Matty.

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Matt se quedo a comer ese día.

Siempre lo hacia una o dos veces por semana.

Después jugamos dos partidos de FIFA en la consola que el me había regalado para mi último cumpleaños.

Deespués de patearle el trasero por cuarta vez en Call Of Duty, decidio que era hora de, finalmente, rendirse e irse.

-Adiós Moll. Gracias por la deliciosa comida.- dijo Matthew abriendo la puerta de entrada.

-Matty, comimos unas hambuerguesas que pasamos comprando de camino a casa.- le respondi riendo.

-Unas deliciosas hamburguesas.

-Estas demente.- no podia contener la risa.

-Como sea, nos vemos mañana nena.

-Adiós Matty.- dije sonriendole con cariño.

El me atrajo a su cuerpo abrazándome, Yo le rodee su cintura con mis brazos.

Matt dejó un cálido beso en mi coronilla. Yo levanté mi cabeza de su pecho y le di un sonóro beso en su mejilla derecha.

-Te quiero Matty.

-Yo más nena.- dijo antes de soltarme.

Me dedicó una sonrisa. Una sonrisa real, no esa estúpida sonrisa que normalmente le da a las chicas para meterse en sus bragas.

Era "la sonrisa reservada para SU nena", según el.

Se dio la vuelta en dirección al audi. Se montó en el y arranco a toda velocidad para luego hacerse cada vez más pequeño entre las calles.

La casa de Matt no quedaba tan lejos. Yo no vivía a más de diez cuadras del vencidario de los ricos de la escuela.

Cerre la puerta soltando un suspiro que no sabía que habia estado conteniendo.

A veces me hacía creer que estaba enamorada de el, cuando se comportaba asi de tierno conmigo.

Bueno, hay mucha tarea que hacer.

El resto de la semana paso relativamente rápido.

Anne había estado llegando tarde a todas las clases que teníamos a primera hora.

Ahora ya no solo eran noches divertidas. Al parecer, habian creado las "mañanas divertidas" también.

-Anne, John y tú tienen que dejar de coger como si fueran conejos.

Estabamos en la cafetería a la hora del receso, sentadas en nuestra habitual mesa.

-Eww Fer, eso fue asqueroso.- dije arrugando la nariz.

-Lo siento Moll, pero el profesor O'Connor me dejo traumada con su visita a audiovisuales. Nunca pense que unos animalitos tan pequeños pudieran tener tanta acción.- Fernanda va a acabar con la poca inocencia que aún quedaba en mi cabeza.

-Para tu información, si he llegado tarde a las clases, no es porque he pasado "cogiendo" con John como conejos.- se defendió Anne.- ¿A si? entonces, ¿que han pasado haciendo todas estas noches, y por lo visto, mañanas también?.- replicó Fernanda.- Conversamos, vemos un poco de televisión, comemos y...- Anna dejo de hablar.

.¿Y?- preguntó Fer divertida.

-Agh, olvidalo.- bufó Anne.- Supongo que somos conejos. O peor.

Las tres estallamos en carcajadas.

-Chicas, ¿irán a la fiesta de Mark esta noche?.- Valeria Rose había llegado de repente a nuestra mesa.

-Claro que iremos.- respondió por las tres Fernanda.

-Genial, nos vemos allá. Pasen la voz.- Valeria se fue sonriente a la siguiente mesa.

-Chicas, yo no creo ir. Puedo ayudarlas a arreglarse, si quieren.

-Moll...

-Fer.- dije interrumpiendola.- No tengo ganas de ir. No tengo nada que ponerme.- me excusé.

Vamos Moly. Tienes unos novecientos vestidos en tu armario. Además, no te estamos damdo opción. Irás aunque tengamos que arrastrarte hasta la casa de Mark.- Anne me miró amenazadoramente.

Amaba a mis amigas. Las amaba tanto. Tanto que quería meterles la mano por la boca, sacarles el intestino delgado y colgarlas con el.

Bien, bien. Iré.- dije a regañadientes.

Las dos pegaron un grito de emoción que retumbó por las paredes de la cafetería.

Las clases pasarón rápidas depués del receso. Y en un pestañeo, estabamos en la habitación de Anne, arreglandonos para la fiesta. Mas bien, arreglandose. Yo estaba sentada en la cama de Anne, viendo como las dos iban de un lado a otro con muchas cosas en las manos.

No podría ser ellas.

-Bien Moll, levánta tu culo y llevalo a ducharse. Ya.

Hice lo que Fernanda me dijo y me duché.

Media hora después, estaba sentada en el equeño sofá para una persona que Anne tenía en su habitación, con Fer encima de mí, haciendome algo en la cara.

Después de otra media hora, Anna estaba pintandome las uñas con un color que no pude distinguir muy bien, pero que parecía ser rojo.

Fernanda estaba dandome los ultimos retoques en el cabello.

-Bien Moll, estas lista. Ahora solo tienes que meterte en este vestido y en estos tacones.- me dijo Anne, señalando un vestido negro y unos tacones de puta color rojo puta.

Perfecto.

Antes de que pudiera negarme rotundamente, las dos salieron como una exhalación del cuarto.

Soltano un bufido amargo, caminé hacía la cama de Anne, tomando el corto vestido.

Me metí en el pedazo de tela, dandome cuenta que parecía mas bien una camisa que un vestido.

Lo tomé del borde, tratando estirarlo un poco.

Era imposible hacerlo más largo. Y que mis piernas fueran más largas que las de una maldita araña, no ayudaba mucho.

Deje de quejarme sobre lo corto que el vestido era y me puse los estúpidos tacones de puta.

Oh. Dios. Mío.

Ahora si parecía una maldita araña.

Al bajar las escaleras, vinieron los elogios de parte de mis amigas.

Después de los comentarios sobre lo, "deslumbrantes", que lucían mis piernas, salimos de la casa y nos subimos en el auto de Fer.

Anne iba en el asiento del copiloto, a la par de Fernanda, quien iba conduciendo.

Y yo estaba sentada en la parte trasera.

Antes de salír de la casa, Anne había salido volando como un rayo a su habitación, rayendo una pequeña cartera roja en sus manos.

"Se te verá hermosa con el vestido. Además ahí va el maquillaje y nuestros celulares" había dicho Anna.

La carterita roja, como mis tacones, mis uñas y mis labios, se cruzaba al pecho.

Perfecto. Al menos, algo cubriría un poco mis senos que parecían que ya se iban a salir del pequeño y descubierto vestido.

Parecía toda una ramera profesional.

Quince minutos de camino después, Fernanda aparco frente a la casa mansión de Mark.

Al poner mis ojos en la casa, lo supe.

Esa sería una interesante noche.

Falling in youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora