Algo no estaba bien aquí.
Estábamos todos completamente reunidos en el salón de la veterinaria observando como Luke era interrogado por las gemelas dinámicas. Luke se acomodó nuevamente en la silla en la que lo teníamos amarrado y suspiró cansado.
No habíamos vuelto a ver a Vega, en cuanto me trajeron aquí ella desapareció completamente del mapa, o de nuestro mapa. No estaba, y era ahora cuando más la necesitábamos, necesitábamos saber quién era el responsable de estas cosas y porqué habían sido enviados hacia Tyler y a mi. Ninguno de nosotros dos era un Omega, no tenía sentido, ningún sentido.
Bebí otro sorbo de jugo de naranja mientras me re-acomodaba en el asiento "especial" al cual me habían obligado a sentarme. Pasé una mano por mi cabello y con sumo cuidado, toqué la zona de la herida, observando con detención como la sangre ya había dejado de salir y poco a poco dejaba de doler. Scott se había equivocado, yo no iba a morir.
Habíamos estado una hora y algo intentando que Luke dijera la identidad de quien los había enviado, a Vega y a él. Pero como Jace ya nos había mencionado anteriormente, nadie de los enviados tenía ni la más mínima idea. Por lo que usamos a nuestros expertos en fuerza bruta y conocimiento para intimidar a Luke, las gemelas. Val y Caro eran algo así como el dúo dinámico.
En cuanto al profesor Sean, aún no habían rastros de él por ningún lado. Mamá había ido a su casa y había olfateado una almohada para poder intentar tener su aroma y poder seguirlo, pero nada, las cosas estaban como recién salidas del lavado, nada tenía aroma, como si alguien se hubiese tomado el tiempo de ir a la casa del profesor Sean y limpiar todo para no dejar ningún rastro de él. Era como si quisieran que nosotros olvidemos a las personas que estaban siendo asesinadas o que simplemente, estaban desapareciendo.
Me volteé a ver a Lucille, parecía como si estuviera preocupada por algo.
—Creo que nos estamos poniendo en peligro— comentó con una voz débil Lucille—. Tengan en mente que hay alguien que quiere asesinarnos.
—Por lo que sabemos, sólo quiere asesinar a los omegas de la ciudad— respondió Danielle. Lucille la observó con desaprobación y luego sacó el mapa que había encontrado.
—Anna y yo hicimos un nuevo descubrimiento hace unos días atrás.— habló con seguridad. Todos voltearon a verme—. Como bien podemos ver, éste símbolo significa cazadores, ¿no es así, preciosa?
—Sí— respondí con incomodidad—. Um... El nombre de estos cazadores es La rosa negra, y por lo que yo sé, son los más conocidos y los más peligrosos.
—¿Y por qué sabes tanto sobre cazadores?— cuestionó dudoso Scott.
—Porque mi padre es uno— solté sin más mientras acomodaba mis manos en la forma del mapa—. Y también se que él es el líder de La rosa negra. Pero dudo firmemente que él sea quien está enviándo a otras personas a asesinar.
—¿Y por qué lo dudas?— preguntó con agresividad Danielle, me volteé a verla con una mueca molesta.
Que descaro de su parte preguntar eso. Él era mi padre, fuese o no un cazador, él no podía asesinar a su familia, él no era así. Era como decirle a Danielle que su padre la asesinaría por ser ella un ser sobrenatural de igual manera; George estaba en el grupo de La rosa negra, estaba ahí y era el más sádico de todos.
Suspiré con frustración, sacudiendo mi cabello de allá para acá con fuerza.
—Porque papá no sería capaz de asesinar a su propia familia.
—Es un cazador, Annabella— interrumpió una voz ronca y algo rasposa, sin embargo, pude reconocer que era de una mujer. Proveniente de la oscuridad, una figura con toques delicados y finos se acercó a mi, tomando mi cara con su dedo índice. Tyler se levantó bruscamente de la silla—. Los cazadores nunca rompen su código.
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Bitten.
Loup-garouNo puedes evitar la realidad. Y Anna tenía eso más que claro, desde que descubrió la verdad sobre su tan amada madre, su vida no dejó de darle sorpresas. Desde la muerte de su pequeño hermano, Will. Hasta la tan sorpresiva mordida de una bestia haci...