Era verano y lo único en lo que no podía parar de pensar era en la playa, me gustaba mucho el surf. Cuando iba con mis amigos a la playa nos podíamos pasar todo el tiempo en el mar y no salir hasta muy tarde.
Mientras en el coche...
— ¿Que tenéis pensado hacer cuando lleguéis?– preguntaron mis padres.
— Eso no hace falta ni preguntarlo, sobre todo a Alberto, que ya sabemos todos a dónde va a ir- dijo mi hermano entre risas.
— Yo ya sé a dónde vas a ir tú
— ¿A dónde?
— A casa de Verónica
— ¿Qué dices, hermano? Si ya no me gusta...
— Eso no era lo mismo que decías el año pasado, lo más gracioso fue cuando le intentaste dar un beso y ella te dio un guantazo, tenías que haberte visto la cara que pusiste de tonto!– dijo entre risas.
— No tiene gracia , tío -dijo Pablo enfadado.
— ¡Chicos, parad de discutir!- dijo mi madre.Cuando llegamos al apartamento
— Alberto y yo nos vamos a dar un paseo por la playa.
—Vale, pero no vengáis muy tarde, que oscurece muy pronto y encima estoy preparando la cena.
— Vale, mamá —contestamos los dos a la vez.
Llegamos a la playa y no había casi nadie, solo parejas de ancianos, y algún que otro chico recogiendo su tabla de surf y limpiándola.
— ¡¡Hombre, cuánto tiempo!!–se oyó una voz que venía de atrás..
*Mi hermano Pablo y yo nos giramos*
—¿Cuándo habéis venido?–dijo Rubén.
— Acabamos de llegar.
—Pues mañana hemos quedado todos para ir a surfear ¿Os venís?
—Eso no hace falta ni preguntarlo
—Sabía que dirías eso– dijo Rubén guiñando un ojo.
—Ayer vi a Verónica con unas amigas y me acordé de ti, tío hay que reconocer que fue graciosísimo– entre risas.
— Otro igual,¡Me queréis dejar de hablar del mismo tema!
—Cálmate, tío
—¿Sabéis que hay chicas nuevas?Que están buenísimas...
— Ya sabes Alberto ¡tirale!
— Yo prefiero pasar
— ¿Qué narices te pasa?
—Es que está enamorado - dijo Pablo
—¿Qué dices? ¿De quién? ¿Está buena?
— Es una morenaza, de ojos oscuros.– contestó mi hermano.
—Tiene pinta de estar buena...¿Estás saliendo con ella?
— Y es que lo está, que va, ya quisiera, no he podido pedirle salir– contestó apenado.
—Pues tío no tardes mucho tiempo en decírselo, que te puede pasar igual que me pasó a mí, que te la quite otro.
— Ya lo sé, pero es que no he podido verla, cuando la vea se lo diré y le daré un buen beso.
— ¡Así se habla, con un par de huevos!
ESTÁS LEYENDO
El chico de mi calle
أدب المراهقين"A él le gustaba verla cuando estaba distraída, a ella le gustaba sentir su mirada y fingir que no se daba cuenta..." Un libro sobre todo lo que vivimos los adolescentes, mientras recorremos un camino lleno de sorpresas, alegrías, desengaños... que...