El cuaderno de nubes grises

Quiero rimarte

Hoy las luces de la ciudad me parecen más tenues, las calles más solitarias, los árboles más tristes. Hoy todo me recuerda a ti, a la añoranza de los días en los que tomabas mi mano en secreto, al sabor del deseo de tus labios sobre los mios...
Hoy intento asumir que quizás no te vuelva a ver por un tiempo, que pasaré días pensándote como si nuestras citas de los sábados fueran a repetirse, engañándome creyendo que lo de ayer volverá a ocurrir.
Pero, todo sabe tan amargo desde entonces... Tan triste que casi resulta poético, pues el vuelo de las aves al deslizar sobre las corrientes de aire con gráciles movimientos me maravilla como si nunca antes lo hubiera visto.
Quien fuera pájaro para posarme en tu ventana y poder observarte sin que sospeches de que soy yo, en un intento loco por no olvidarte.
Dime, ¿mirás tú por la ventana pensándome, tal y como yo lo hago?¿O acaso soy la única obsesionada con este sentimiento que tan mal me hace sentir pero al que tan atada me siento?
Dime si te has propuesto olvidarme, borrarme de tu vida, para que deje de perder mi tiempo en escribirte, para no manchar más estas páginas sin sentido, para no cansar mi mano por nada...
Explícame si sigues tocando para mí, si entre notas escuchas mi risa o si me recuerdas al empezar el día.
Porque yo te pienso nada más despertar y no te saco de mi cabeza hasta que no me quedo dormida. Porque, pese a todo, pese a que odio que solo seas tú quien me inspira, adoro lo que expreso al sentirte así, tan lejos y tan cerca, tan tuyo y tan mío.
Entonces, ¿soy la única que nos sueña despierta, cuando observo las nubes, pálidas como tu tez, y nos imagino tomados de la mano?
Cuántas cartas podría escribirte si solo pudiera tener un poco más de ti... Cuántas palabras te dedicaría, cuántos versos me esforzaría por escribirte...Porque a ti quiero hacerte lírica, quiero hacerte poesía, pues creo que mi prosa es demasiado vulgar como para entregarte algo tan ordinario.
Qué banalidad el poder expresarme con tan solo palabras. ¡Qué mínimo que, al menos, intentar rimarte! Porque creo que te mereces más de lo que yo puedo darte.
No obstante, ¿qué importa? Si mi NO ya ha sido pronunciado y de nada serviría intentarlo si, al final, todo nuestro pequeño mundo termina siendo derruido.