Capítulo VIII

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Presionó sus labios contra los de Hermione, intentando hacerse hueco entre ellos, esperando a que la castaña reaccionase favorablemente.

Hermione no sabía cómo reaccionar ni siquiera se había imaginado en esa situación. El corazón le latía de tal manera que no podía ni escuchar sus propios pensamientos. No era capaz de decidir si parar o seguir, por lo que dejó todo en manos del rubio. Draco luchó para no escuchar lo que su cabeza le pedía. No podía creer lo que estaba haciendo pero se sentía tan bien que no quería que el momento terminase aunque apenas hubiese empezado. Ya se arrepentiría después. Justo cuando Hermione había decidido poner sus brazos alrededor de Draco, un sonido les interrumpió.

Tonks apareció en la entrada de Grimmauld Place con una expresión de terror en su cara. Draco apartó de un empujón a Hermione y Tonks les miró realmente confundida, no sabía si había visto bien o si sus nervios le estaban provocando alucinaciones.



—¡Chicos! —dijo Tonks acercándose a ambos— Hermione necesito que vengas, ataque en el callejón Diagon.

Sin tener tiempo de asentir, Hermione subió las escaleras hacia su cuarto corriendo. Una vez ahí, cogió el bolso con el que siempre salía en las misiones y se posicionó al lado de Tonks, preparada para desaparecer. Mientras dejaba atrás la imagen de Draco clavado en el suelo de la entrada de Grimmauld Place, recordó que éste había intentado fugarse y deseo con todas sus fuerzas encontrarle ahí cuando volviese.

Aparecieron en uno de los rincones escondidos del Callejón Diagon y fue entonces cuando Tonks, varita en mano, comprobando que no había ningún mortífago cerca, se dirigió a Hermione.

—Como sabes, Fleur trabaja en Gringotts como ayudante de su marido, Bill —Hermione asintió— pues los mortífagos estaban al tanto de esto y hoy a su salida la retuvieron con la esperanza de que alguno de nosotros diésemos la cara por ella. Y por supuesto, lo han conseguido. Piensa con la cabeza fría Hermione, no queremos bajas esta noche. Hay varios miembros de la orden, tu misión es simplemente intentar coger a Fleur y desaparecer, nos veremos en el refugio, ¿de acuerdo?

Hermione asintió y siguió a Tonks quién la dirigía haciendo movimientos con el brazo. Era la primera vez que salía a una misión sin Harry y Ron y pese a sentirse nerviosa por la situación, en ningún momento dudo de sus habilidades.

Cuando salieron de su guarida, el primer rayo rojo impactó contra la pared en la que segundos antes estaba situada Hermione. Al igual que en el ataque a la familia Creevey, los mortífagos estaban ocultos bajo túnicas y máscaras.


Lupin, Kingsley, Bill, Tonks, Arthur, Fred, George y Hermione luchaban fervientemente contra los mortífagos presentes mientras Fleur intentaba zafarse de Scabior, quién la agarraba como si su vida dependiese de su actuación esa noche.

Hermione miró a su alrededor y avistó a Greyback, un escalofrío recorrió su cuerpo al recordar lo ocurrido en la mansión Malfoy. Uno de los mortífagos, aprovechando el despiste de Hermione, la apuntó con la varita y Lupin rápidamente la apartó mientras gritaba «¡Expulso!». La luz roja proveniente de la varita de Lupin impactó de lleno en el cuerpo del mortífago, quién acabó arrinconado en una de las paredes, dejando entrever su identidad. Se trataba de nada más y nada menos que Lucius Malfoy, el padre de Draco.

Mientras Fred y George luchaban contra los hermanos Carrow. Hermione se posicionó detrás de Scabior que no se había dado cuenta de su presencia y gritó «¡Flipendo!» apuntando al carroñero. Al instante, éste, confundido, soltó a Fleur quién corrió tras Hermione y fue alcanzada por un rayo verde. Cuando miró la varita de la que provenía, vio que Lucius milagrosamente se había recuperado y sonreía ampliamente desde su lugar de ataque.

Blood, tears and gold.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora