Seattle nocturna.

624 56 8
                                    

Me desperté con un Matthew dormido y pacífico.

Aferrado a mi como la hiedra, con brazos y piernas.

Su cabeza estaba recostada en mi pecho.

Sonreí.

Era tan guapo.

Levanté mi brazo y le aparté un pelo rebelde que estaba sobre su frente.

Le acaricié sus mejillas suavemente, disfrutando de verlo tan relajado y tan tranquilo por una vez.

El torció la boca en una pequeña sonrisa casi imperceptible y abrió sus ojos lentamente.

-Hola.- sonreí.

-Hola.

Nos miramos por lo que parecieron siglos hasta que el se tiró un gas.

-Oh, demonios Matt, eres asqueroso.- dije con una expresión de horror plasmada en mi cara, mientras lo empujaba y me ponía de pie.

El se quedó colapsando de la risa en el suelo.

Maldito infierno, apestaba a rayos.

Agarré un cojín de uno de los sillones y se lo aventé en la cara.

-Molly, nena no te enfades.

Le saqué el dedo medio mientras me dirigía hacia arriba.

Llegué a su cuarto y me encerré en el.

Comencé a despojarme de mi ropa, dejándola tirada en el suelo y me metí en su baño, dispuesta a darme una buena ducha que me quitara el olor a gas de Matthew.

Esto era como el baño de un maldito hotel.

Bañera, ducha, dos lavabos, un w.c. y más espacio que la sala de mi casa.

Solté un suspiro y me adentré en la enorme ducha estilo cascada.

En el instante en que el agua cayó sobre mi espalda, mis hombros dejaron de estar rígidos.

Busqué entre los miles de productos de aseo personal que tenía don homosexual y escogí mi favorito.

Puse un poco en la palma de mi mano y lo restregué en mi cabello.

Oh, santa gloria.

Después de masajear mi cuero cabelludo con los dedos, lo enjuagué.

Me quedé unos minutos perdida en la sensación tan relajante del agua.

Escuché el característico sonido que hace una puerta al abrirse y cerrarse, pero no le tomé importancia y seguí con los ojos cerrados, disfrutando de la paz que sé que pontró será interrumpida.

Casi me da un derrame fulminante al sentir unos brazos aferrarse como el demonio a mi DESNUDA cintura.

-¡¿Qué rayos?!- grité.

-No estés enfadada conmigo.- susurró en mi cabello.

-Oh, por Dios, un día de estos vas a matarme.

-Necesito saber que no me harás la "Ley del Hielo" toda la tarde.

-Matt, si no sales ya de aquí, te voy a pegar en las bolas tan fuerte que hará que te sangren.- le dije con un tono un tanto amenazador.

El se rió entre dientes y me soltó.

Me pegó una nalgada y yo grité.

Me dí la vuelta dispuesta a darle un buen golpe, cuando su mirada se posó en mi pecho y me acordé de que estaba completamente desnuda.

Falling in youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora