Rebecca tocó sus labios con las yemas de los dedos. Todavía podía sentir la calidez y suavidad de los labios de Allen sobre los suyos. Miró su reflejo frente al espejo de su habitación. Tenía las pupilas dilatadas debido a la excitación de hacía unos minutos en el departamento de Allen.
Suspiró un par de veces y trató de relajar su mente.
No había pasado nada todavía. Solo se habían besado, aunque en realidad habían sido más que unos besos; sin embargo, se detuvo a tiempo antes de que las cosas fueran más lejos. Ya había tomado el anzuelo, ya había tomado una decisión.
Tendría que valer la pena.
Aunque si era sincera, en lo profundo de su ser tenía un poco de miedo, temor de que llegara a enamorarse en serio de Allen y al final ella no consiguiera cambiarlo y salvar lo que creía perdido en él.
—No hay nada que temer desde ese día. ¿Recuerdas? —susurró hacia sí misma.
Miró por última vez su reflejo y entonces entró a la ducha. Necesitaba agua fría contra su piel que parecía hervir al tan solo recordar lo sucedido. En unas pocas semanas sería su cumpleaños número diecinueve, recordó de pronto, y todavía no tenía planes en absoluto.
Llegó al aula justo antes de que comenzara la primera clase. Había tomado el transporte, ya que no encontró a Allen por la mañana, aunque enseguida comprendió que no la había esperado para irse juntos a la facultad. No quería aceptarlo, pero le había dolido.
—Becca, regresa a este mundo. —Vio una mano moverse delante de su vista.
Parpadeó y enfocó la mirada en Susana, quien tenía un gesto divertido en el rostro.
—Uh, lo siento.
—¿Pasa algo? Vamos, sabes que puedes confiar en mí. —Su amiga esbozó un puchero.
Becca asintió y se relamió los labios con nerviosismo. No sabía cómo lo tomaría ella.
—Bueno, pasa que mi inquilino y yo... —comenzó a murmurar, cuando de reojo lo vio entrar con ese aire de común indiferencia y sentarse dos filas más adelante que ellas.
Susana lo notó.
—¿Allen y tú...? —cuestionó con la atención clavada en su espalda.
Becca tragó saliva, insegura.
—Comenzamos una especie de relación...
—¿Qué? —Susana abrió los ojos como platos—. Explícame.
La joven esbozó una mueca con desgana. ¿Cómo decir que había aceptado ese tipo de relación solo porque quería rescatar a Allen de su sufrimiento? Sin mencionar la poderosa atracción que en su mente y cuerpo despertaba... ¿Y también porque quería vivir algo distinto antes de lo incierto? Ella no lo entendería, tal vez nadie lo haría.
—Bueno, no tenemos una relación seria todavía, en realidad solo lo estamos intentando —admitió.
Susana levantó una ceja.
—¿Me estás diciendo que solo son amigos con derechos?
Becca negó con un movimiento de cabeza.
—No, no de esa manera. Es decir, nos gustamos, sí, pero ninguno quiere algo más comprometedor.
—Es lo mismo que dije, y no me agrada mucho.
Bufó, ya le había dicho, ahora no podía evadirla.
—Bueno, sí, pero fue decisión de los dos —se defendió y apretó los labios en una fina línea.
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Heridas Profundas
RomanceRebecca tiene una enfermedad que podría matarla. Un día conoce a Allen, un chico triste y solitario al que le muestra que, a pesar de todo, la vida tiene cosas por las que sonreír. * * * En un mundo donde la esperanza ha perdido todo valor, Allen Wh...