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—¡Bill! —gritó Dipper a través del teléfono, en parte para que su amigo lo escuchara bien, y en parte porque quería ahorcar su cuello y quizá también golpearlo un poco. —¡Dijiste que tu manager se encargaría de esto!

—Uh, sí, verás... —murmuró Bill del otro lado de la línea, y Dipper casi no lo escucha por los gritos del lado de Bill y los gritos de su lado. —Parece que la situación se salió de control.

—Ya me di cuenta de eso, gracias por la información, Sherlock.

—Dipper, lo siento, en serio —dijo Bill sonando en verdad arrepentido, y Dipper sintió que su corazón se apretujaba un poco. No estaba molesto con él, con nadie en verdad, sólo estaba estresado porque no tenían planeado anunciar su boda en esos días; de hecho, no tenían planeado anunciarla nunca, porque sería falsa. —No esperaba que hubieran tantas fotografías y que se propagaran tan rápido. Nunca esperé que nos estuvieran siguiendo de esa forma. Lo siento.

—No. No es tu culpa, es sólo... —dijo Dipper casi en un murmullo, agradeciendo que las paredes del baño reducían un poco el ruido de afuera. Lamió sus labios y acomodó su cabello con una mano. —¿Qué se supone que debería decirles? ¿Qué les dirás tú? ¿Y si piensan que todo esto es verdad y me odian por salir contigo, por estar a punto de casarme contigo?

—No lo harán —replicó Bill con una voz tan suave y reconfortante que Dipper lo creyó inmediatamente, olvidando por completo la razón inicial por la cuál se encontraba tan preocupado.

—Entonces, Bill ¿qué haremos? —preguntó Dipper, mirando la hora en el reloj en su muñeca, decidiendo que el tiempo que tenían era corto y muy pronto tendrían que finalizar la llamada para que cada uno pudiera regresar a las diferentes reuniones en las que se encontraban.

Dipper se encontraba rodeado de todos sus queridos lectores en una de las afamadas fan-meetings, donde ellos podían hacerle preguntas que él contestaría, firmaría sus libros y conviviría con ellos tanto cómo fuese posible. Bill, por su parte, se encontraba en algo similar, simplemente que él en lugar de firmar libros tal como Dipper hacía, se dedicaba a firmar imágenes y hasta posters.

—No hay remedio más que decirles, Dipper. Tenemos que anunciar nuestra boda y, pues...sólo podemos esperar a que las cosas sucedan —respondió Bill casi susurrando, como si su voz estuviese temblando. —Además, uhm, hay algo... Quiero hablar contigo sobre algo.

—Mhm, ¿qué sucede?

—No, ah... ¿Está bien si paso por ti cuando termines? Podemos ir a tomar un café o algo —pidió Bill, y Dipper trató de ocultar la manera en que prácticamente podía sentir a su corazón atorarse en su garganta, mariposas llenando su estómago.

—Sí, está bien.

—De acuerdo.

—Sí.

—Uh...

—Me tengo que ir, puedo escuchar la impaciencia de Ryan, te veo más tarde —se despidió Dipper con rapidez, la incomodidad de esos últimos segundos parecía adherirse a su piel, y sintió ganas de patear algo.

Pasó sus manos por su rostro con desesperación. ¿Por qué se habían comportado así? Nunca, desde hace años, habían sentido esa incomodidad de momentos antes, ¿qué estaba pasando? Además, Bill quería hablar con él sobre al que parecía ser importante cómo para no querer decirlo a través del teléfono. ¿Es que se había enterado de los sentimientos de Dipper y quería rechazarlo con delicadez frente a frente? Oh, no. Ahora estaba pensando las cosas más de lo debido, más de lo que era sano.

Gruñó molesto y mojó sus manos en el lavamanos antes de pasarlas por su cabello y rostro, dejando que la fría agua lo hiciera reaccionar lo suficiente cómo para salir del baño y comenzar con la fan-meeting sin dejar que su ansiedad se notara. Uff. Su ansiedad. Maldita suerte la suya que pareciera ser que una crisis de ansiedad estuviera a punto de hacer presencia. Típico.

Pastel de bodas 【 BillDip 】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora