15-Príncipes dormidos y piscinas frías

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Noté algo suave sobre mis labios y eso hizo que abriera los ojos. Cuando lo hice me encontré con unos ojos de color miel que parecían mirarme con una sonrisa en su interior.

—No soy un príncipe, pero aun así te has despertado, ¿Por qué será?—La voz de Tobias parecía acariciarme mientras notaba su respiración cerca de mi cuello, cosa que me hizo estremecerme.

—Porque tu sí eres mi príncipe.—Sonreí mirando aquellos ojos que me cautivaban.

Verle sonreírme de nuevo me hizo querer besarle, pero estaba demasiado avergonzada como para hacerlo, así que en vez de eso le di un pequeño beso en la frente.

—La comida está lista, Rubia.—Dijo claramente sorprendido y tocándose la frente.

Me había dormido en el sofá de la casa de Tobias mientras él preparaba la comida. Había estado recostada sobre Bob, su perrito que adoraba, y ahora me dolía algo el cuello. Tobias se dirigió hacia la mesa donde todo estaba ya preparado. ¿Era así de caballeroso siempre?

Me senté en la mesa delante de él y antes de poder preguntarlo dijo:

—Eres la primera chica por la que hago esto, ¿sabes?

Sonreí al pensarlo:

—Qué caballeroso...—Reí.

—Y espero que la última...—Acabó la frase anterior mirando a otro lado.

Que hiciera referencia a que yo iba a ser la última chica con la que él estaría hizo que, además de volverme roja como un tomate y hacerme sacar una sonrisa tonta, riera al pensar en ello.

Mientras comía, no paré de pensar en que parecía increíblemente tranquilo mientras a mí me daba miedo meter la pata. Habían macarrones con tomate para comer y para mi desgracia, no era muy amiga de que el tomate entrara en la boca con los macarrones. Cuando comía pasta con tomate las orillas de la boca se me quedaban rojas y solo después de limpiarme me daba cuenta. Por lo menos Tobias se había molestado en hacer la comida y en acertar a la primera en lo que más me gustaba:

—¿No piensas probarlos?—Preguntó con tono triste, como si quedarme embobada mirándolos era un signo de que no pensara comerlos.

Asentí con fuerza y me llevé algunos de ellos a la boca. Rezando porque no me manchara la boca los mastiqué y saboreé:

—Están muy buenos.

Creía que serían unos macarrones normales, pero la salsa era diferente, no era simplemente tomate. Tenía especias, algo de verdura frita...estaba delicioso.

Al levantar la vista del plato vi como sonreía, alegre de su triunfo. Después de notar el sabor sobre mi paladar, dentro de mí, algo pidió más, y sin pararme a pensar comí con más ganas. Siempre que me despertaba de las siestas me moría de hambre, y ahora era uno de esos momentos.

Cuando acabé de comer me di cuenta de que me sobraba un botón en el pantalón. Tendría que preguntarle la receta:

—Tienes la boca llena de salsa.— Confirmó Tobias.

Ahora no solo mi boca estaría roja, sino mis mejillas y orejas también. Me puse recta sobre la silla y me preparé para coger una servilleta y limpiarme la boca, pero antes de que lograra hacerlo el dedo de Tobias recorrió mis labios. Miré hacia arriba y me lo encontré a mi lado lamiendo la salsa que acababa de limpiarme:

—Deliciosa.—Acabó giñando un ojo.

Ver que pasaba la lengua por su dedo hizo que me recorriera por la espalda una pequeña descarga. 

Mi no tan 'CRUSH'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora