agitado.

____ encendió la lamparita de noche, se mezo el cabello y miró el reloj; eran las cuatro de la mañana y sabía que no conseguiría volver a dormirse.

Respiró profundamente y fue a la cocina, donde puso la cafetera a calentar. Sabía que la mujer no era Lauren, pero estaba segura de que se debía a la marcha de ésta a la semana siguiente. La noche anterior, recordó con frustración, mientras tomaba un helado con ella y con Daniel, había mencionado Londres varias veces.., para comunicarle con sutileza que su tiempo juntas se estaba agotando.

Abrió un cajón de la cocina, extrajo una cajita de terciopelo negro y la mano le tembló al sacar el anillo de diamante que había en su interior. El estómago le calambreó.

Le iba a pedir que se casara con ella. Ya había preparado una cena romántica, con velas, en una mesa del restaurante Four Winds. Hasta había reservado una suite, para celebrar que ella aceptaba...

¿Y si la rechazaba?, ¿y si de veras se marchaba con Daniel? Había llegado a encariñarse del pequeño más de lo que jamás había imaginado. Los quería a los dos, como nunca había querido nada en la vida.

Ella lo había cambiado todo. Hasta su encuentro con Lauren, siempre había estado contenta con quién era ella y con lo que hacía; había disfrutado de cada segundo de cada día... pero ahora estaba obsesionada con ella, sentía palpitares que ninguna otra mujer le había despertado nunca.

Miró el anillo unos segundos, lo metió en la caja y la cerró. Ese día tenía que ir al colegio de Daniel para hablar de su trabajo... aunque no fuera su madre.

¿Cómo reaccionaría él si le dijera que quería ser su segunda mama, casarse con Lauren y pasar el resto de sus vidas los tres juntos?


Exhaló un largo suspiró, restituyó la cajita a su cajón, se sirvió una taza de café bien fuerte y comenzó a prepararse para el día más importante de su vida.

____:¿Cómo estoy?

Lauren:¿Me estás pidiendo un piropo? —replicó Lauren mientras le alisaba las solapas de la chaqueta.

Estaban en el salón de actos del colegio de Daniel. Lauren ya había hablado de su trabajo como periodista y escritora, así como habían intervenido un bibliotecario y una doctora en otorrinolaringología. En esos momentos había un contable durmiendo a los chiquillos. La señorita Henderson había reservado a _____ para el final y Lauren sabía que era un acierto.

____:¿No me das un beso de buena suerte?- preguntó ella con tono sensual.

Lauren:Hay niños delante. Compórtate —le reprochó Lauren.

____:¿Qué te parece, entonces, si vienes a mi casa después?

Lauren:Tengo que llevar a mi padre al médico a las once y luego he quedado con Dinah para comer.

____:Sólo son las diez. Tenemos tiempo para...

Henderson:¡_____ Smith! —Irrumpió la voz de la señorita Henderson—. Tu turno, ____. Los chicos están ansiosos por verte —añadió, al tiempo que la desnudaba con la mirada.

Lauren prefirió no pensar en todas las mujeres en las que _____ se fijaría cuando ella se hubiera ido. Ya le costaba mucho separarse de ella, de modo que no tenía sentido atormentarse imaginándosela con otras.

Henderson:Lauren —la llamó la señorita Henderson—, estamos grabando las intervenciones de todos para tener un recuerdo de este encuentro. ¿Te importa darle a grabar después de que presente a ____?

Lauren:En absoluto —Lauren sonrió y tomó el grabador de la señorita Henderson mientras ésta se llevaba a ____ del brazo.

Henderson:Muy bien, chicos. Prestad atención un momento. Daniel Jauregui le ha pedido a una amiga muy especial que esté con nosotros hoy, así que tenéis que portaros muy bien mientras está hablando —les pidió la señorita Henderson—. ¿Podéis darle los buenos días al señora Smith?

Xx:Buenos días, señora Smith —corearon unas doscientas vocecillas mientras _____ se acercaba al micrófono. Cuando se llevó una mano a la oreja y dijo que no oía bien, los niños gritaron alto, y cuando _____ se llevó las manos al pecho y dio unos traspiés hacia atrás adrede, todos se echaron a reír.

Era de esperar, pensó Lauren mientras ponía el grabador en funcionamiento. Acostumbrado a tratar con los medios de comunicación durante tantos años, era lógico que supiera ganarse la simpatía de un público mucho más receptivo.

Luego pasó a contar cómo pasó de disfrutar montando en moto a dedicarse al motociclismo profesionalmente, e indicó que el dinero no debía ser el principal motivo para elegir un trabajo, sino que éste te gustara, para pasarlo bien y que nunca se tuviera la sensación de estar trabajando.

Lauren se acercó al borde del escenario para localizar a Daniel, el cual tenía una sonrisa de oreja a oreja y no se perdía una sola palabra de su adorada _____.

Cerró los ojos para que no se le saltaran las lágrimas y lamentó lo mucho que iba a hacer sufrir a Daniel cuando lo separara de su madre....

Desde el día del viaje en moto, sabía que tenía que contarle a ____ la verdad. Tal vez no volviera a hablarle y renegara de Daniel, pero éstos se merecían una oportunidad. Fueran cuales fueran las consecuencias, eran ellos los que tenían que tomar sus propias decisiones.

Por cobardía, había decidido esperar hasta el último día; pero al ver a _____ hablando con los niños, saludando a Daniel con una mano y a éste devolviéndole el saludo emocionado, comprendió que no podía esperar tanto.

Mientras, ella hablaba sobre la importancia de ir al colegio y de la educación.

Lauren se alejó unos metros. No podía hacerle frente en ese instante; necesitaba un poco de tiempo para pensar y encontrar las palabras adecuadas... Y rezó porque de veras las encontrara.

______ aceleró justo antes de entrar en el aparcamiento de su taller. Luego hizo un caballito y después hizo tres ochos con la moto, hasta detenerla justo donde quería estacionaria.

Estaba contentísimo. Al fin y al cabo, acababa de salir airosa de su primera intervención como mama en el colegio de Daniel, y estaba a punto de pedirle a la mujer a la que amaba que se casara con ella. Miró el reloj e imprecó en silencio al ver que sólo eran las once menos cuarto de la mañana. Tenía mesa reservada para cenar a las ocho, y no recogería a Lauren hasta las siete y cuarenta y cinco. ¿Qué diablos iba a hacer durante nueve horas? Entonces se le ocurrió acercarse a la montaña, donde tal vez hallara la quietud suficiente como para serenarse.

Pero no, no podía ir a la montaña, comprendió resignada mientras se quitaba el casco; después de haber llevado allí a Lauren, no dejaría de pensar en ella.

Se puso a dar vueltas con ansiedad por el taller, echó un vistazo a un motor en el que había estado trabajando el día anterior, fue a su despacho y maldijo al comprobar que tenía diez mensajes en el contestador automático.

De acuerdo: adelantaría algo de papeleo, haría un par de llamadas para matar el tiempo. Cuando ya iba a descolgar el teléfono, notó que el casete que la profesora de Daniel le había dado seguía en el bolsillo de su camisa. Lo sacó, lo colocó en el estéreo... y se quedó helada:

Xx:Probando, probando...

Se giró despacio y miró hacia su equipo estéreo desconcertada. ¿Se había equivocado de cinta? Dos segundos después, oyó la voz de la señorita Henderson y luego la suya propia al saludar a los chicos. Luego no se había equivocado...

Rebobinó, subió el volumen y volvió a pulsar la tecla de reproducir: era tina voz suave, delicada, sexy... ¿La de Lauren?.

La señorita Henderson le había dado la cinta a ella para que grabara su intervención, recordó _____. Y ella misma la había visto probar si la grabadora funcionaba...

Volvió a escucharla, cerró los ojos y nuevamente la escuchó.

Sintió un escalofrío, un calambrazo que le recorrió la espalda y la levantó de la silla como un resorte. Fue al dormitorio, manoteó dentro de una caja que guardaba bajo la cama, repleta de fotos, medallas y objetos para el recuerdo, y, cuando por fin encontró el casete que buscaba, lo agarró, regresó con él al despacho y lo introdujo en la pletina del equipo:

Xx:Probando, probando...

Miró las dos cintas con el ceño fruncido. Eran idénticas, sonaban igual, sólo un poco más temblorosa la voz de la cinta antigua.

¿Qué demonios estaba pasando?

Cierto que todo el mundo decía probando, probando al iniciar una grabación; pero las voces de la dama misteriosa y de Lauren eran iguales... como si fueran la misma mujer.

Se quedó perpleja y, segundos después, descolgó el teléfono.

El taller de ____ estaba en silencio cuando Lauren entró una hora después. Ni ruido de motores ni música a todo volumen. De no ser porque su camioneta y su moto estaban fuera, habría pensado que no estaba allí. M ɶ,!

Quedate Conmigo (Lauren Jauregui y tu) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora