32. I love your company ❤️

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Esa noche Lance no tenía ninguna excusa para dejar que Keith ocupe su cama más que la culpa. Lo sigue hasta la habitación que le había cedido Gen al principio, importunando a Keith, quien se tensa como un palo al darse cuenta por quién es perseguido.

—¿Qué haces? —le pregunta Lance, tratando de ocultar el nerviosismo en su voz.

—Vengo a instalarme.

—¿Por qué aquí?

—Porque aquí me asignaron.

—Sí, pero...

—Pero ¿qué? —Keith alza la cabeza hacia Lance, sacudiendo su cabello con su movimiento—. ¿Qué?

El dedo índice de Lance se intimida, retrocediendo mientras el chico toma una honda respiración.

—Les dijimos a mis primos que esta habitación estaba en cuarentena. Aún no terminan los tres días.

—Pues ¿sabes qué? —Keith estira una pierna a lo largo de la cama, echando su maleta encima de la cobija de cohetes y estrellas—. No me interesa. Invéntate algo nuevo para ellos, eres bueno para eso.

Lance permanece unos segundos allí, contrariado y agitando sus manos en un abrir y cerrar de puños, antes de dejar la habitación. Entonces Jamie hace acopio de su inmadura fuerza de voluntad para salir de detrás del sofá. Sus hermanos mayores, entregados a exprimir hasta la última gota de su infancia, ignoran por completo que algo sucede entre Keith y Lance y se dedican a jugar juntos. Pero Jamie jamás compaginó como un niño normal. Es demasiado observador e intuitivo, pero poco amigo de la compañía extraña. Ha decidido actuar como mediador entre ambos chicos, porque sabe que hay algo más allá de sus mutuos desacuerdos.

—¿No deberías estar arriba? —le pregunta a Keith desde el marco de la puerta—. Lance te espera. Realmente te quiere allá. ¿No quieres estar en su habitación?

—La habitación no es lo que me molesta —responde Keith—. Estoy harto de Lance y sus estúpidos juegos que me hacen quedar como un idiota.

El niño aprieta con fuerza su delfín de peluche y no mira a Keith para decir:

—Lance no está jugando. —Hace una pausa, lo suficientemente larga para alojar una espiración por parte de Keith—. A mí me pareces un guerrero. Los guerreros no eluden sus batallas. Las afrontan de frente.

Luego sale corriendo escaleras arriba, dejando a Keith perplejo y pensativo. Minutos después, se cuelga su mochila en su hombro y se dirige al segundo piso, quedándose dubitativo frente a la puerta de la habitación de Lance, que es blanca como todas las demás y tiene pegado su nombre en blanco sobre una cartulina fondeada con los colores del espacio exterior.  

Entonces escucha los sollozos. ¿De Lance? ¿Lance llorando?

Por el rabillo del ojo, puede notificar que Jamie está de pie en el último escalón, arrastrando su delfín detrás con una mano y con la otra aferrada a la barandilla final de las escaleras, a la expectativa de sus movimientos.

Keith cierra los ojos y empuja la puerta.

Things I hate(love) about youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora