CAPÍTULO 10

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Clarke apareció en la puerta de la casa de Octavia con las maletas en las manos y su cara surcada por las lágrimas.


- ¡Pero Clarke, cielo!    ¿Qué te ha pasado?   -dijo Octavia mirando extrañada a su amiga haciéndose a un lado para dejarla entrar.

-Se ha acabado,  Octavia.  He acabado con Lexa . Me he ido de su casa   -dijo  la rubia mientras entraba al interior del piso de O arrastrando sus pesadas maletas.

- Ven,  pasa al salón.  Deja las maletas ahí.  Siéntate y cuéntame qué  tienes, cuéntame con tranquilidad qué os ha pasado    -le  dijo a Clarke con voz suave, intentando tranquilizarla.

-Es una traidora.  No me  quiere    -consiguió  articular Clarke entre sollozos.

-¿Pero qué dices?    Si  Lexa te adora.   ¿Qué es eso de que te ha traicionado?    -preguntó Octavia sin entender nada.


Clarke le contó lo  que había pasado y aunque Octavia quería muchísimo a Lexa y la  consideraba una buena chica,  el coraje que sintió cuando Noel  la engañó  la golpeó de nuevo, emponzoñó una vez más  su corazón y le nubló el entendimiento . Asi, Octavia,  lejos de abogar por Lexa,  se dedicó a hacer leña del árbol caído.


-¡Qué traidora!     -exclamó   Octavia indignada-.    ¡Iba a quedar con Wanheda a tus espaldas!   Seguro que no es la primera vez que hace algo parecido.  Las que parecen más buenecitas, luego son las peores.  No entiendo por qué ese tipo de gente quiere tener relaciones  serias,  si luego no van a ser capaces de respetar a las personas que  lo han dado todo por ellas.  Tú tranquila.   A la larga estarás mejor  sin ella.  No merece tus lágrimas ni tu dolor.  ¡Traidora!


Octavia ayudó a Clarke a instalarse y le llenó la bañera para que tomara un baño relajante. La rubia apenas cenó,  toda la rabia que había sentido cuando leyó el correo en el que Heda decía a Wanheda que la vería, se le iba difuminando.  Sentía la ausencia de Lexa, miraba el teléfono y se desesperaba al ver que no sonaba.  No entendía por qué ella no la llamaba, no entendía por qué no había venido a buscarla.  Mientras Octavia seguía machaconamente insistiendo en que no entendía a ese tipo de personas,  en que si la castaña de ojos verdes había resultado una golfa, en que iba a estar mejor sin ella.  Y Clarke, que tenía el corazón herido y el alma desorientada se  debatía entre la indignación y la pena, entre el enfado y la  racionalidad. Pero se iba emponzoñando.  Lexa no la llamaba,  Lexa no  había reaccionado.  Lexa no la quería como ella se merecía.



Lexa no había pegado ojo en toda la noche.  Estaba decepcionada,  pero sobre todo muy  enfadada. ¿Pero qué se había creído Clarke?   ¿Cómo podía pensar que ella fuera a engañarla? ¡Cómo no había creído en su amor!.    Es cierto que ella no había estado muy fina al aceptar la invitación de Wanheda,  pero en ningún momento se le había pasado por la cabeza otra cosa que no fuera un encuentro cordial.  ¡Cómo  había podido Clarke juzgarla tan mal!


Al día siguiente, cuando fue al trabajo,  Raven se fijó en sus ojeras.  Cuando Lexa le  contó lo que había sucedido, intentó tranquilizarla.  Le dijo que entendía que estuviera dolida,  pero que ella debía entender  también la reacción de Clarke.  Le dijo que lo mejor sería que  hablaran y aclararan las cosas.    Al fin y al cabo,  no había pasado nada tan grave como para que una buena conversación no pudiera  arreglar las cosas.  Lexa abrazó a Raven.   Se sentía  increíblemente arropada por su amiga.  Llamaría a Clarke y  aclararían lo sucedido.  Llamó una,  dos,  tres veces, pero Clarke  no cogía el teléfono.  ¡Cómo podía estar tan enfadada con ella!   No lo entendía. Asomó la cabeza por la puerta del despacho de  Raven.

AACLARKE (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora