Polvo de Dragón.

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Una tarde entre carmín y anaranjada caía sobre las casas de Berk, en dónde cada habitante era ayudado en sus quehaceres diarios por su dragón.

Y en medio de la plaza, se encontraba Astrid recolectando agua con la ayuda de Tormenta, quién le ayudaba a acarrear los baldes, la joven vikinga le sonreía a su compañera por su ayuda, dándole unas palmaditas en su hocico. Pero pronto su tranquilidad se fue interrumpida al ver que Patán se le acercaba coquetamente, con Colmillo rodando sus ojos de fastidio.

-Hola Astrid –le sonrió el vikingo coquetamente a la chica, que sólo dió una mueca de disgusto – sabes ¿Este atardecer no es precioso? Ya sabes, ¿para dar un paseo en el cielo? ¿Los dos solos?

Ante la insinuación de Patán, la joven vikinga le lanzó por la cabeza el cubo de agua fría y luego una patada que lo mandó dentro del pozo.

-En tus sueños Patán –le gritó Astrid desde el borde del pozo, con Tormenta gruñendo en aprobación y Colmillo riéndose entre dientes.

-Vamos nena, sé que te gusta hacerte la difícil –en respuesta, el cubo del pozo fue lanzado con fuerza cayendo directamente sobre la cabeza de Patán.

-¡Hey! ¡Eso realmente dolió! –pero Patán se quedó callado al ver la cara de sorpresa de Astrid.

La vikinga no había sido quién le lanzó el cubo, aunque estuvo a punto, puesto que su dragona se le había adelantado y lanzado con su hocico el objeto sobre el vikingo.

-Ok, eso fue sorprendente Tormenta, te has ganado una ración especial de pollo y pescado por un mes chica –le vitoreó a su dragona con un fuerte abrazo.

Colmillo, al ver la escena, volteó a ver a su jinete que trataba de subir por la cuerda del pozo mientras le gritaba por un poco de ayuda. El Pesadilla Monstruosa bufó divertido, alejándose del pozo, para agarrar una roca no más grande que la cabeza de Patán.

Si Astrid no lo hubiera visto, de seguro lo habría creído igual; Colmillo regresó a saltos hasta el pozo con la roca en el hocico, se asomó juguetonamente y la dejó caer de lleno sobre la cabeza de su compañero haciéndolo perder el equilibrio y volver al fondo del pozo con un sonoro ruido. Colmillo gruñó divertido y miró a Astrid con la lengua jadeando y la cola moviéndose entusiasmado.

-Muy bien chico grande, tu también te has ganado un premio especial –le sonrió divertida la vikinga acariciándole la nariz y darle un pequeño beso.

-¡COLMILLO! ¡VAS PAGAR POR ESTO! ¡DRAGÓN TRAIDOR! – la respuesta por parte del dragón no se hizo esperar, esta vez cogió varias piedrecitas con el hocico y las lanzó como ametralladoras contra el vikingo.

-¡JAJAJAJAJAJA! ¿En serio? ¡Colmillo debí haberte pedido ayuda desde un principio para mantener a raya a Patán! –rió entusiasmada Astrid abrazando con fuerza al dragón, que esté lanzó fuego al aire en señal de alegría.

-¡Guau! Eso no se ve todos los días, tú y Colmillo compartiendo un abrazo –Astrid y Colmillo voltearon para ver a Hipo aterrizando con Chimuelo cerca de ellos – Y a todo esto ¿Dónde está Patán?

La vikinga no dejaba de abrazar contenta al Pesadilla Monstruosa, por lo que le indicó con las manos el pozo con una expresión divertida.

Un poco extrañado, Hipo se asomó por el pozo con Chimuelo viendo por detrás, para ver al vikingo en medio del agua, titiritando de frío y con un ojo morado.

-¡Por Thor! ¿Qué pasó Astrid?

-Bueno, casi lo de siempre, Patán molestándome con sus tonterías, yo lo lancé al agua para que se enfriara un pocos sus ideas, pero los golpes de gracia los dieron estos dos, y yo ni siquiera les pedí ayuda –esto último, lo dijo la vikinga abrazando al los dos dragones, que no dejaban de sonreír.

¿Hay para vikingos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora