9. I love your huff ❤️

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Los dedos de Lance se topan con otros cuando está a punto de sacar un ticket del turnomático. Levanta la mirada, encontrándose con la persona que menos necesitaba ver.

—Keith.

—Lance.

Ambos sujetan un lado opuesto del ticket.

—Suéltalo —exige Lance.

—No, tú suéltalo. —Keith frunce el ceño.

—¡Yo llegué primero!

—¡Lo tocamos al mismo tiempo!

Ambos tiran del ticket y gruñen, para luego volver a tirar y maldecirse. Así continúan hasta que el ticket se rasga en dos. Entonces se enfadan más y se reclaman, echándose la culpa el uno al otro por haber roto el condenado papel. Pasan de mutuas hincadas de pecho con el dedo índice a palmadas más agresivas. Algunos de los que están haciendo fila detrás de ellos se remueven, incómodos e impacientes. Un supervisor se acerca a ambos y los separa antes de que repitan el proceso.

—Hay dos cubículos desocupados justo ahora. Pueden pasar al mismo tiempo.

Tanto Keith como Lance se muestran satisfechos ante aquella medida.

—¿Asustado de lo que puedan decir mamá y papá, greñudo? —cizaña Lance mientras ambos se encaminan a los cubículos asignados, que como no era de sorprenderse, eran contiguos.

Resulta que podían realizar el proceso de inscripción por internet sin problemas, como les había sugerido Hunk, pero para eso necesitaban de confirmación por parte de los familiares directos de la información. El trámite en la sede de la compañía podía hacerse sin aquel requisito.

—Mas bien de Shiro —musita Keith—. Por alguna razón, no quiere que haga esto. Voy a averiguar por qué.

Lance bufa.

—¿Y solo por eso lo haces?

—No. —Han llegado al momento de separarse, pero ambos dejan de caminar en lugar de hacerlo. Se desafían con miradas y Keith se cruza de brazos—. ¿Y qué me dices de ti?

Lance está a punto de decir la verdad, pero consigue contenerse a tiempo. La verdad es siempre su última opción. Así que se encoge de hombros, enterrando las manos en los bolsillos de su chaqueta.

—Me gusta llevarle la contraria a Hunk.

Por desgracia, ese día la verdad sí tenía que salir a flote. Las huellas digitales que Lance tuvo que dar rastrearon sus orígenes hasta Cuba, donde vivían todos sus familiares directos.

Todos pensaban que Lance vivía con su familia nuclear porque él dejó que fuera así. Pero la verdad es que su familia ha estado tan lejos desde siempre que ha pasado más tiempo de su vida extrañándolos que haciendo cualquier otra cosa. Los parientes lejanos de Lance, que hacen el favor de darle un hogar, son buenos, pero tienen su propia familia y dentro de ese ambiente Lance es como un intruso.

En cuanto termina allí, puede notar cómo en el cubículo contiguo Keith está conteniéndose para no hacer un alboroto. Patea el depósito de basura metálico fuera del local con todas sus fuerzas, pero solo consigue tener que recoger el pie por dolor e irse cojeando y maldiciendo.

Things I hate(love) about youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora