Y Comienza

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Le ardían las pantorrillas de tanto correr, Minho nunca había ido más rápido. Quiso evadir el secuestro de Sooyoung de su mente, pero estaba ahí, registrado en su memoria. No obstante, se percató en ese instante de que en ese momento sus piernas dolían aun más. Sabía que justo ahora se estaba esforzando como nunca antes, incluso sobrepasaba ese exuberante deseo de rescatar a su hermana aquel día.

Finalmente llegó a la cosecha, todos trabajaban con parsimonia y buen ánimo. Entonces supo que era la primera vez en los años que llevaba de cautivo en esa mansión, que el grupo no era vigilado por rangos superiores. Vaya, justo un día como ese podía haber sido bueno.

"¡Changmin!" Aulló en intento por recobrar el aliento.

Shim no tardó en reaccionar, en menos de un segundo ya había dejado sus herramientas y se encontraba a un lado del chico, expectante del motivo de su visita.

"¿Qué ocurre?".

"Debo contarte en el camino" Dicho esto el líder del grupo le siguió. El resto de los trabajadores no preguntaron nada y, ni el mismo Changmin objetó no saber lo que ocurría con anticipación. El tiempo era oro, al menos para ellos, cada segundo era sagrado. Y aun desconociendo la razón, era mejor no interrumpir aquel ritmo acelerado.

Minho le fue contando a respiros contenidos como es que él sospechaba del desánimo de Kibum, y que eso concordaba con el acoso que llevaba recibiendo por parte de su amo. Sumándole lo que había pasado apenas esa mañana. Todo apuntaba a una alerta. Kibum corría un riesgo demasiado improbable para creerse a la primera, pero real.

Llegando al cobertizo pudieron observar la consternación en la expresión de la chica. Sin embargo, Hyeri no había perdido el tiempo tampoco. Quedarse de brazos cruzados nunca había sido una opción.

"Tengo un plan" Anunció firme "Y si ustedes no piensan en algo mejor, eso es lo que haremos" Ambos hombres asintieron, dándole un lapso lacónico a Lee para expresarse.

"Deben dejar caer esos tablones de madera sobre mis piernas".

"¿Qué?" Soltó Changmin desconcertado, no entendía el por qué de una alternativa así de drástica. Pero sabia que detrás de su falta de entendimiento había una precisión y certeza de que eso funcionaria. De otra forma que Hye hubiese sugerido auto-sacrificarse no era creíble.

"Alguna vez escuche que Kibum estaba capacitado para atender heridas de primer grado ¿no es así?" Ahora la cuestión iba dirigida hacia Min. Éste asintió.

Y comprendió lo que ella había ideado. hace un par de años a lo mucho, Kibum le había contado que su madre hacia de auxiliar de enfermera en los centros de salud los fines de semana, atendían a los heridos por las revueltas de las calles. Su hijo le hacía compañía algunas ocasiones y de ahí sus conocimientos básicos sobre las curaciones. Salió de sus pensamientos dándose cuenta de que no podía seguir perdiendo los minutos.
Lo que vendría a continuación ya había quedado acordado, aun sin palabras. Era hora de actuar.

"Bien. A la cuenta de tres".

Hyeri tembló, se acomodó sobre la hierba seca, los puños aferrándose a la tierra. Miró hacia arriba, un cielo despejado anunciaba buen clima. En esos momentos, no pudo exteriorizarlo, pero rezó porque su flagela salvase al niño. Que fuera de provecho el esfuerzo y valor de cada uno.

"Uno" Soltó ella sin dejar de ver las nubes inexistentes frente a ella. Estaba asustada, mucho. Pero eso no iba a paralizarle.

"Dos" Está vez fue Changmin. Minho y él tenían sostenido uno de los pilares.

"Tres".

Hubo un ruido seco y dramático después de eso. Ambos chicos dejaron caer el tablón sobre su cuerpo. Hyeri estaba ahora con la expresión contraída y ambas manos circundando su herida. Sangre comenzó a verse por su muslo derecho. Minho perdió el aliento, pero Changmin no se inmutó, levantándose a paso apresurado, anduvo hacia la entrada de la casa y no dudó en llamar a la puerta. No podrían fallar ahora.

ESCLAVOS (Minkey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora