París es una ciudad muy bonita a todas horas, por la mañana, por la noche, aunque algún personaje acumatizado destruyese la ciudad no perdía todo su magnífico esplendor, y eso, Nathäniel lo sabía, cada día, al rededor de las ocho de la noche se sentaba en el balcón de su casa, que al estar en un cruce de calles daba a la magnifica torre de París, la torre Eiffel.
Sus padres no estaban nunca en casa, su madre trabajaba hasta altas horas de la noche y su padre siempre estaba trabajando, por esa misma razón estaba siempre solo en casa, notaba que nadie se preocupaba de él, cuando era pequeño lloraba por eso, no recibía ni una llamada de su madre y a veces veía ropa que no era de sus padre en el suelo del comedor cuando tenía insomnio, su madre, cada día le era infiel a su padre, y él igual, cuando daba la casualidad de que estaba allí, mujeres de diferentes edades y tamaños pasaban por su cama, siempre de veinte años hacia abajo menos que su padre, podían ser perfectamente sus hermanas mayores.
Cuando era más pequeño, aparte de llorar hacía atrocidades con su cuerpo, se cortaba y por eso llevaba las mangas de la camisa siempre bajadas, hasta en pleno mes de agosto, por la calle y la escuela, iba con sus camisas de manga larga, sentía que eso era lo único que no le hacía daño, dos meses despues de parar de hacerlo conoció a una chica, Marinette, estuvo enamorado de ella y decidió declararse, con su arte de dibujar decidió hacerle un dibujo que contuviese su declaración en el lado contrario, su plan era perfecto, días de insomnio por su declaración.
El día oportuno había llegado, se peinó bien el flequillo que le tapaba un ojo y vistió sus más nuevas galas, no iba de traje pero tampoco con los harapos que siempre lo tapaban.
Las heridas de sus muñecas y brazos habían sanado un poco, las cicatrices no sanarían, nunca lo harían.
Caminó hacia el instituto después de comer un buen desayuno de proteínas, llegó antes que nadie, fue a su asiento, al final de la clase y esperó, la profesora de ciencias de la naturaleza llegó y con ella los alumnos.
Cuando la profesora llegó a su mesa dio por comenzada la clase.
- Bien alumnos, hoy daremos como comienzo a un nuevo proyecto, se llama maternidad.
- ¿Que vamos a hacer? -Preguntó alguien de las primeras filas, Adrien Agraste.
- Eso señor Agraste, es lo que, si me deja usted, voy a explicar ahora.
Todos se cayaron, la profesora sacó de un cajón de su mesa una gran caja con papeles con números dentro.
- Voy a ir llamando uno por uno a todos vosotros y vais a tener que venir a aquí delante y coger un papel con un numero, son parejas exactas, hay cinco en total.
- ¿Que se hará con esas parejas?
- Eso, señorita Marinette, va a verlo enseguida.
Marinette pensaba como de magnífico sería estar con Adrien y Nathäniel pensaba en lo genial que sería estar con Marinette, pero la suerte no les sonrió como esperaban.
Al final, cuando todos tuvieron sus papeles los abrieron y les obligaron a sentarse por orden.
Nathaniel tenía el numero cinco y Adrien igual, se sentaron donde estaban Cloe y Sabrina antes, a ellas les tocó juntas, la profesora empezó la explicación.
- Hoy les vamos a entregar unos humanoides con forma de bebe con el ADN de cada uno del integrante de la pareja y van a tener que comportarse como una familia lo que queda de curso, que si no me equivoco, acabamos de empezar, vacaciones y fines de semana incluidos.
- Profesora ¿no nos podemos cambiar? -dijo Marinette, que le había tocado con Max.
Unos hombres entraron con unas enormes cajas, les hicieron sacar sangre, Nathaniel se negó pero al final tuvo que acceder por las malas, nadie le miró las cortadas.
En las enormes cajas habían pequeños robots con el exterior como si fuera un humano real, con los órganos reproductores y el pelo real, los ojos se abría y cerraban, les puso la sangre de la pareja en un compartimento que tenía en la espalda, pronto el pelo, la piel y los ojos fueron cambiando, también la forma de la cara, era maravilloso, les entregaron su niño y les dieron un cuaderno de actividades, eran clavados a ellos dos cuando terminó la puesta a punto.
No había un manual específico para ellos, sino que eran como si fueran bebes de verdad, cuando lo encendieron empezaron a llorar, se los dieron a las "mujeres" del grupo.
El bebe de Näthaniel, al tocar sus brazos paró de llorar, lo acunó con un cariño tan inmenso que hasta Adrien se sorprendió.
- ¿Como haces eso?
- ¿Hacer el qué?
- Eso, calmarlo así tanto, esto parece un concurso de berreos, no callan los otros.
- Lo que hace fata es amor -dijo sin sonreír, és más, su mirada se oscureció y asustó al bebe.
- Alumnos, ¡guarden silencio! -la profesora, que no era amante de los niños estaba por explotar.
Los bebes, rápido se fueron calmando, él pelirrojo le miró con amor por primera vez, tendría a alguien con quien compartir cama y día, a alguien a quien cuidar, siempre había estado solo. Pero lo que le preocupaba a hora era Marienette.
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Amor a pequeñas porciones
FanfictionNathäniel Kartzberg con su miserable vida decide confesarse a Marinette, pero ella lo rechaza y a demás se burla de él. Un nuevo proyecto de ciencias los espera en pequeñas porciones, humanoides quieren su amor. ¿Podrán conseguir los 2.000.000 de p...