Os quiero.

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Hoy vengo aquí a hacer una pausa, a detener por unos instantes las vidas de los que leéis este cuaderno para hacer un pequeño paréntesis en él.
Hoy no quiero hablar de mi, ni de mis miedos o inseguridades o de mis estúpidas ideas de adolescente. Dejo a un lado todo mi egocentrismo y mi arrogancia para que cobren vida en estas páginas dos personas únicas a las que merece la pena conocer.
Chicos, quiero que vosotros seáis mis protagonistas.
Empiezo por ti, el primero en llegar a mi vida y el que tantas cosas ha vivido conmigo. Once años han pasado desde que nos conocemos y hemos vivido tantas cosas en ese período de tiempo que llamarte hermano se me queda corto. Eres mi otra mitad, eres la persona que mejor me conoce en este mundo y que me lee el pensamiento sin si quiera quererlo. Sé que a menudo no te lo digo y que tú eres mucho más cariñoso de lo que yo nunca seré pero, te quiero y espero que puedas perdonar todas esas veces en las que te he podido defraudar.
Eres una persona brillante, única y, ante todo, eres un alma indomable. La palabra único cobró sentido gracias a ti. No conozco a nadie que sea tan creativo como tú lo eres y admiro y envidio ese don tuyo de crear de la nada, viendo las cosas como solo tú las ves. No cambies, te lo ruego, porque tienes tanto que darnos y que enseñarnos a los seres corrientes que estamos necesitados de gente como tú...
Y, ahora, vas tú. El que hace poco se convirtió a lo más parecido que he tenido como hermano mayor, por todo ese apoyo que me das o quizás por toda la confianza que pones en mi. Es increíble y aun me deja asombrada como, después de todo, sigues creyendo en mi y me sigues queriendo. Eres la persona con el corazón más grande que conozco. No sé de nadie que se entregue a los demás con tanta facilidad y sin esperar nada a cambio. Pese a toda la cantidad de bromas crueles que puedes llegar a soltar, sé que eres todo bondad y que jamás buscarías dañar a las personas. Mereces ser feliz y prometo intentar contribuir para que así sea, hasta donde los límites me lo permitan. Sé feliz, por favor, porque alguien como tú no merece ser conocedor de los sufrimientos y crueldades que la vida nos regala. Y piensa, piensa mucho, porque tienes una mente brillante con la que poder dejar a todos asombrados y demostrarles que eres único.
Sé que no os lo digo y ambos me conocéis lo suficiente como para saber que no es típico en mi pero, permitidme, por un segundo, que diga a todos los que lean esto, que ambos sois de las mejores personas que ellos podrían llegar a conocer y yo soy una afortunada al poder hacerlo y al, además, teneros como amigos. Os quiero.

El cuaderno de nubes grisesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora