Jouissance*

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El pequeño aro metálico que se le estaba ofreciendo era algo que realmente no esperaba, para Sabo las formalidades siempre habían estado de mas, el moreno sin embargo siempre había sido mucho más detallista de lo que habría cabido esperar; Al menos siempre lo era con él.

Las manos de Ace sudaban ligeramente desde hacia unas cuantas horas, había estado preparando el momento meses antes de que siquiera consiguiera el anillo, lo había visto en una vitrina por casualidad cuando caminando por el centro de la ciudad en dirección al transporte público aquel objeto había llamado su atención, algo en el le había hecho detenerse al instante, sabía que su novio no era una persona que usase joyería y él mismo tampoco solía portarla pero al ver la pequeña alianza exhibida de aquella forma a juego con las argollas de matrimonio algo le había retenido frente al mostrador iluminado en una noche, como muchas otras, donde cansado del trabajo no quería pensar en otra cosa que no fuera llegar a casa, aquel objeto sin embargo le había dejado plantado frente a la tienda por unos buenos 40 segundos, tiempo que le había tomado decidirse por lo que quería, en realidad era algo que siempre había querido y probablemente si no lo había pensado antes era porque estaba tan seguro de que el rubio seguiría a su lado de por vida que no lo había pensado necesario pero ahora que la idea se había metido en su cerebro no descansaría hasta obtener lo que quería y ahora que acababa de proponérsele a la persona que amaba a pesar de que creía estar seguro de la respuesta del rubio cada segundo de silencio era como una tortura.

El cerebro del pecoso trabajaba a tiempo extra, querría que el otro se apurara a decir que si o que no en lugar de estar viendo la pequeña cajita blanca en la que había puesto la alianza de oro que se interrumpía solo en el centro de la misma por un pequeño brillante, cortando la delicada circunferencia del anillo por el centro para hacerle hermosamente imperfecta, tal como su novio y, quería pensar, futuro esposo, quizá había sido aquel detalle el que más le gustara de la joya que tanto trabajo le había costado obtener pues para cuando juntase el dinero suficiente para comprarla la joyería donde la había visto la primera vez había desaparecido, o bien, quizá no lo había hecho pero el letrero de "Cerrado" pendía de manera ominosa sobre la puerta, pensando que aquello solo era una coincidencia había regresado a la tienda al día siguiente y al que le seguía pero el mismo letrero funesto parecía estar mofándose de él en cada ocasión, incluso había puesto una excusa para salir a solas en su día de descanso a una hora más temprana de la habitual y ahí estaba el estúpido letrero nuevamente, Ace realmente habría disfrutado de romper la maldita ventana y robarse las alianzas en ese punto pero el anillo de exhibición había sido cambiado hacia algunas semanas y no estaba muy seguro de poder hallarlo en el interior de la tienda sin la ayuda de algún empleado antes de que llegase la policía; Al final había pasado dos semanas recorriendo las joyerías cercanas en busca de el modelo que el quería, había bastantes similares pero era demasiado necio y testarudo para dejar las cosas por la paz y conformarse con algún otro modelo similar, si había esperado más de 5 años sin meterse con nadie más cuando su novio desapareciera en el siniestro que le causara la cicatriz que portaba en el rostro podía bien pasarse unas cuantas semanas buscando un anillo.

Le gustaba aquella cicatriz, la odiaba por recordarle que en aquel entonces no había podido protegerle pero le gustaba pues era parte de la persona que amaba, aunque por aquel tiempo cuando Sabo se viera involucrado en el caso "Goa K" la mayoría le habían dado por muerto, se daba por hecho que cualquier victima de aquel piromano-asecino serial no volvía a ser encontrado más que muerto, calcinado y posible de reconocer únicamente por los records dentales, como un joven detective y novato recién entrado al departamento de la investigación privada (profesión que había escogido mas por el romanticismo de la misma que por un verdadero motivo en si pues la mayoría de sus trabajos se trataban de esposas paranoicas y hasta mascotas extraviadas) pocas oportunidades tenia de desenmascarar a un tipo contra el que la policía no había podido siquiera, se sentía una clase de chicuelo idiota jugando a Sherlock Holmes... y alguien le había robado a su Watson, pero aun así había conseguido encontrar al desgraciado, tras el reconocimiento y encarcelamiento del culpable sin embargo sus problemas apenas y si habían comenzado, el cuerpo de Sabo no se hallaba en el lugar del crimen, al chico al que habían rescatado era uno completamente diferente, el pecho del menudo pelinegro había quedado marcado de por vida con una enorme "X" y estaba seguro que el muchacho sufriría bastante en recuperación pero no era a quien buscaba, al preguntarle al maldito sujeto por Sabo este solo se había burlado con una risa fría y siniestra, le había dicho que el rubio estaba muerto pero Ace se había negado a creerle, nunca lo creería a menos que viera el cadáver.

40 segundos [AceSabo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora