Un paseo por el bosque

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Disclaimer: Los personajes de Cómo entrenar a tu dragón no me pertenecen, derechos a Dean DeBlois, Cressida Crowell y DreamWorks.

Reto del día 26: One- shot post HTTYD

...

- Ven amigo – le ordenó Hipo a Chimuelo susurrando – Quiero que me acompañes a un lugar

Habían pasado unas diez horas desde que Hipo había despertado de su profundo sueño, de que se enteró de había perdido la mitad de su pierna izquierda, de que los dragones ahora vivían en paz junto con los vikingos, de que la guerra de más de trecientos años había acabado por fin.

El vikingo y el dragón salieron sigilosamente por la ventana, aún era de noche, todos dormían, o eso aparentaban. Los dos grandes amigos fueron en dirección al bosque de Berk, Chimuelo tuvo que llevar al castaño en su lomo, debido que a Hipo le dolía demasiado su pierna izquierda, o lo que quedaba de ella, todavía no estaba acostumbrado a tener una prótesis, fue un cambio muy grande para él.

- Vamos a nuestro lugar, amigo – dijo Hipo, acariciándole una de sus orejas al dragón – Ya sabes dónde es.

Tal como había dicho Hipo, Chimuelo sí sabía el lugar donde era, fue muy obvio, en ese lugar comenzó a formarse su amistad. Se dirigió ahí. Decidió correr envés de volar, no quería que Hipo se sintiera más mal de lo que ya estaba, creyó que por ahora lo mejor era estar en tierra. Al poco tiempo, llegaron ahí, ambos bajaron y se sentaron en el césped.

- ¿Cómo te va, amigo? – preguntó el castaño a su dragón, aunque sabía muy bien que este no le iba a responder, pero si lo hacía, no le iba a entender. De todas formas, Chimuelo le sacó la lengua juguetonamente – Creo que estas muy contento, por lo que puedo ver – el Furia Nocturna comenzó a saltar como si fuera alguna especie de cabra – Wow, estás muy feliz

Chimuelo muy entusiasmado le dio un lengüetazo, extrañó mucho a Hipo, se había preocupado bastante cuando no logró proteger a Hipo por completo, no quería que el castaño sufriera lo mismo que tuvo que sufrir él, se sentía culpable. Creyó que cuando Hipo se quedó dormido por aproximadamente unas dos semanas, no iba a despertar nunca más, creyó que cuando habían peleado con la Muerte Roja, ese iba a ser el último momento que vio con vida a su mejor amigo, al único que no le había temido con sólo verlo. Pero gracias a Thor, eso no ocurrió, ahora envés de eso, ambos estaban en Berk, con vida, y la guerra de vikingos y dragones había terminado, todo gracias a esos dos amigos de distintas especies.

- Ay, amigo, sí que duele – se quejó el castaño acariciando a su dragón refiriéndose al dolor que sentía en lo que le quedaba e su pierna izquierda – Ahora sé o que sentías hace poco, a propósito, ¿a ti te duele?

Chimuelo hizo un sonido despreocupado, como si no le importara, Hipo lo tomó como una señal de que no le dolía en lo absoluto.

- Qué alegría que no te duela ahora – comentó sonriente él – Me alivia bastante.

Mientras eso ocurría cerca de Punta Cuervo en la isla de Berk, en el pueblo había una chica rubia que estaba recién despertando de una pesadilla, esa pesadilla la había tenido desde hace unas dos semanas más o menos, no recordaba muy bien. Esta constaba de lo más inusual que ella podría imaginar, no tenía nada que ver con ella o con su persona, sino que con alguien más, cierto chico castaño que había logrado la paz entre los dragones y los vikingos, cierto chico que la había llevado a un vuelo romántico, el chico que, por primera vez en su vida, había logrado impresionarla, en su sueño, él no podía salvarse de la muerte, ni siquiera pudo salvarse de la explosión de la Muerte Roja, no pudo salir, no habían encontrado su esqueleto, lo único que había sobrevivido fue Chimuelo, quien tenía la cabeza agachada. Esto logró despertarla de un susto terrible, no quería que Hipo muriera, no quería eso por nada del mundo, jamás en la vida. Por esto, decidió salir un poco de su casa junto con su dragona y su hacha, quería caminar por ahora, si volaba en Tormenta posiblemente despertaría a más de un vikingo, prefirió no arriesgarse a despertar a alguien. Salió en dirección al bosque, quería golpear algunos árboles con su hacha.

- Vamos nena – dijo la rubia – Quiero mostrarte un lugar que sé que te va a encantar. Sígueme.

Ambas fueron al bosque, la rubia quería ir al lugar donde había descubierto a Hipo, el mismo lugar donde cuidaba de cierto Furia Nocturna, el mismo lugar donde le había dado un beso en la mejilla, el mismo lugar donde ahora mismo estaba Hipo y Chimuelo. Eso los sorprendió, a los dos jinetes y a los dos dragones cuando se encontraron.

- ¿Qué haces aquí? – preguntaron ambos al mismo tiempo

- ¿Qué hago yo aquí? ¿Qué haces tú aquí? – volvieron a preguntar al mismo tiempo

- ¡Deja de decir lo mismo que yo! – gritaron otra vez al mismo tiempo

- Okey, okey – comenzó a decir Hipo con humor por lo que había ocurrido anteriormente – Ahora sí, ¿qué haces aquí?

- Bueno, digamos que mi espíritu aventurero quiso salir un poco a pasear por el bosque – respondió la rubia pasando su hacha de su mano derecha a su mano izquierda

- ¿Y justo aquí? – volvió a preguntar el castaño

- Exacto – respondió la rubia ahora poniendo su hacha encima de sus hombros – Ahora, respóndeme tú, ¿qué haces aquí?

- ¿Yo? – preguntó el castaño haciéndose el interesante – Eh...bueno, creo que es la misma razón tuya, mi espíritu aventurero también me convenció de salir a explorar

- Genial – comentó ella sentándose a su lado - ¿Cómo te sientes?

- Bien, supongo – contestó él encogiéndose de hombros despreocupadamente

- ¿Supones? – preguntó algo confundida Astrid – Dilo ya, algo te ocurre.

- Ja – rio Hipo con un tono sarcástico - ¿Cómo lo sabes?

- Digamos que eres algo predecible –

- Lo que me faltaba –

- Ahora dime, ¿qué ocurre? – volvió a preguntar ella poniendo una de sus manos en un hombro de él

- Sólo...todavía estoy sorprendido, por todo, ya sabes –

- ¿Todo, todo? – preguntó ella sonrojándose un poco

- Sep, todo – contestó el castaño mirándola con algo de nerviosismo

- Vaya – exclamó la rubia – Y...eh... ¿cómo te va con el tema de tu pierna?

- Duele – se quejó él sobándose su pierna izquierda

- Me imagino – comentó ella – Pero todo tiene un lado positivo

- Tienes razón – concordó él – Como por ejemplo todo lo que ocurrió

- Exacto –

- Gracias Astrid – agradeció Hipo de repente

- ¿Por qué? – preguntó ella confundida

- Por haberme detenido aquí – dijo el dándole una sonrisa

- Ah, eso, no fue nada – respondió ella – Aunque en realidad te seguí por un ataque de celos.

- Quién lo diría, la gran Astrid Hofferson celosa de mí –

- Déjame – dijo ella en modo de juego – Creo que ya es hora de volver, en cualquier momento amanecerá. Y estoy segura que nuestros padres se asustarán algo por no aparecer en nuestras camas.

- Concuerdo contigo – dijo él – Entonces, hasta pronto Astrid – se despidió parándose para después sentarse sobre el lomo de Chimuelo

- Adiós – se despidió ella subiendo sobre Tormenta para salir volando hacia su hogar

Hipo hizo lo mismo que ella, se fue a su hogar, estaba muy feliz porque gracias a ese paseo por el bosque, se había encontrado con el amor de su vida, Astrid Hofferson, la chica de sus sueños, la única que tendría su corazón, la primera chica que había besado, o mejor dicho, ella lo besó a él, de todas formas fue un beso, eso es lo que cuenta.

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