Capítulo XX

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Hermione sintió su mundo caer. Estaba totalmente bloqueada, ¿estaba a punto de jugarse la vida por alguien que ni siquiera la quería? No había vuelta atrás, había hecho un juramento inquebrantable y su vida estaba en juego hiciese lo que hiciese.

—¿Estás segura de esto? —preguntó Harry cogiéndola de la barbilla para hacer que ésta levantase la cabeza. 

Una lágrima cayó por la mejilla de Hermione y Harry la cogió de la mano y se la acarició. Con la otra mano libre empezó a buscar otra cosa entre sus bolsillos sacando así algo que ocultó inmediatamente apretando el puño.

—No tienes por qué hacerlo —dijo cogiendo las manos de Hermione para poner un objeto sobre éstas.

Hermione miró inmediatamente la palma de su mano y vio en ella un bote que contenía un líquido color oro fundido. No había duda, era Suerte líquida, Felix Felicis. Hermione levantó la mirada y se encontró con la del pelinegro, éste le sonreía.

—Harry no —dijo tendiéndole el bote—. Tú lo necesitas más que yo. 

—¿Yo? Yo te necesito a ti, todos te necesitamos a ti. Ron, Ginny, Luna, Cormac...—enumeró mientras acariciaba la mejilla de la castaña—...Draco. 

Hermione se giró cogiendo una gran bocanada de aire. Harry también tenía derecho a saber lo que había pasado en su ausencia. Apretó el puño con todas sus fuerzas y se giró nuevamente para mirar a Harry frente a frente.

—Harry...—dijo con la voz temblorosa.

—¿Sí?

—Tengo algo que contarte...

Ron que estaba dando el aviso a su hermana pequeña salió de la habitación de ésta y agudizó la vista para poder reconocer lo que había en las manos de Hermione y sin ninguna duda reconoció su contenido desde el segundo en el que sus ojos visualizaron el bote. Sin pensárselo dos veces se acercó presuroso a sus dos amigos.

—Cuéntame, ¿ocurre algo importante?

—¿Para qué quieres utilizar Felix Felicis? —preguntó Ron señalando con el dedo el bote.

—Ron, ahora no, necesito hablar con Harry, prepárate salimos en cinco minutos —dijo Hermione cogiendo a Harry de la mano para llevarle hacia la biblioteca y poder hablar sin interrupciones. 

—¡Tengo derecho a saberlo! —gritó de tal manera que Ginny entreabrió la puerta de su habitación para enterarse de lo que ocurría. Luna, que compartía habitación con ella se hizo un hueco para asomarse y mirar atónita a un Ron completamente furioso— ¡Nunca me contáis nada!, ¿a qué viene tanto secretismo?

Hermione se acercó a él y chasqueó la lengua tapándole la boca. Antes de irse arrastrando prácticamente a Ron miró hacia atrás y le dedicó una mirada de odio a la que ahora era su ex amiga. Luna, confusa por la mirada de Hermione hacia Ginny, cerró la puerta de golpe. 

Antes de entrar en la biblioteca Hermione le pidió a Harry que esperase fuera mientras hablaba con Ron. Éste aceptó a regañadientes. 

—Sigo esperando una explicación —dijo Ron cruzándose de brazos—, ¿por qué le cuentas todo a Harry?, ¿no se supone que yo también soy uno de tus mejores amigos?

—Me encanta cuando te pones dramático porque no te pega ni un poquito —dijo alborotándole el pelo que era lo que más molestaba al pelirrojo.

—No tiene gracia Hermione —dijo colocándose el pelo— ¿me lo vas a contar o tengo que rogarte un poco más?

—Tienes que rogarme un poco más —dijo sonriendo. Al fin y al cabo debía mirar la situación desde un punto de vista lo más humorístico posible si no quería echarse a llorar en ese mismo instante.

Blood, tears and gold.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora