Caída Libre

II

El dinero siempre había estado ahí. Sólo hacía falta una dirección decidida y empleados reeducados. Una vez tenían esos ingredientes mágicos en poco tiempo hechizaron a las personas con maravillas y a sus empresas con recursos. Se había iniciado la era interplanetaria.

Esta revolución aparentemente descontrolada, unida al ambiente de baja cualificación, hizo saltar la chispa del proteccionismo entre los pueblos terrestres y ante un posible escenario de guerra civil global, las empresas se hicieron las víctimas: compraron a un gran militar que garantizaría sus negocios a la par que haría creer al pueblo que este había ganado la batalla. Este curioso personaje fue puesto a la cabeza del gobierno postdemocrático mundial con unas condiciones de gobierno que ayudarían "a calmar esa locura" y que no eran más que las líneas absolutistas que definen un gobierno revolucionario: había nacido la primera dictadura militar global.

Como era de esperar, de dónde no hay no se puede sacar y el gobierno revolucionario no tenía mucho rango de maniobra para actuar ya que realmente el poder y los recursos los tenían los mercados, de forma que para garantizar sus promesas tuvo que gastar mucho en muy poco tiempo hasta que todo se terminó y la moribunda dictadura comenzó a sacar la carta del aplazamiento en un bucle que sólo buscaba retrasar lo inevitable. Las crisis medioambiental, de población y de acceso a los recursos no se habían solucionado, la dictadura había fracasado. El pueblo apoyó la dictadura porque querían un mundo en el que vivir bien, pero para ello debían haber entendido ese mundo en el que vivir bien. Ahora y con este panorama, hasta el pueblo mal educado podía advertirlo gracias al peor profesor: el hambre.

Y es aquí donde empieza nuestra historia...