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Al finalizar su llamada con Dipper, Mabel no pudo hacer otra cosa más que recostarse en su cama, ver el techo, y llorar un poco.

Mabel tenía la mejor vida que alguien pudiese desear. Hacía las cosas que amaba y le pagaban por ello. Pasando sus días y noches enteras haciendo ropa, o planeando fiestas de todo tipo. Tenía a los mejores padres de todo el mundo, y sus tío-abuelos la adoraban con toda su alma. Además, Mabel tenía amigos maravillosos que siempre estarían ahí para ella, que le apoyaban en todo, y que le daban consejos para conquistar a la persona que tanto le atraía en ese momento. ¿La cereza del pastel? Mabel tenía a Dipper, su hermano gemelo; el único que, con sólo un abrazo incómodo, podía animarla infinitamente en sus peores días.

Mabel tenía todo, a excepción de algo que a veces le hacía preguntarse si sus decisiones eran correctas. Y es que a veces el enamorarse y amar, no es para todos. Ella lo aprendió de la manera difícil.

Su primer novio tenía padres delirantes que, por alguna razón, querían que sus hijos se casaran de inmediato (por supuesto, Mabel lo dejó y sus padres se encargaron de mantenerlo lejos de ella). Su segundo novio prácticamente la abandonó para irse al otro lado del océano, y jamás lo volvió a ver. Luego, comenzó a salir con una chica que hacía a su corazón latir más rápido, y sus ojos pestañear con dulzura; lamentablemente, la familia de la chica la mandó lejos, a un lugar donde jamás pudiese volver a ver a Mabel. Sus últimas dos relaciones, fueron también un fracaso. Una de ellas con un chico que conoció en su fiesta de graduación, quien sólo salía con ella porque no tenía otra cosa que hacer.

La última relación que tuvo fue, probablemente, la que más dudas le dejó a lo largo de toda su vida. Will Cipher era, definitivamente, la persona que jamás abandonaría su mente. De hecho, estaba completamente segura de que Will era su alma gemela, la persona que el universo destinó para ella. Estaba segura, también, que él pensaba y sentía exactamente lo mismo. Sin embargo, el problema yacía simplemente en que el amor no suele ser realmente para todos. Al menos, no en ese sentido.

Y qué jodida era la vida en ocasiones. Porque Mabel estaba completamente agradecida de estar viva, de poder presenciar los amaneceres cada día al despertar; y admirar los anocheceres, asomada por la ventana de su habitación. Amaba estar con vida y vivir. Sin embargo, los momentos tristes que seguían existiendo, y que probablemente jamás dejarían de hacerlo, la hacían odiar la vida en ocasiones. Pero le era imposible aceptar que Will era la persona que su corazón elegía una y otra vez, sin importar el paso del tiempo, sin importar las circunstancias.

Le era imposible aceptar el hecho de que Will probablemente soñaba con su vida juntos, así como ella hacía cada noche. No podía simplemente aceptar que Will y ella estaban destinados el uno para el otro, que ambos lo sabían, y que aún así no era suficiente. Que por una u otra razón, no era suficiente para ella, y no era suficiente para él. Y Mabel odiaba sentirse así porque lo único que pasaba por su mente era lo mucho que eso era más que nada su culpa. Y se odiaba por ser de esa manera, por aferrarse a algo que probablemente era lo que estaba destinado para ella, pero que no era lo que ella exactamente deseaba.

Y Will Cipher era probablemente el hombre más atractivo del planeta, en los ojos de Mabel. Era delgado, con músculos disimulados en los lugares correctos; ojos azules que le hacían pensar en el océano, y la mente más hermosa que Mabel alguna vez pudiese haber tenido el placer de conocer. Will era justo para ella, pero no era lo que ella consideraba indicado.

Will era muy diferente. Era un tipo de persona única. Incluso entre la ya conocida rareza de la familia Cipher, Will destacaba. El hermano mayor, Phil, era extraño en el sentido estoico y misterioso. Phil daba miedo pero tenía un aura y actitud atrayente que engañaba a todos. Bill, el segundo hermano, estaba loco. Reía fuerte y asustaba a la gente con ideas repentinas que parecían salidas de programas de TV de crímenes, y aún así se las arreglaba para tener a todos a sus pies de manera voluntaria. Los padres de los tres chicos estaban obsesionados con el poder y había rumores aterradores sobre de ellos, pero seguían siendo la imagen perfecta de padres perfectos que amaban a sus hijos con toda el alma. ¿Y Will?

Pastel de bodas 【 BillDip 】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora