Día 09 - Búsqueda Infructuosa

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—Discúlpame, Hakyeon, pero no puedo ir en contra de los deseos de mi hermano —susurró Woo Il, quien estaba completamente reacia a contarle en dónde estaba Wonsik.

Por su parte, Hakyeon había pasado una tormentosa semana mientras deshacía su mente en pensamientos pesimistas acerca de la razón por la que Kim Wonsik no quería ni contactarlo, ni que Hakyeon lo contactase. El chico se recostó en la silla bien tapizada del despacho de Woo Il, quien parecía bastante ocupada con lo que sea que aparecía en su monitor. Unos minutos después, cuando Hakyeon no apartaba su mirada de ella y tampoco daba indicios de irse, la prometida de su mejor amigo (pensó en decirle cuñada, ¿pero podía realmente llamarla así?), prestó su atención a él.
—Muy bien. Te diré esto porque probablemente Wonsik esté guardándose toda su mier... Todos sus problemas para sí mismo —el muchacho asintió y rió entre dientes por la educación de Woo Il—. En este momento está en una especie de limbo emocional dónde no sabe si ver por su felicidad o la tuya, y créeme, Hakyeon, estoy asustada. Pero lo último que quiero es que mi hermano sufra durante este tiempo que ya es lo suficientemente difícil para él. Te lo pido, ve con ese idiota y no te separes de su terco trasero hasta el final de sus días.

Hakyeon tomó el pequeño papel que las delicadas manos de la chica le extendían. Le agradeció con una enorme sonrisa y una venia de noventa grados antes de salir y dirigirse a la dirección escrita en una pulcra letra, atemorizantemente parecida a la de Wonsik. En ese momento no pensó muy a fondo en las palabras de Woo Il; palabras en las que había muchísimo entre líneas.

Cuando llegó al lugar indicado, el desconcierto lo hizo confirmar si estaba bien ubicado dos veces. Era un especie de terreno baldío, alejado a hora y media de la ciudad. Lo único vivo que conseguía ver era una vaca a lo lejos, y a no ser que Wonsik tuviera unas impresionantes habilidades de camuflaje, no creía que fuese él.

¿Acaso Woo Il lo había enviado allí para deshacerse de él?
Ella no haría eso, ¿verdad?

Su móvil soltó una notificación en su bolsillo, por lo que rápidamente lo sacó para leer el mensaje de texto. Maldijo su vida tantas veces que no se podía llevar una cuenta.

"De: Woo Il👰
Discúlpame la vida entera, Hakyeon. Te di el papel incorrecto. Estás cerca de la casa de nuestros abuelos, ya les avisé de tu llegada. Pásate un rato por allí. El abuelo Kim es como un segundo padre para Wonsik, te contará muchas historias divertidas.  Te quiero"

Por algún extraño motivo, Hakyeon no creía que ella en verdad se hubiese equivocado de papel.

~•~

Una, dos, tres, cuatro, cinco...

Wonsik contaba las gotas que caían una a una en su ventana; había dejado de llover hacía unas dos horas, pero el agua que todavía estaba acumulada en el tejado se resbalaba lentamente por el vidrio, el mismo que se empañó tras él largar un suspiro. La opresión asfixiante en su pecho seguí ahí, como todo los días, Wonsik seguía solo, con un vaso de agua y un bote blanco de pastillas a su derecha; nada había cambiado. Sin embargo, un nuevo sentimiento había llegado a su rutina: añoranza.

Dejó que sus pies tocaran el frío suelo de cerámica, para posteriormente arrastrarlos hasta el baño. La imagen que le miraba desde el espejo no parecía su propio reflejo. Estaba muy delgado, demasiado, y las ojeras se marcaban dolorosamente en su demacrada piel.
A pesar de su poca energía, y lo debilitadas que estaban sus extremidades, alzó el teléfono móvil tras marcar el número de uno de sus únicos y contados amigos.

