21. I love your impatience ❤️

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¿Cuál es el problema, Lance? Porque Keith tiene razón en que tienes un problema, ¿sabes? Seguramente más de uno, pero hay uno en especial que hace que te cuestiones a ti mismo de esta manera, y que por más que te esfuerces, no puedes desatender. Así que, piensa, ¿cuál es? Pensar un poco no te hará daño. ¿O es que no es precisamente cuestión de pensar...?

Lance sacude la cabeza frenéticamente, incrementando la presión que sus dedos ejercen sobre el dispensador de agua de la refrigeradora. En vista de que el vaso ha sido colmado hasta su límite, el agua se ha desbordado, fluyendo como arroyos en miniatura por el brazo de Lance y formando un charco creciente bajo sus tenis.

—¡Mierda! —Lance suelta el botón del dispensador en el acto, sacudiendo el agua de su mano hacia un costado. Incluso sus pantalones se han mojado; justo en el lugar menos indicado y más propenso a mojarse—. ¡Mierda! —Esta vez lo dice en español.

Sus gritos despiertan la curiosidad de Jamie, el menor de sus primos, quien se cuela en escena en cuestión de segundos. Como es común, va descalzo y arrastrando un delfín de peluche color índigo. Examina tímidamente a su primo desde el marco de la puerta, el color azul de sus ojos destacando entre las ondas azabaches que prefiere mantener sobre ellos a peinar hacia atrás. A diferencia de Lance, sus primos tienen la tez clara, pues la de su madre es tan blanca como la leche. Así mismo, su cabello tiende a ser más oscuro, a excepción de Davy, que es rubio y de ojos grises como su abuelo.

—¿Qué significa m-maierrda, Lance?

—Nada, nada.

—¿Sí? —Jamie abre los labios en sorpresa—. ¿Y por eso te hiciste pis en los pantalones? Creí que mamá dijo que solo lo hacían los bebés y los viejitos, y que por eso necesitaban usar pañal. —Frunce apenas el ceño—. ¿Necesitas pañal tú también?

—¡No me...! —Lance mira hacia abajo y suspira—. Mira, que esté mojado allí y haya un charco abajo no necesariamente significa que haya pis de por medio.

—¿De verdad? —Las cejas del pequeño se fruncen de nuevo.

Lance sería el responsable de que ese pobre niño más tarde estuviese diciendo mierda en lugar de nada y buscando olfatear a cada persona que viese con los pantalones mojados, pero estaba muy ocupado preocupándose por cómo salir con la dignidad ilesa como para preocuparse por cómo sus palabras pudieran afectar a su joven e inocente primo de cuatro años en el futuro.

Se zampa su vaso de agua, girándose hacia la encimera para evitar que Jamie siga viendo sus pantalones mojados. Pero cuando vuelve sobre sí, no se ha ido. Sus pálidas y regordetas mejillas se tiñen de rosa ante la mirada incomprendida de su primo.

—Tu... amigo —suelta Jamie con un hilillo de voz—. Mitch y Davy lo están molestando. —Su mirada rehuye, como cada vez que le inquieta algo—. Deberías ir a ver.

Lance no se molesta en aclarar que no son amigos, se deja guiar por Jamie lo guía de la mano hasta la sala. Siempre suele buscar que alguien esté sujetando su mano, en especial a la hora de movilizarse.

La escena que se está desarrollando hace que Lance sienta un pellizco de lástima por Keith. El chico se encuentra sentado en el sofá con los brazos cruzados mientras sus dos primos lo atosigan con sus vocecitas chillonas y su ignorancia en lo referente a normativas de espacio personal.

—¿Por qué tienes el pelo como el de una niña? —decía Mitch, mientras tiraba con el pulgar y el índice en pinza de la greña de Keith.

—No es así. —Keith habla con los dientes apretados.

—¿Mis papás te adoptaron?

—No.

—¿Los tuyos te desadoptaron?

Keith no responde, seguramente porque de haberlo hecho habría soltado cosas inapropiadas para niños... o habría hecho cosas inconcebibles para la moral humana.

—¿Puedes jugar con nosotros? —pregunta Davy, sacudiendo su pierna izquierda.

—Claro que va a jugar con nosotros, —dice Mitch—, está en territorio de juego.

—De hecho... —De manera tan rápida como improvista, Keith ejecuta un pique para huir, pero ya es demasiado tarde. Mitch y Davy le saltan encima haciendo uso del el brazo del sofá como impulso y Keith, que apenas había alcanzado a alejarse, es abatido bajo su peso mientras ambos cantan victoria, brincándole en la espalda. Lance y Jamie hacen una mueca de «ouch».

—Eso fue lo que me gané por preguntar la clave del wi-fi —admite Keith minutos más tarde sentado en su cama, sosteniéndose la espalda como un vejete. Los niños decidieron dejar de atosigarlo cuando fingió estar muerto y Lance lo corroboró.

—Son niños, solo debes aprender a seguirles el juego. —Lance se ríe sin contenerse desde el marco de la puerta—. ¿Al menos te la dieron?

—No.

—¿Y para qué la quieres?

—¿Honestamente? Para contactar a mi mamá. La biológica. —Las palabras salen sin filtro y Keith frunce el ceño. A veces le sabe amargo ser tan honesto, pero no puede evitarlo. Hay cierto tipo de información que razona después de hablar.

Lance la cede la contraseña sin hacer más indagaciones, aunque no se la dice, sino que se la escribe directamente en el celular. Advierte que el fondo de pantalla de Keith sigue siendo una imagen suya abrazado a Shiro, donde parece más feliz de lo que Lance podría haber imaginado. Keith se percata de que la mira, pero no dice nada al respecto y Lance tampoco, a pesar de que siente que entre sus tripas se forma un nudo tirante.

—Esto no significa nada, ¿sabes?

—¿Qué cosa? —Keith parpadea, confundido.

—Nosotros... seguimos siendo dos personas que no se toleran entre sí... ¿no? —Lance apenas pronuncia lo último, pero carraspea y recupera su voz—. Hay que dejar las cosas claras de una vez. Te ayudo solo porque hicimos un trato, no somos ni seremos amigos.

Keith lo mira por tendido a los ojos, y por un instante, a Lance le parece que va a decirle que no, que deberían intentar ser amigos. Y Lance se pondría feliz por eso. Y dejaría que Keith viese esa felicidad, por mucho que su sistema de defensa innato le dijera que inventase una broma de mal gusto para resguardarla.

—Ujúm. —Los músculos de Keith se tensan mientras gira el cuello hacia un costado, bajando la mirada.

Lance abandona la pequeña habitación sin mediar más palabra. La interrogante de antes vuelve a su cabeza, esta vez con su respectiva respuesta. Mi problema son mis estúpidos sentimientos, que no pueden evitar inclinarse hacia ti con cariño.

Things I hate(love) about youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora