Capítulo VIII.- Cazando al Cazador.

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6:00 AM, laboratorio de ingeniería.

Blade trabajó toda la noche en la nueva granada electromagnética, añadiéndole más alcance y cambiando sus objetivos, es decir, que sólo dañe a soldados provenientes de la milicia Argariana y no a su tropa. Sólo con un pequeño inconveniente. No logró programar las granadas para que sean a control remoto.

— Quizá necesite más tiempo... Pero, necesito informarle a Alice lo que tiene que hacer ahora.

Las granadas se activarán por cuenta regresiva, tiene al menos 5 minutos para salir del lugar y esconderse de los civiles. Es muy corto el tiempo para una novata, tendrá que ser rápida a la vez que precisa y sigilosa. ¿Habría que poner más guardias para esconderla más fácil?

— Bien, creo que 5 minutos está bien. — Dejó la última granada en su caja y se levantó de la silla.

Sólo caminó en círculos pensando en una nueva estrategia para Alice, agitando su lapicero y azotando suave su mejilla con el borrador del mismo. ¿Realmente es el tiempo suficiente? Sólo hay que confiar en la mestiza. Después de todo, tenía una diferencia muy escasa con Stella.

Hora del desayuno.

Era un total de 30 soldados quienes participarían en el plan, la mitad de ellos estaba disfrutando de un pequeño plato especial, preparada por una de las chefs militares. Una receta (más bien, hechizo) que aumenta la resistencia y la fuerza de quien consuma el platillo. Dichos atributos serían comparados con los del dragón sombra, pero más limitados. Los efectos sólo durarían lo suficiente para ponerse a salvo de los guardas o incluso volver hasta la base.

Aunque, conociéndolos, se quedarán a que su líder esté en buen estado, aún si tengan que sacrificarse para que él esté bien. ¿Acaso es un buen jefe?

Blade tiene la manía de hablar con cada uno de sus soldados para mantener el respeto deseado, pero, no es sólo por obligación. Muchas veces organiza grandes bufetes de sus mejores platillos para que ellos estén a gusto de trabajar bajo sus órdenes y por supuesto, tengan un mejor trabajo en equipo.

— ¿Cómo le haces para hablar con ellos si siempre te veo gastar el tiempo?

— Bueno, hago un poco de trampa. — Le responde Blade a Stella con una leve sonrisa.

— ¿Cómo que trampa? — Pregunta con curiosidad, observándolo como una cara de niña pequeña.

— Eh, hago fiestas con mucho alcohol y ellos me hacen plática. — Responde mientras se sienta, bebiendo una taza de café.

— Oh, las fiestas a las que no voy por ser puros hombres.

— Esas mismas, aunque tú hermana va de vez en cuando.

— ¡¿Eh?!

Stella quedó en Shock, aunque se esperaba que lo estuviera, su hermana es lo suficientemente cerrada como para ser muy impredecible, y que conviva con los soldados del dragón (unos salvajes de lo peor) es algo que la tomó por sorpresa. Es decir, ella es la hermana menor, y Stella tenía el trabajo de cuidarla de cerdos y pervertidos que intentaran hacerle algo.

— Pero tranquila, ni siquiera mis cadetes intentan hacerle algo.

— Ah... — Suelta un tenue suspiro por el alivio. Terminándolo se recargo en una pared.

— Ella es la mejor bebedora que asiste en dichas fiestas, incluso...

— Uh... ¿Incluso...?

Bueno, creo que Blade estaba siendo cruel con su pequeña mano derecha. Decirle que su hermana bebía hasta reventar y además, convivía con seres tan perversos y ebrios cada fin de semana si no había trabajos, al menos cuando ella tenía el día libre, o más bien, ella se escapaba por las noches para ir a las reuniones que la sombra solía programar.

El Despertar de la espada maldita.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora