De regreso a la realidad pt.2

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Recapitulemos, mientras mi novia va a un club al sur de la ciudad mientras yo me escapo a recoger a la hija del director de New Era para llevarla a una gala de un amigo de su padre, si... no sé que tanto podría esconderla de Sam, estaba jugando con fuego y lo peor es que cuando me queme, no me va a gustar.

Decidí dejar de pensar en cosas que me podrían arruinar la noche, me armé de valor y salí del departamento. Mientras iba en el elevador no dejaba de plantearme tonterías, ¿Estoy haciendo lo correcto?, ¿Qué voy a decirle a Sam si se entera?, ¿Voy vestido acorde al evento?, iba con una chaqueta gris, un pantalón de vestir negro, una camisa blanca, un blanco con un tono almendrado y una corbata color negra. No sé si voy acorde al evento o si voy algo informal, pero decidí confiar en mí instinto.

Las puertas del elevador se abrieron y me dirigí al auto.

Camino a su casa, volvieron los pensamientos... ¿Qué rayos estaba haciendo?

Pensé en regresar a mi casa, llamarle a Tori y decirle que no iría. Pero realmente quería verla así que, me armé de valor y me dirigí a su casa.

Finalmente llegué a su casa, ya no había marcha atrás. Con un nudo en la garganta, toqué su puerta solo para encontrarme con una chica que, con un segundo de verla hizo que se me olvidaran todas las interrogantes que tenía para ese día, decidí simplemente arriesgarme, porque ella lo valía.

No sabría realmente describirte lo hermosa que se veía; tenía el cabello suelto, poco maquillaje, una blusa negra, abrigada, aunque corta, le llegaba a la altura de la cintura, de manga larga, aunque algo recogida, una falda de cuero rojo u unos tacones que hacían juego.

Al verla no podía pensar otra cosa, solo podía verla, contemplarla y tratar de creerme el que estuviera ahí, hasta la culpa que sentía por escaparme se desvaneció, en ese momento existía ella y solo ella. No sé cómo explicártelo, pero sin duda era un sentimiento que nunca había pasado por mi cabeza...

-         Cierra esa boca ya – Dijo Tori al bajar el tramo de escaleras que le faltaban, en ese instante me di cuenta la pinta que tenía, pasé de estar recargado en el pilar esperándola a boquiabierto, parecía que había visto a Dios bajar- Si sabes que se te pueden meter moscas, ¿no?

-         ¿Cómo sabes que no buscaba que me vieras así? - dije, recuperando una postura un poco más "yo".

-         Pues si querías verte sorprendido, lo lograste cariño – Dijo, mientras se acercaba a mi

La saludé dándole un ligero beso en la mejilla seguido de un pequeño abrazo. Con una sonrisa en la cara me dirigí a abrir la puerta del auto.

- Señorita- dije sonriendo – Creo que vamos un poco tarde.

- De hecho no, te cité más temprano, ¿te parece si damos una vuelta? – Dijo feliz, me encantaba esta chica.

Arranqué el auto y salimos de su casa, hasta que caí en cuenta que no sabía hacia donde íbamos...

-         Bueno, vamos a caminar, pero ¿A dónde? – Dije mientras se abría la reja de su casa

-         Sorpréndeme – Dijo mientras me miraba

Mientras avanzábamos por la avenida un lugar me llegó a la mente... Era un parque privado entre la veinte y veintiuno Este. Es un parque al que solía ir a pensar, un parque al que solo tenían acceso las personas que vivían sobre las mismas calles, ¿Qué como tenia acceso?, mis padres vivían en esa misma esquina, que... ahora que lo pienso, fue una jugada muy arriesgada, ahora entenderás por qué.

Llegamos al parque y no se describirte lo hermoso que era. Un camino fino de cemento que recorría todo el parque, con un césped recortado, verde y cómodo que solo incitaba a que te tiraras en el a descansar, varios arboles que variaban de llegarte a la rodilla a ser cuatro o cinco veces tu tamaño, una reja metálica pintada de un color oscuro con detalles que bordeaban todo el parque con series de luces que, al ser de noche eran encendidas para iluminar todo el lugar.

-         Señorita, por favor – dije al insertar la llave y abrir la reja.

-         Gracias – dijo, entrando al parque.

Te soy sincero, al abrir esa puerta no tenia idea de lo que me esperaba, pero nunca olvidaría esa noche...

La gran prueba de CharlieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora