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Para el final de ese día, Dipper ya no sabía qué hacer con su vida entera porque, cuando salieron de la cita con Star, Bill lo había invitado a comer sushi. Todo, hasta ahí, iba bien. Normal. Sin embargo, cuando salieron del​ local de sushi, Bill había querido que pasaran el resto del día juntos y, honestamente ¿cómo podía Dipper decirle que no a Bill? Le era imposible negarle algo cuando el rubio lo miraba con esos ojos color dorado, y esa sonrisa tierna. Era como ver a un pequeño gatito que rogaba por un poco de atención y caricias, así que había aceptado.

Justo después de aceptar, Bill le había arrastrado hasta el parque más cercano y lo había obligado a sentarse en una de las bancas. Habían estado hablando de los proyectos en los que se encontraban trabajando actualmente, como la siguiente aparición de Bill en una serie de televisión famosa. Dipper no había podido evitar sentirse inmensamente orgulloso de su mejor amigo quien había estado trabajando duro desde que estaban en la escuela para poder convertirse en un gran actor, y ahora ahí se encontraba Bill, con miles de seguidores en Twitter e Instagram, gracias a sus logros.

Bill adoraba la actuación, era su razón de vivir. El rubio siempre fue un gran alumno en todas las materias, demasiado listo, con excelentes calificaciones (pero no mejores que las de Dipper) y magníficas demostraciones de su conocimiento en distintos proyectos y/o presentaciones, sin embargo, su única pasión fue la actuación, el teatro, la literatura dramática. Incluso al seguir en la escuela de actuación, Bill había buscado obtener papeles en distintas obras de teatro y demás. Su primer papel, Dipper recordaba, había sido en una terrible obra moderna de Romeo y Julieta. No había tenido muchas líneas y su única aparición había sido en el tercer acto (Dipper lo recordaba todo a la perfección, después de todo, fue cuando las cosas empezaron par Bill), sin embargo, su actuación había sido magnífica.

Dipper siempre supo que Bill iba a lograr grandes cosas. Su amigos era increíblemente atractivo, pasaba un buen tiempo en el gimnasio, ejercitando su cuerpo (con baile, más que nada) con tenacidad para poder tener resistencia en su trabajo. Además, la manera en que Bill actuaba siempre era magnífica. Dipper siempre escuchaba a su amigo decir que una actor no tenía tiempo de fingir sentimientos, un actor actuaba, un actor no fingía tristeza ni amor, sólo lo actuaba. Dipper jamás iba a ser capaz de comprender, entonces, cómo era que toda actuación de Bill le calaba hasta los hueso, estremeciendo cada parte de su cuerpo y alma.

Ver a Bill actuar era hacer presencia de un acto casi divino; su manera de actuar era algo que erizaba la piel de los espectadores, algo que jugaba con sus mentes y destrozaba corazones tan rápido cómo los hacía latir. Dipper había llorado, reído, había incluso mordido su labio tan fuerte que sangró, con diferentes papeles que Bill tuvo en el pasado. Dipper amaba verlo actuar, era maravillosa la sensación en su pecho cada vez que era testigo de ello, y era aún mejor el saber que Bill era feliz con ello, que lo disfrutaba y amaba cada momento de su trabajo.

Por otro lado, también habían hablado de la cantidad de estrés que Dipper tenía sobre sus hombros al estar en cada detalle que involucraba la publicación de su libro. Y no era para malinterpretarse, ya había publicado dos libros (bastante famosos, si era honesto) con anterioridad, y aunque ya era un poco más fácil de lidiar todo el procedimiento, seguía siendo cansado y un poco estresante. Su más reciente libro sería publicado en el mismo mes en que la supuesta boda (falsa) se llevaría a cabo, y eso sólo volvía las cosas un poco más atareadas.

Sin embargo, estaba feliz. Dipper había sido capaz de terminar el tercer libro de su saga, y ahora estaba a punto de publicarlo. Además, a lo largo de todo ese viaje había estado Bill a su lado. Bill había sido quien (de una manera no muy gentil) le había convencido de que tenía lo necesario cómo para poder terminar el libro, y llevarlo a través de todo el proceso de edición y demás, hasta que llegara a manos de una editorial dispuesta a publicarlo. Antes de todo eso, por supuesto, había sufrido durante días incontables y noches interminables, frustraciones terribles e inmensas ganas de abandonar todo lo que había logrado, clamando no poder más. Pero, en cada uno de esos momentos, Bill le detuvo y le hizo entender que no podía darse por vencido.

Pastel de bodas 【 BillDip 】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora