Capítulo 4

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Cuando Claire salió de la oficina, se dejó caer sobre el sillón y se dio cuenta que tenía el puño apretado con fuerza. A pesar de que había intentado no mirarla mucho para no perder el control, con cada mirada robada había absorbido cada detalle, cada rasgo de ella. Verla era como beber agua después de vagar años en un desierto.

La había añorado tanto que casi le dolía.

Había cambiado pero seguía siendo ella, el cabello lo llevaba más corto, a la altura de los hombros y su cuerpo se había vuelto el de una mujer en su plenitud dejando atrás a la adolescente, pero la hubiera reconocido en cualquier parte. Incluso entre una multitud habría sabido que era ella.

Durante mucho tiempo había imaginado a la Claire adulta, tenerla frente a él y fingir había sido una tortura.

Al verla entrar, permaneció sentado para no salir corriendo a estrecharla contra sí. Tenerla parada enfrente había sido un impacto difícil de manejar.

Había notado su inseguridad y su confusión, pero debía mantener la distancia. Sin embargo controlar sus sentimientos había sido lo más difícil de su vida, su perfume lo tentaba, su piel despertaba el anhelo de tocarla y quería decir su nombre una y otra vez, quería pronunciarlo por cada vez que lo había gritado en su interior. Pero había evitado hacerlo por temor que al decir Claire se trasluciera lo que sentía.

Quería volver el tiempo atrás y era imposible.

Se maldijo a sí mismo por seguir amándola, porque al verla allí defendiendo sus creencias, tan valiente, tan honorable, y tan frágil, supo que era imposible tenerla.

Sus caminos se habían alejado demasiado, él ya no podía volver.

Durante unos instantes dejó caer la cabeza contra el respaldo del sillón, necesitaba ordenar el caos que se había desatado en su interior. De golpe su mente se había llenado de recuerdos de ella. Se despeinó el cabello con la mano y volvió a la realidad. Tenía mucho que hacer. Lo primero era averiguar si su padre había mandado eliminar las medidas de seguridad que él había ordenado en las fábricas, aunque tenía la certeza de que así había sido.

Media hora después, Lucian tenía la confirmación y había convocado a su padre.

-¿Cambiaste mis órdenes respecto a las medidas de seguridad de la planta metalúrgica? – le preguntó apenas el hombre cruzó las puertas.

-Sí, era gastar dinero de gusto.

-Por tu culpa hay gente enferma y nosotros corremos peligro – dijo Lucian enojado.

-¿Te importa la gente ahora? No te ha importado todo este tiempo, ni cuando los expulsabas de sus propiedades para obtener un lugar que querías para construir ni cuando se interponían en tus planes – le dijo su padre.

-Lo que me importa es que tendré que gastar dinero y esfuerzo para cubrir esto, mientras que si hubieran seguido mis órdenes podríamos estar tranquilos. Esas fábricas dan grandes dividendos, valía la pena invertir en seguridad.

-Puede arreglarse, no sería la primera vez que sobornes a alguien...

-¡Maldita sea, no era necesario! – gritó frustrado. Había querido hacer las cosas bien aquella vez y todo se había trastocado.

- Sabes bien que nadie se atrevería a ir contra nosotros, Lucian. Sólo arréglalo.

- Si vuelves a meterte, abandono todo y te encargas tú de que esto no naufrague. ¿Me escuchaste, padre?

-No tienes que ponerte así...

-Tú dejaste Gladius en mis manos, yo manejaré los asuntos a mi manera, lo he hecho bastante bien en los últimos años, ¿verdad?. No necesito que interfieras y tener que arreglar tus embrollos.

-¿Quieres que lo arregle yo? – dijo el hombre.

-No, ya hiciste suficiente. ¿No lo entiendes, cierto? Si esto se hace público, no se trata sólo de la responsabilidad que nos cabe, sino que nuestra imagen se verá empañada. Hoy en día se le da mucha importancia al medio ambiente, perderíamos el negocio con China y los políticos que tanto te gustan nos darían la espalda en nombre de lo políticamente correcto, sin importar que sus bolsillos estén llenos con nuestro dinero. Por ahorrar una cantidad miserable podríamos perder millones...

-No es tan complicado Lucian, sólo dale dinero a quien debas hacerlo, calla a quien debas callar y haz uso de la reputación que te has ganado. Allí afuera dicen que nadie se mete con Lucian Crow y sale indemne, demuéstralo.

-Eso también cuenta para ti padre, deja de meterte en mi camino.

-Sigo siendo el dueño de todo.

-Pero sin mí, sólo eres un delincuente con trucos sucios. Soy quien sustenta tu reputación de hombre de negocios.

-Está bien, haz lo que quieras. Ni siquiera sé por qué diablos me hiciste venir.

-Para saber si hay algo más en lo que hayas interferido antes que me estalle en la cara como esto.

-Yo juego a mi manera, tú a la tuya- contestó el padre

-Veamos quien juega mejor – le respondió él antes que su padre se marchara.

Tenía que arreglar aquello y pensar muy bien en qué forma lo haría, porque Claire estaba en el medio.

Golpearon el consultorio de Claire y al abrir la puerta se encontró con Jacob que traía una bandeja.

-Tienes que comer algo, has hecho guardia, te has ocupado de tus pacientes y no recuerdo haberte visto comer bien ni dormir en lo que va de la semana. Así no serás útil...

-Lo sé.

-Pero tienes la cabeza en otra parte, ¿verdad?. Sigues dándole vueltas a eso de la fábrica y la contaminación.

-Tengo que hacer algo – respondió ella y guardó para sí que lo que no le había permitido dormir bien la última semana había sido el recuerdo de Lucian Crow. No sólo su fábrica contaminaba, también él porque se le había metido dentro, parecía fluir en su torrente sanguíneo y la estaba envenenando.

-Claire.

-No te preocupes, voy a comer- dijo ella tomando la bandeja y empezando a comer lo que le había traído- Necesito estar fuerte, ¿verdad?

-No me gusta nada esa mirada tuya.

-¿Cuál mirada?

-Como Juana de Arco antes de iniciar su camino a la hoguera – le respondió él con pesar.

Lucian estaba vistiéndose para asistir a una función de gala en el teatro con su novia, Judith, ella lo había llamado más de diez veces para recordarle el evento y él había asentido automáticamente.

Justo se anudaba la pajarita al cuello cuando su teléfono sonó, creyó que era su novia una vez más pero era el abogado de la empresa.

-Lucian, creo que debes prender la televisión, pon el noticiero del canal diez...-le dijo el hombre.

-¿Qué sucede? – preguntó yendo por el control remoto.

-Debes verlo, luego llámame y dime qué quieres hacer – le respondió.

Fura lo que fuese era demasiado grave, tanto que su abogado no se animaba a decirlo. Prendió la televisión inmediatamente y vio a Claire acompañada por un par de ambientalistas, denunciando públicamente que las fábricas de Gladius contaminaban el río.

-¡Maldita sea!- gritó y llamó a su abogado.-Espérame, voy para allá.- le dijo y luego hizo otra llamada.- Vladimir, necesito que hagas un trabajo para mí ...-empezó a explicar a quien lo escuchaba del otro lado de la línea.

Después de hacer una llamada más a la estación televisiva para exigir que quitaran a Claire del aire, se dirigió de su abogado para buscar estrategias legales y recién cuando su novia lo llamó para reclamarle por el plantón recordó que había faltado a la cita.

Le respondió que tenía algo más importante que hacer y le cortó.

Desde las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora