Y aqui, es cuando sabes que estas mal

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Estuve atónito algo más de cinco segundos, cuando caí en cuenta de a qué vine, me adelanté para abrirle la puerta y conversamos un poco hasta llegar al carro.

-Permíteme-dije abriendo la puerta del copiloto.

-Wow, que caballeroso, ¿Haces esto con todas?-dijo insinuante.

-No, solo con las que la merecen-dije divertido.

Me sonrió mientras entraba al auto, cerré la puerta y me dispuse a subir al auto. Salí de la residencia y caí en cuenta que no habíamos quedado en ningún lugar.

-Bueno, ¿A donde desea ir?-pregunté

-Charlie, creo que no me llevas tantos años como para que me trates con tanto respeto, dime Victorie, Vi, Tori, como prefieras, pero no me hables de usted, siento que estoy saliendo con mi guardaespaldas- nota mental, me encantó el "Tori", pensé- y con respecto al lugar, sorpréndeme.

Decidí llevarla a mi restaurante favorito, era nuevo, no tenía ni dos meses de su apertura, pero como estuve trabajando con el gerente general en su restaurante pasado, digamos que tenía el contacto, por lo que pude conseguir una reservación de último minuto.

-Señor Black, que bueno que llegó, ¿mesa para dos?-dijo la recepcionista

-Hola Patrice, si, gracias, que gusto verte-dije mientras pasábamos.

El restaurante era simplemente, hermoso. Un molde cilíndrico de vidrio a tres metros por debajo del agua, lo cual le daba un toque simplemente único.

Llegamos a la mesa y mientras le recorría la silla para que se sentara, trataba de ganármela, hacerle algún cumplido.

-Entonces, ¿Tu querías venir conmigo en vez de tu padre?-no me podía sacar esa idea de la cabeza.

-Si, ¿tan raro se te hace?-dijo con simpleza mientras revisaba el menú.

-Ósea, no raro, si no... ¿Por qué?-dije aún atónito.

-Quería conocerte, déjalo así-dijo sin una pizca de mal humor, al contrario con una sonrisa.

Pasé de las mejores mañanas de mi vida, terminamos de desayunar y al llegar la cuenta, saqué para pagar la cuenta pero ella me detuvo

-No, mi padre me asesina si te dejo pagar-sacando ella misma su cartera.

-Uy, que pena cariño-dije mientras le hacía señas al mesero para que se acercara- ya pagué yo.

Intentó detener el folder que contenía la tarjeta pero no se lo permití.

-Bueno, pero tienes que dejarme pagar la próxima vez-dijo haciendo un puchero

-Claro, además es bueno saber que consideras una próxima vez-dije riendo

-Entonces, ¿nos vamos?- dijo con una sonrisa

-Claro, con gusto señorita Smith, después de usted-dije, levantándome

-Muchas gracias, Señor Black-dijo, caminando hacia la salida

Una buena mañana, pensé, tal vez no abordé mucho el tema del contrato pero como dijo Carl, era cuestión de paciencia y tiempo.

La gran prueba de CharlieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora