No te descuides

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Mira, es un poco difícil contarte esta parte de la historia, prefiero que la veas, pero primero te pondré en contexto.
Después de ese extraño desayuno, al dejarla en su casa...
-Muy bien señorita- dije mientras ella fruncía el ceño- Hey, es de broma- Ella odiaba que le hablara digamos "formal" o de usted- Hemos llegado.
-Bueno, muchas gracias- dijo mientras bajaba del auto.
-No es nada, gracias a ti- dije mientas le daba un leve beso en la mejilla para despedirme.
-Bien, pues, espero verte después- "hazlo, díselo" pensé mientras ella caminaba hacia la puerta.
-Oye, ¿Te gustaría seguir en contacto?, tu sabes, por el trato y, bueno, para no estar molestando a tu padre y todo eso...
-Es una forma tierna de decirme que quieres mi numero- Dijo sonriendo.
Y eso nos lleva a ese mismo día, en la tarde, cuando yo estaba decidiendo si el hablarle sería buena idea o si debería esperar la conocida "regla de los tres días". Y ahí estaba, desparramado en mi sillón mientras me debatía en mi pequeña encrucijada. 
Entré a su chat y escribí un simple "Hola.", luego pensé que si bien, estaba mal hablarle tan pronto, más si solo le ponía un simple "Hola."
Sin más que discutir, borré el mensaje tan rápido como lo había escrito.
Luego intenté con otra cosa, algo como un "Hey, soy el chico con el que fuiste a desayunar, este es mi número", ni siquiera tuve que debatirme el mandarlo o no, ya era lo suficientemente tonto el escribirlo, no hizo falta reflexionar lo que decía.
En eso, me percaté que en la parte superior de la pantalla decía: "escribiendo", justo debajo de su nombre; en ese momento como un rayo salí del chat, cerré la aplicación, bloqueé el teléfono y lo lancé a la cama.
-Tranquilo, no tienes que pensar tanto, solo háblame- Y ya, fue lo único que mandó, nada de hola ni nada... me extrañó el comentario, tenía razón, pero... No entendía nada.
- ¿De... que hablas? -Fingí que no sabía de qué hablaba, mala jugada.
- ¿De qué hablo?, no, de nada. - Rápido tonto, pensé, hazle platica o algo.
-Bueno, equis, ¿Qué planes tienes? – Ni siquiera sabía porque había escrito eso, tal vez una parte de mi deseaba volverla a ver.
-No lo sé, tal vez nada ¿Tú? - Al leer esto, mi mente solo me decía una sola cosa: "invítala a salir". Y sucumbía a su pequeño deseo cuando entró mi novia.
- Amor, ¿Estás aquí? – Gritó, yo rápidamente archivé el chat y me acosté en la cama y me hice el dormido- Oh, aquí estás- dijo mientras entraba al cuarto, fue lo único que dijo, se dispuso a cambiarse.
Ahora, tal vez te estés preguntando, ¿Por qué me hice el dormido? Bien la respuesta es simple, no soportaba a mi novia, para ese punto, solo esperaba el momento para terminarla, solo no encontraba como. Era una persona algo irritante, sin sentido del humor, muy empalagosa, no teníamos nada de química. ¿Físico?, claro, era una chica muy atractiva, un cuerpo bien formado, ¿Cómo no?, si se la pasaba mínimo dos horas en el gimnasio.
Terminó de cambiarse y se dirigió hacia la cama, cerré los ojos esperando que no quisiera despertarme. No, no fue así, solo se inclinó, me dio un beso y se fue.
Esperé a que se oyera el sonido de la puerta y me levanté, antes de salir de la habitación me percaté que había una nota en la mesita de noche.
Amor, tengo que salir a una entrevista, me llamas cuando te levantes, te quiero.
Sam.
¿No te dije su nombre, cierto?, su nombre es Samantha Roberts. Una chica de 20 años recién cumplidos, algo alta, tal vez demasiado para mi gusto, tenía el cabello más largo que el de Victorie, castaño oscuro, cuerpo moldeado, bien definido, era una niña atractiva, no había porque negarlo, pero simplemente, no para mí.
Salí del cuarto cuando caí en cuenta que no le había contestado a Victorie, abrí el chat todavía sin saber que contestar. Decidí dejarme llevar como lo había hecho en la mañana, la conversación fluyó, me sentía tan a gusto hablando con ella que perdí la noción del tiempo. Estaba tan inmerso en la plática que no me percaté de los mensajes que Sam me mandaba, hasta que me llamó.
- ¿Charlie?, ¿Por qué demonios no contestas los mensajes? – Dijo molesta, yo rodé los ojos mientras le contestaba calmado.
-Perdona Sam, estaba trabajando y lo tenía en silencio, ¿Qué ocurre?
- ¿Qué ocurre?, nada, solo llego de la escuela y estas dormido y ahora no contestas, quiero verte. – Genial, ya se enojó... pensé.
- Ya Sam, discúlpame, a ver, ¿Dónde estás? - Dije mientras me dirigía al baño a lavarme la cara y los dientes.
-En la plaza. - No dijo más.
-Bueno, paso por ti y vamos a comer, ¿Te parece? – Dije tratando de evitar lo que sería una buena y tonta pelea.
-Okay- y colgó.
Sin tomarle demasiada importancia me cambié y bajé hacia la cochera que tenían en el edificio.

La gran prueba de CharlieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora