Estaba encerrada, en una habitación con una de mis mejores amigas Alexandra y lo único que deseaba era volver a casa, si viniera Aladino y me dijera que pidiera tres deseos el primero sería volver a casa y los demás me sobrarían. Tenía razón mi hermano cuando decía que en casa como en ningún sitio, nunca sabes lo que tienes hasta que dejas de tenerlo, al igual que tu libertad.
— ¿Laura escuchas eso?
— No escucho nada
— Ven acércate ¡¡Rápido!!
*Alexandra y yo nos acercamos sigilosamente a la puerta que había entre abierta y pegamos el oído *
— Al final que vas hacer con las chicas
— No lo sé, lo que me diga el jefe
— Tu siempre a sus ordenes
— Y que se le va hacer, es el que me da la pasta
— ¡¡¡Alejandro!!! ¿Con quien hablas?– grita un hombre
— Con nadie jefe
— No mientas, ¿dime con quién hablabas?
— Con nadie se lo juro
— Tu sabes perfectamente de primera mano que no me gusta que me mientan
¿Recuerdas como acabó tu amiguito del alma?
— Sí
— Pues procura no mentirme si no quieres acabar como él.
— Pásame la m16
—Aquí tienes
Mientras en la habitación...
—¿Has escuchado lo que ha dicho?
— Sí
— Laura me parece que no vamos a volver – dice Alexandra apenada
— No digas eso
— ¿Como no quieras que diga eso? Si es la realidad
—Ten paciencia, te digo que saldremos de esta.– dice Laura.
* Alexandra frunce el ceño mientras se acurruca abrazando sus piernas con sus brazos *
— No estoy tan segura.
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El chico de mi calle
Teen Fiction"A él le gustaba verla cuando estaba distraída, a ella le gustaba sentir su mirada y fingir que no se daba cuenta..." Un libro sobre todo lo que vivimos los adolescentes, mientras recorremos un camino lleno de sorpresas, alegrías, desengaños... que...
