Breaking Down ✧ SR. » II «

Dame el arma.

Capítulo 59.

—Hey hermano, tranquilo —hice una mueca—. Me acarician el cuello —me lo sobé. Sus movimientos eran brutales, pero no me decía nada y simplemente seguía luchando. No me quedó de otra que seguirle el juego y aplicarle presión en la pantorrilla para tranquilizarlo un poco. No quise decir nada, no quería provocarle más rabia de la que tenía en cada célula de su fuerte cuerpo.

Se quejó pero como era muy orgulloso ya que siempre le gustaba ganar, trató de liberarse. La única vez que se dejó perder fue cuando Violett lo golpeó en pleno ring quitándole el tituló de sus manos. Amaba mucho a esa mujer, incluso más que una victoria, más que una vergüenza en público. Eran como Brad Pitt y Angelina Jolie... pero nada era para siempre, incluso esas celebridades se separaron.

—¡Ahh! —gritó y se liberó de mi enganche, se levantó con mucha fuerza después de tener esa pantorrilla lastimada y me piso la cabeza brutalmente, algo característico de él. Realmente ya no tenía fuerzas, habían sido los treinta y cinco minutos más agotadores de toda mi carrera.
No me levanté, seguía cansado. Colby me miró arreglando su cabello y de un momento su semblante recapacitó, tendiéndome la mano. Al fin había acabado.

—¿Te han tenido con el agua cortada? —traté de decirle un chiste, pero fue muy malo que no le sacó ni siquiera una sonrisa forzada.

—Algo así —me levantó.

—Tranquilo, todo pasará —lo abracé, sabía que no era así—. ¿Tienes algo que decirme? ¿o algo de lo que tengas ganas de contar? —le lancé una indirecta.

—Mm... no, estoy bien —lo pensó por largos segundos y se alejó de mi tomando sus cosas—. Deberías dejar de preocuparte por mi, pareciera como si me amaras en secreto.

—Eres mi amigo, no hay nada de malo que me preocupe por ti.

—Tienes pareja, de ella deberías preocuparte. Ella es quien necesita de tu ayuda y apoyo moral —se pasó la camiseta por el cuerpo—. Yo no me preocupo por ti, no deberías hacerlo por mi.

—Tú sabes que yo estoy bien, esta demás preguntar como me siento. Sabes cual es la respuesta —imité su acción a su lado—. Pero en cambio, se nota que no la estas pasando bien, es muy claro.

—Por favor, deja de preocuparte por mi. Te lo digo en serio —me miró con seriedad.

—Vale, luego no me reclames nada —mascullé.

—Gracias —sonrió. Arreglé mis cosas en silencio, tomé algo de agua y una llamada entrante me alarmó. Era Violett.

—¿Dónde estás? —le pregunté cariñoso.

—En la avenida principal, ¿dónde te encuentras tú?

—En un local de Crossfit.

—¿Sweet Ángel?

—Sip.

—Voy para allá.

—Te espero entonces —colgué y miré a Colby como se preparaba para marcharse—. Espera —le avisé.

—¿Qué sucede?

—Violett viene para acá con tu hija, ¿quieres esperar conmigo?

—Claro —volvió a dejar sus cosas en el suelo y se sentó a mi lado. Estaba algo ansioso, su cuerpo reaccionaba igual que un adicto a las drogas, me asustaba de vez en cuando.

—¿Sucede algo con Apple? Si tienes otros compromisos no te preocupes y ve.

—No, puedo esperar junto a ti.