El Secreto De Adelia

4: Fantasma del Pasado

         –¿Qué quién soy? Soy Adelia Ruttingill –confirmé fastidiada, volteándome con rapidez.

Sin ser consiente de mi alterada voz, observé como Evan retrocedió por mi repentina reacción, su expresión me confirmó lo que me temía, lo asusté y sin motivo alguno. Antes que me disculpara salió corriendo de su habitación alejándose del monstruo que había invitado a su cuarto, yo.

Rara vez me enojaba, es más, nunca me enojaba, no con él. Últimamente he tenido cambios de actitud, en mi comportamiento y es porque ya no soporto el encierro.

Quiero salir, recorrer las calles, ver nuevos rostros, platicar con desconocidos pero es algo imposible de realizar; ya me he escapado un par de veces y no he llegado muy lejos, en cuanto sitúo un pie fuera del terreno de la casa me capturan los guardias y no puedo evitar ser detenida.

¿Por qué mi padre me hace esto? Tal vez aun me culpa por la muerte de mi madre ¿Me está castigando al retenerme en el lugar de su muerte? ¿De su asesinato? ¿Por qué le hace esto a su hija? ¿A qué quiere llegar? ¿Qué terminé enloqueciendo igual que Hadrien y que me encierren en un manicomio?

Hace un año que no veo a Hadrien, mi hermano mayor. Es o era un chico muy retraído, de pocas palabras pero muy inteligente; soñaba con viajar al espacio aunque fuese imposible.

Un día que creí que nunca llegaría desapareció de nuestras vidas, jamás tuvimos noticias de él, es como si... se lo hubiera tragado la tierra. Nadie lo había visto salir de la ciudad. Nadie lo había visto recorrer las calles de la capital, ni los sabuesos fueron capaces de hallar su cuerpo en el espeso bosque.

Sin embargo, en ocasiones su espíritu me viene a atormentar suplicando con voz efímera que lo ayudé, que lo liberé, que lo dejé marchar al más allá y yo intento mantenerme cuerda en esos momentos, no quiero enloquecer como mi hermano mayor, y lo más importante, no quiero que mi propia familia crea que he enloquecido.

Hoy es de esos días donde Hadrien se me aparece y me susurra en el oído "libérame de este encierro" aunque debería estar acostumbrada a escuchar su angustiosa voz, mi corazón palpita con rapidez temiendo por mi vida sobre todo cuando a mitad de la noche se escuchan golpes y arañazos en la puerta del ático seguido de una fría ráfaga de un viento inexistente que entra a mi habitación trayendo consigo un mensaje que hela mi sangre.

"¿Dónde estás Adelia?"