Capítulo 10.- Existen personas que no lo aceptan.

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Un miércoles saliendo de la universidad, tomé rumbo al conocido supermercado.

Mi intención era comprar toda la despensa para la semana, y me hacía feliz saber que eso me permitiría ver a mi ojiverde.

Mi carrito estaba lleno con más de veinte productos. Traté de gastar el dinero de una manera razonable en varios artículos porque eso significaba que la cajera tardaría atendiéndome y yo podría pasar más tiempo mirándola.

La caja 27 estaba llena como era de esperarse, pero no era un problema para mí, con tal de ver a Lauren podía esperar mil años, y si no era suficiente, esperaría mil años más.

En ocasiones me molestaba la conducta de los clientes. La cajera era muy amable y ellos ni siquiera respondían cuando hablaba, contestaban de mala gana o se molestaban cuando Lauren quería informarles que era hora de pagar.

Me quedé mirando a mi novia por un largo tiempo. Me gustaba verla hacer su trabajo porque siempre tenía una sonrisa en su rostro, como si pasar productos por un censor fuera lo mejor de la vida.

Me alegraba saber que, realizaba su trabajo con gusto, con dedicación y con el esfuerzo de no cometer algún error.

Los empacadores cambiaban con frecuencia de cajas. El que estaba hoy con Lauren la miraba más de lo que debía hacerlo y me puse celosa.

Cuando menos lo noté, ya estaba frente a ella.

— ¿Encontró todo lo que buscaba? —la cajera risueña me habló.

— Lo único que me faltaba lo tengo justo frente a mí.

Mi presencia no evitaba que Lauren siguiera haciendo su trabajo. La vi sonreír mientras se dedicaba a pasar todos mis productos por el censor.

— Yo no tengo código de barras —me miró sin dejar de hacer su trabajo.

— Mejor. Podría robarte sin problema.

— Pero si lo haces mucha gente se quedará sin ser atendida.

— Ellos tienen otras cajas. Yo no tengo otra novia.

— Más te vale —advirtió riéndose.

— ¿Son novias? —el empacador logró que lo volteáramos a ver en el momento que su voz llegó a nosotras.

— Sí —la cajera confirmó. — ¿Verdad que es la más linda? —Sonreí.

— Ahora vuelvo —fue la respuesta del chico antes de abandonar su puesto.

— ¡Harold! —mi novia lo llamó y él la ignoró. — ¡Tienes que empacar!

— Puede que necesitara ir al baño. Esperaré a que vuelva.

— Los clientes no son tan comprensivos como tú. —Miré hacia atrás, encontrándome con caras de disgusto, personas platicando, unas cuantas mirando a la ojiverde y otras mirando al chico irse.

— Puedo ayudarte en lo que él vuelve.

— El gerente puede molestarse.

— No será mucho tiempo —hablé acercándome al puesto del empacador.

Empaqué lo que quedaba de mis compras para evitar confundirlo con las de los otros clientes y las dejé en la orilla. Lauren me dio rápidamente mi ticket y prosiguió a atender.

— ¿Encontró todo lo que buscaba? —Mi novia preguntó por rutina a una señora rubia.

Al no recibir afirmación, comenzó a deslizar los productos por el censor. Yo sostuve la bolsa para empezar a meter todos los productos. Jabón con jabón. Leche con aceite. Todo contemplando que fuera correcto.

El último tema || CAMRENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora