Pastel de bodas 【 BillDip 】

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Bill, extrañamente, en verdad sentía que estaba a punto de casarse. La sensación en su vientre y el calor en su rostro cada vez que miraba la argolla de compromiso eran más que prueba suficiente. No había duda alguna cuando Bill se refería a él mismo, siendo un romántico sin remedio. ¡No podía evitarlo!

Era común en él leer historias románticas, o ver películas de amor y llorar al final. Bill no negaba que había algo en él que adoraba cómo cosas divinas a autores como Isaac Asimov, Allan Poe, incluso Lovecraft. Joder, era fanático de sus historias, pero él y Dipper sabían que, al caer la noche, estando solo en su habitación, se acurrucaba entre sus cobijas y leía a autores que derramaban romance en cada letra.

Y, de acuerdo, Bill podía vivir con todo esto de la falsa boda por un poco de pastel, y podría fingir ser un maldito romántico todo el tiempo (aún a pesar de que no estuviera fingiendo). El único problema residía en que, para su desgracia, Bill no había pensado adecuadamente todo éste plan. No había tomado en cuenta que tendría que hacer los arreglos de una boda para que pareciera todo real, y mucho menos había puesto atención al hecho de que Dipper era con quien tendría la falsa boda.

Ciertamente, Bill no hacía más que jalar sus cabellos fuertemente al pensar en que hoy se vería con Dipper, y que irían a tener una entrevista de pareja en donde discutirían un montón de cosas para la boda falsa, y sólo para poder conseguir un poco de pastel gratis.

Lo valía, a decir verdad, pastel gratis y pasar el tiempo con Dipper. Era lo mejor, honestamente, así que no había nada de lo que pudiera quejarse. Suspiró, acariciando con gentileza el anillo que reposaba suavemente sobre su dedo, y tomó las llaves de casa, gritándole a su madre que volvería pronto. Salió por la puerta trasera, y caminó hasta la casa de Dipper, su mente dando vueltas alrededor del asunto de la boda falsa.

No sabía qué iban a discutir con esa chica, Star, la planeadora de bodas. De cualquier forma, él y Dipper habían estado hablando acerca de distintos temas que podrían llegar a tocar con la chica, y habían tenido que decidir algunas cosas que probablemente ella les preguntaría. Básicamente se habían comportado como verdaderos esposos planeando una verdadera boda, y eso asustaba a Bill más de lo que estaba dispuesto a aceptar.

Al llegar a casa de su amigo, se encontró con que éste ya le esperaba frente a su puerta, con una sonrisa en el rostro. Bill resopló divertido y le indicó con la cabeza a Dipper que se acercara a él; el castaño obedeció y Bill entrelazó sus brazos, una sonrisa burlona haciendo su camino a través de sus labios.

—Me siento halagado de que me esperes tan impaciente, amor —bromeó Bill con voz suave, y Dipper rodó los ojos y rió, golpeandolo levemente con sus caderas. Bill sonrió satisfecho, y ambos continuaron caminando en dirección a la casa-oficina de la famosa planeadora de bodas.

—Se siente extraño —murmuró Dipper, extendiendo la palma de su mano derecha, mirando la argolla de compromiso, y Bill guardó silencio, no sabiendo qué decir. —No de forma negativa, pero extraño —continuó el castaño, y bajó su mano, dirigiendo su mirada hacia su amigo.

Bill jugueteó un poco con el anillo en su propia mano, y tarareó pensativo, intentando encontrar algo que decir. De cierta forma, sí, estaba de acuerdo con Dipper; se sentía diferente, extraño, pero no de una manera negativa, sino más bien como algo nuevo, y eso lo atemorizaba demasiado. Probablemente era su culpa, y él veía cosas que no se encontraban ahí, probablemente sólo se estaba enfermando porque el simple hecho de pensar en la boda falsa con Dipper, hacía que su cabeza diera vueltas, y en ocasiones quería vomitar.

Así que sí, se sentía extraño, y se sentía cómo algo nuevo, pero también se sentía cómo si estuviese enfermo. Era una mezcla de sentimientos tan desastrosa, que Bill sentía un maldito huracán en su estómago, y en su cabeza, y honestamente Bill únicamente podía sentir como todo su cuerpo dejaba de funcionar. Era...diferente.