—¿Hola? ¿Wonsik? —dijo la voz del otro lado de la línea, con cierto toque de sorpresa—. ¿Cómo estás? ¿Qué ha pasado?
—Empeoró —respiró hondo—. Me quedan menos de dos semanas.
El otro tartamudeó un par de veces. —¿Te lo ha dicho el doctor?
—No. Pero lo sé —esperó por si su amigo quisiese decir algo más, pero lo único que se transmitió por el auricular fue silencio. Pensó que era el momento, entonces—. Jaehwan, pronto alguien pasará por la cafetería preguntando por mí. Hagas lo que hagas, no digas donde vivo, tampoco mi número de teléfono, nada. Simplemente entrégale la caja.
—¡Vaya! Así que ha aparecido el merecedor de tus recuerdos —la tristeza pintaba ahora el tono de Jaehwan, aunque parecía que este intentaba ocultarlo. Sabía muy bien lo que significaba el hecho de que Wonsik le pidiese entregar la caja: Tendría que acercarse a la vivienda de su amigo lo más pronto posible... para despedirse. Las lágrimas rodaban por sus mejillas en silencio, Jaehwan reprimía un sollozo en su garganta.
—Gracias por todo, Jaehwan —susurró el otro, quien estaba también al borde de las lágrimas—. ¿Vienes mañana?
—Sí —sorbió por la nariz sonoramente—. Ahí estaré.

~•~

Arrastró la suela de sus zapatos contra la acera. El viento helado golpeaba su rostro húmedo por las lágrimas, y la noche estrellada, tan hermosa, parecía burlarse de su tristeza. Se dirigía a casa sin mucha motivación, limpiando de cuando en cuando su cara con la manga de su chaqueta.
Hakyeon no podía expresar el sentimiento que oprimía su corazón luego de haber salido del remoto hogar de los abuelos Kim, sólo sabía que el sentimiento de desasosiego no desaparecería en un buen rato.

"—Mi muchacho... —susurro el abuelo pausadamente. La chimenea chisporroteaba con delicadeza, la taza de chocolate caliente en sus manos parecía fundirse con su piel. Los ojos del anciano se encendieron con una chispa de orgullo—. Él siempre ha luchado por seguir vivo. Incluso siendo un indefenso bebé, no se rindió nunca... y es injusto que todo para mi Wonsik deba terminar así.
Y entonces se echó a llorar desconsoladamente. La tierna señora de mejillas coloradas salió de la cocina precipitadamente, y abrazó con fuerza a su marido.
A pesar de que ya tenía piezas suficientes para armar el rompecabezas, Hakyeon quiso preguntarle a qué se refería; sin embargo, no fue el abuelo quien contesto.
—Tu ya sabes qué es lo que ocurre, querido —habló con dulzura la mujer, y le dedicó una sonrisa mientras le aconsejaba amablemente—: Pero no creo que mi nieto busque simplemente que descubras su enfermedad. Creo que él quiere todo menos eso."

Se detuvo e intentó recuperar el aliento en medio de sus desconsolados, pero quedos sollozos. Sorbió por la nariz justo cuando una oleada de viento frío azotó su cuerpo; sus dientes castañeaban, y Hakyeon se abrazó a sí mismo mientras corría hacia una pequeña cafetería que, en menos de un segundo, sus ojos lograron detectar.

No había alcanzado a leer el nombre, sin embargo.
Una cálida decoración, tan hogareña como nunca lo había sido su propia casa, lo recibió tras entrar al local. Cierto aroma a panecillos y café negro circulaba por el establecimiento de una manera acogedora.
Metió sus manos en los bolsillos del abrigo y se acercó al mostrador. Habían unas pocas personas compartiendo una mesa, y nadie parecía estar atendiendo. Dudó en si llamar a la campanilla que estaba allí, no estaba muy acostumbrado a salir a comer solo. Normalmente, sus acompañantes pedían por él.
—Buenas noches —le llamó una voz desconocida, provocando que se voltease inmediatamente. El hombre frente a él le dedicó una amplia y amable sonrisa; era de su misma estatura, con ojos brillantes y cabello castaño. Hakyeon parpadeó y lo observó de pies a cabeza, dándose cuenta que llevaba un delantal con lo que, suponía él, era el logo de la cafetería—. Bienvenido a Jae's Café. ¿En qué puedo servirte?

-•-
¡Hola!
Creo que están en su derecho a sacarme los ojos(? Lo siento mucho. Realmente pensé en cancelar la historia, la inspiración para escribirla me está faltando ;w; pero no lo haré. Aunque tarde mil siglos, ¡cumpliré mi palabra!

¡Gracias por leer y hasta una próxima actualización! No olviden comentar~ y disculpen cualquier error.

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⏰ Última actualización: Mar 29, 2017 ⏰

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[HIATUS] Un Millón de Piezas • {Navi Mini Fic}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora