Han transcurrido ocho días desde que Hipo se recuperara del polvo de Raíz de Dragón, sin embargo no todos habían mejorado de aquella experiencia.
Constantemente el joven vikingo veía expresiones angustiosas y avergonzadas en cualquiera que se le acercara.
Patapez actuaba nervioso y tartamudeaba más de lo habitual, Patán desviaba su mirada como si estuviera molesto consigo mismo aunque se esmeraba en no demostrarlo, los mellizos intercambiaban miradas de culpabilidad que luego pasaban a los golpes, Estoico disimulaba estar contento aunque no muy bien, Bocón era más sarcástico que nunca por lo ocurrido pero en el fondo se notaba deprimido, los aldeanos se ponían nerviosos y trataban de saludar animosamente a Hipo. Sin embargo la que más preocupaba era Astrid, ya que desde que el jinete del Furia Nocturna se repusiera de la jaqueca, ella se la pasaba todo el día fuera de la aldea con Tormenta y regresaba a altas horas de la noche toda cubierta de tierra, con su hacha desgastada cada vez más, un semblante de dolor y los ojos llorosos.
Hipo se encontraba esa noche en su habitación, recostado en su cama de madera y sosteniendo el peluche de dragón que le dejara su madre tratando de organizar sus ideas, mientras esperaba junto con su dragón a que su padre lo llamara a cenar.
No recordaba nada después que esa bolsa de cuero le cayera encima, sólo tenía extraños sueños de ver a su padre, a Astrid y al resto de los vikingos sufriendo por alguna razón, el recibir varios coletazos molestos de su "otra mitad", así cómo el sentir un fuerte nudo en el pecho. Tenía el presentimiento que no estuvo realmente todo el tiempo inconsciente, ya que ¿De qué otra manera se explicaría que despertara en el puerto de Berk todo empapado y siendo atendido por su padre que parecía tan angustiado? ¿Si desde un principio estaba en la plaza y su padre se encontraba con un firme ánimo? Algo más grave debió haber ocurrido, tanto así que de seguro Estoico el Vasto debió prohibir hablar de eso a toda la aldea.
-¡AAHHH! Ya no lo soporto Chimuelo – se exaspero el joven vikingo, haciéndose un ovillo en medio de su cama y abrazando con fuerza el peluche- Algo más pasó y nadie quiere decirme.
El Furia Nocturna se incorporó preocupado y gorjeó varias veces en diferentes tonos, como si tratara de explicarle a su mejor amigo lo que había sucedido. Una vez que terminó con su "explicación", Hipo le sonrió tristemente y luego lo abrazó.
-Lo siento amigo, no hablo "dragones", aunque daría mi otra pierna por hacerlo y saber lo que ha ocurrido realmente, porque tengo el presentimiento que hice cosas que no debía.
-¡Hijo! ¡Chimuelo! Hora de comer –les interrumpió Estoico desde la planta baja, si algo no había cambiado en el jefe era el tono de su voz.
-Bien –se paró decidido el muchacho, palmeando su cara varias veces – No puedo esperar a que me digan, Chimuelo deséame suerte.
El dragón gruñó contento y decidido siguiendo por detrás a su jinete, llegando ambos junto al jefe de Berk que ya se encontraba mirando nervioso su plato y luego sonreírle nerviosamente a su hijo.
-Je je je, espero que te guste Hipo, le pedí a la madre de Patapez que me enseñara a hacer por lo menos un caldo decente de Yak.
Hipo no dijo nada, tan sólo se limitó a devolver la sonrisa nerviosa y mecánicamente se sentó junto a su padre, tomando la cuchara y revolver aún más la sopa de su plato. En tanto Estoico, algo incómodo, golpeaba suavemente la mesa con sus dedos mientras tomaba un sonoro sorbo del líquido caliente.
El ambiente era tan tenso, que Chimuelo bufó molesto, le dio un suave codazo a su jinete, y rodando sus ojos, para que hablara con su padre.
-La sopa esta bastante buena.
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¿Hay para vikingos?
Fanfic"¿La raíz de dragón sirve para vikingos?" Esa fue la pregunta que se hizo Brutacio durante el incidente de la raíz del dragón que casi ocasiona que Tormenta y Colmillo se desgarraran ala por ala. Y la curiosidad de los mellizos sobre los efectos de...