Lobos.

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Mi animal favorito eran los lobos.

Recuerdo que en el Kinder, solía decir que mi animal favorito eran las vacas manchadas de negro y blanco y mi color preferido el morado.

Bueno, muchas cosas han cambiado desde esa feliz etapa.

Admiraba al lobo por su fiereza.

Era un ser libre y despreocupado, siempre con un dejo de misterio en su mirada.

Era como si nada pudiera encadenarlo. Como si nada pudiera dominarlo.

Pero había algo que hacía que los amara hasta el punto de obsesionarme con ellos.

Amaban con pureza y protegían con colmillos y garras lo que les pertenecía.

Eran despiadados con el enemigo. Sin embargo, mostraban un gran afecto a su pareja.

Reservados con el mundo que los rodea, no dejando traslucir nada.

Pero con su pareja se quitaban la máscara y se mostraban débiles y sedientos de cariño.

El precioso rostro de Matthew vino a mi mente.

En cierto modo, Matt me recordaba a un lobo.

Siempre con la fachada de idiota, nunca dejando ver lo que siente o piensa.

Tenía ese aire de libertad y misterio.

Salvaje.

Esa era la palabra que lo describía.

Pero entre tantas similitudes, había una diferencia: Matthew no sabía querer. No podía.

Suelto un desgarrador sollozo.

Mi pecho duele con una intensidad indescriptible.

Nunca había querido tanto algo.

Han pasado cinco días desde que ví a Matt.

Mi habitación era un desastre, con papeles por todos lados, llenos de letras y dibujos.

En las madrugadas, buscaba con desesperación algo que hacer para no sentir esa tristeza que me consumía poco a poco.

Sacaba mis viejos pinceles y pintaba la silueta de Matthew sentada en la arena, mirando hacía el océano, viendo las olas romper con fuerza en la orilla.

También lo había pintado en el centro de Seattle, en medio de aquella calle en la que bailamos una noche, rodeado de transeúntes en su día a día. Todos con sus ropas coloridas y brillantes. Matthew era el único en blanco y negro.

Escribía todo lo que mi mente guardaba y mi corazón anhelaba, todo lo que no podía expresarlo con palabras.

Pero al final, nada servía, por que nunca me olvidaba de él, nunca lograba sacar su rostro de mi mente.

El ruido de mi celular interrumpe mi llanto en la oscuridad.

Abro mis ojos con una expresión de confusión plasmada en mi mojada cara. Tomo mi celular y veo el Nombre de Matthew escrito en la pantalla.

Sorprendida y sentándome en mi cama, deslizo mi dedo por el cristal.

Mi corazón da un vuelco al escuchar su voz.

-Acercate a la ventana.

-¿Matthew?- mi voz no es más que un susurro.

Me levanto de mi cama y con pasos precavidos avanzo hasta la ventana de mi habitación.

Afuera, en la calle y apoyado en su perfecto auto, está el aún más perfecto Matthew White.

-¿Qué demonios estás haciendo, Matthew?- pregunto alterada.

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⏰ Última actualización: Dec 10, 2014 ⏰

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