Una razón

580 39 2
                                    

Disclaimer: Los personajes de Cómo entrenar a tu dragón no me pertenecen, derechos a Dean DeBlois, Cressida Crowell y DreamWorks.

Reto del día 21: One- shot donde los personajes sean niños.

...

- Hijo, ya te dije, no puedes salir del taller de Bocón sin avisar antes – comenzó a regañarme mi papá, siempre lo hace - ¿Qué pasaría si te ocurriera algo?

- No sé – respondí con la cabeza agachada, no me gustaba mirarlo a los ojos cuando se molestaba conmigo por no hacer lo que él quiere

- ¿No lo sabes? – me preguntó irónico – Te diré, algún dragón te podría secuestrar y luego te van a comer – dijo agachándose a mi altura – Sé que es difícil que te quedes quieto en un mismo sitio, pero trata de hacer el esfuerzo, ¡nadie sabe lo que puede sucederte cuando estás afuera! Trata de avisar antes, ¿sí?

- Está bien – respondí rindiéndome, aunque sé de todas formas que no le haré caso

- Sin mentir – me advirtió mi padre – Si dices que vas a avisar, vas a avisar, ¿entendido?

- Lo sé papá – dije para tratar de convencerlo

- Bien, ahora vuelve al taller de Bocón – me ordenó

- Pero... ¿No puedo salir? – pregunté ahora sí mirándolo

- ¿Salir? ¿Para qué quieres salir? – me preguntó

- Quiero salir, estar siempre donde Bocón me aburre. Además, quiero estar un poco al aire libre –

- ¿Sabes? Eres muy ingenioso para sólo tener siete años – comentó con un poco de orgullo, eso fue a mi parecer

- Gracias – respondí con una sonrisa enorme – Entonces... ¿Puedo salir?

- Bien – aceptó – Pero ten cuidado.

- Sí papa. Gracias – le dije abrazándolo, él me lo devolvió, pero con un solo brazo

- Sí, sí. Ahora ve, antes de que cambie de opinión – dijo para después soltarme

- ¡Gracias! – exclamé, para luego irme corriendo hacia alguna parte de la aldea, no tenía una idea clara de dónde, pero sólo quería salir

Mi papá desde siempre me ha dado protección, desde siempre. Según Bocón, mi papá me ha estado protegiendo muchos más desde que los dragones se llevaron a mi mamá cuando apenas era un bebé. Todavía no comprendo muy bien la historia de lo que ocurrió esa noche, papá no me la ha contado todavía. Yo logré averiguar un poco sobre ella, debido que escuché a algunos aldeanos de la isla conversar sobre lo que había ocurrido, pero no pude descifrar muy bien lo que decían, no se puede hacer mucho cuando estas escondido debajo de una mesa para que Bocón no te encuentre y te corte el cabello los seis años. De todas formas, igualmente perdí parte de mi cabello, y eso era lo que menos quería.

Fui al centro de la aldea, lo hice sólo para hacer creer a mi padre que iría aquí y me quedaría a recorrer el lugar o algo así, pero no, yo lo que quiero ahora mismo es adentrarme en el bosque de Berk y tener mi propia aventura, quiero recorrer ese lugar y conocerlo como la palma de mi mano.

Sin que nadie se diera cuenta, lentamente me dirigí hacia mi objetivo, el bosque. Estaba a un solo paso para poder entrar, desde aquí e ve un poco terrorífico, pero de todas formas quiero hacerlo, quiero conocer, poder explorar lugares que pocos conocen. Decidí entrar. Hasta ahora todo ha ido bien, excepto por algunos tropezones con algunas rocas y alguna que otra rama que me ha golpeado en la cara, pero nada de qué preocuparse, todo está bien.

Pero de un momento a otro, unos sonidos extraños comenzaron a escucharse en unos árboles que estaban cerca de mí. Esto me está inquietando, tal vez sea algún conejo, como también puede ser un dragón feroz que va a venir a comerme, tal como dijo papá. No, no debo dejarme influenciar por el miedo, tengo que ser fuerte. Rápidamente saqué mi daga que siempre llevo conmigo en mi bolsillo, nunca salgo sin ella, es como una protección para mí.

El ruido comenzó a hacerse cada vez más y más fuerte, ahora puedo escuchar con más claridad, alguien está haciendo esos sonidos con un arma, por lo que se puede descartar la posibilidad de que sea un conejo, pero no totalmente la otra posibilidad de que sea un dragón, alguien podría estar luchando con uno ahora mismo y venir aquí para después comerme, no quiero que un dragón me coma, no me gustaría dejar solo a papá.

Con lo poco de valentía que me quedaba, empecé a acercarme hacia dónde provenía el sonido, por favor Thor, te lo ruego, que no sea un dragón.

Me coloqué detrás de un árbol, justo a un lado del sonido, moví un poco mi cabeza para poder ver qué o quién hacia ese ruido. Afortunadamente, no había ningún dragón cerca, sólo había una niña rubia, como de mi misma edad, que estaba lanzando un hacha hacia algunos árboles, ¿por qué lo hará?

- ¡¿Quién está ahí?! – gritó la niña alzando su hacha, se veía muy intimidante

- Lo siento – me disculpé saliendo de mi escondite alzando mis brazos

- ¡¿Quién eres?! – volvió a gritar girándose hacia donde yo estaba, ella era linda.

- Me llamo Hipo – me presenté - ¿Y tú eres...?

- Mi nombre es Astrid – respondió con un tono de desconfianza - ¿Qué haces aquí?

- Estaba dando una vuelta por aquí y escuché unos ruidos, pensé que era algún dragón y quise investigar un poco – le respondí diciéndole a verdad

- Un niño como tú no debería estar en estos lugares – me comentó poniendo su hacha en su hombro

- ¿Un niño como yo? – pregunté algo ofendido – Para tu información, me sé defender.

- ¿Seguro? – preguntó irónica

- Sí, ¿por qué...? - pregunté

Entonces Astrid saltó encima de mí, esta chica está loca. Se puso en mi espalda y me hizo algo, no sé qué, pero no podía moverme, ¿cómo es posible que una chica como ella sea tan fuerte?

- ¿No que te sabías defender? – me preguntó riéndose de mí

- Me tomaste por sorpresa – respondí intentando defender la poca fuerza que tenía, porque en serio, yo no tengo casi nada de fuerza

- Claro – dijo con sarcasmo, para luego soltarme y dejarme libre. Mi cuerpo me dolía – Espero no haberte roto el brazo.

- ¿Cómo...? – empecé preguntar levantándome - ¿Cómo es que eres tan fuerte?

- Práctica -dijo con indiferencia

- Qué genial – dije sonriente

- ¿Sabes Hipo? Me agradas – me dijo dándome un golpe en mi brazo derecho, justo ese brazo era el que no me dolía

- ¡Au! – exclamé sobándome la zona golpeada – Tú también me agradas, Astrid.

- ¿Quieres que seamos amigos? – me preguntó estirándome su mano

- ¡Sí! – dije feliz, pero en vez de darle la mano, fui y le di un abrazo, un abrazo de oso como dice Bocón

- ¡Hey! – dijo ella separándose un poco, pero de todas formas correspondió al abrazo – Espacio personal

- Oh, claro. Lo siento – me disculpé, ella tenía razón, yo debía ser un caballero

- ¿Quieres que te enseñe un poco a lanzar el hacha? – me ofreció

- Seguro – respondí

Sin duda alguna, esta chica es colosal. Creo que debería escaparme más seguido del taller de Bocón, ahora por lo menos, tengo una buena excusa para irme de ahí, esa razón sería Astrid.

Que la imaginación fluya Donde viven las historias. Descúbrelo ahora