Capítulo 18.- Decir las cosas.

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El día de mi cumpleaños tuve la fortuna de que Lauren no tuviera que asistir al trabajo, y así pudiese pasar todo el día con ella.

— ¡Camila! —podía escuchar la voz de Dinah entre sueños. — ¡Despierta!

— ¿Qué quieres? —ni yo estaba segura de si realmente hablaba o sólo balbuceaba.

— ¡Lauren te trajo serenata! —mi amiga me golpeó la frente sin uno toque de delicadeza.

— ¿Qué? —abrí los ojos sin quererlo.

¡No mames, güey!—trató de quejarse, pero sonó gracioso.

— ¿Qué quieres? —mi mente seguía confundida sobre si era un sueño o la realidad.

— Levanta ese culo por el cual seguramente tu mujer te trajo serenata.

— ¿Lauren me trajo serenata?

— Sí. Si te lavaras esos oídos podrías escuchar a tu cuñadita tocando su violín.

Me levanté rápido para salir a la sala, pero no estaban ahí. Pronto escuché una melodía detrás de la puerta y salí aún con mi pijama.

Ahí estaba Lauren, con una flor en su mano derecha que parecía ser recién arrancada del suelo y en su mano izquierda un pequeño monedero. Taylor estaba con el uniforme de su escuela y tocando el violín.

— ¡Feliz cumpleaños, Camila! —la sonrisa de mi novia apareció y la flor me extendió.

No pude hacer otra cosas más que sostenerla y sonreírle.

— Feliz cumpleaños, Camila —Taylor habló con dulzura, pero concentrada en tocar el instrumento.

Ninguna de las cuatro teníamos intenciones de decir algo, estábamos disfrutando de la melodía que Taylor producía. Lauren y yo intercambiábamos miradas hasta que su hermana paró de tocar.

— Tenemos que irnos —la cajera me dijo.

— ¿Nos vemos más tarde? —pregunté antes de que se despidiera.

— No entendiste. Tenemos que irnos contigo... Prometí llevar a Taylor a la escuela y ya es tarde. Hoy vamos a pasar todo el día juntas y no puedo regresar por ti.

— Podemos llevarla en el auto. Aún no estoy lista para irme a la universidad.

— No, no, no. No podemos. Y tampoco irás a la universidad.

— Tengo que ir, Lauren.

— No, Camila —me hizo un puchero.

— Lo siento, Lauren.

— Lo siento yo —antes de que pudiera decir algo me jaló fuera del departamento para empezar a correr con Taylor.

— ¡Lauren! —quise detenerla antes de salir a la calle. — ¡Por favor!

La ojiverde no me hizo caso y tuve que cooperar en correr hasta llegar al colegio de Taylor.

— ¿Así se inicia un cumpleaños? —le pregunté una vez que Taylor entró a la escuela.

— ¿Habías iniciado uno así?

— No.

— Entonces mi objetivo está cumpliéndose.

— Eres una tonta —le dije entre risas.

— No me importa ser tonta por ti.

Le di un beso rápido en los labios para luego profundizarlo.

— No vayas a la universidad hoy, por favor.

— ¿Y si repruebo?

— Te ayudaré a estudiar para los exámenes.

El último tema || CAMRENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora