007- Josh.

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Realmente no sabía con certeza si conocía el lugar donde estaba parada. Su mente se debatía entre subir al próximo autobús que pasara,   o preguntarle a alguien en dónde se encontraba.

Las últimas tres noches habían sido deplorables, y ajena era la razón de por qué estaba ahí, sentada en el banco de un parque del que nunca siquiera había oído. Supuso que estaba lejos, muy lejos de casa.

No llevaba nada consigo capaz de contactarla con alguien, ni siquiera un par de monedas para utilizarlas en algún teléfono público.

Se sentía perdida. Sola.

Con un dolor punzante en su cabeza, observó el entorno en el que estaba.

No era prácticamente de día, ni tampoco las tres de la madrugada. Supuso que debían ser las siete u ocho.

No hacía frío, el ámbito estaba caluroso, lo que agradecía ya que contribuía con la escasa ropa que llevaba puesta.

Una mujer con una niña se encaminaban para la otra punta del parque y pudo notar cómo la joven tomaba con más fuerza la mano de la infante al caminar frente a ella.

No era una delincuente, ni mucho menos, pero admitía que si ella estuviera en los zapatos de alguno que pasara, también tomaría ciertas precauciones al estar cerca de alguien con sus mismas pintas.
Y sí, era prejuicioso pensar así, pero se convencía -o se autocompadecía- de que la mayoría de las personas pensaban de ese modo.

En el banco a su derecha, una anciana arrojaba migas a las aves, las cuales hasta se peleaban por obtener la más grande. La anciana parecía estar satisfecha con su acción, aunque sea mínima, por la pequeña sonrisa que se asomaba en su rostro, podía notar que se sentía bien al alimentar a unas aves.

Dirigió su mirada al banco de su izquierda, encontrándose con un joven y un ramo en sus manos. Parecía ansioso. Revisaba la hora en su reloj de muñeca al menos cada diez segundos.
Era una obviedad que estaba esperando a alguien.

Volvió a dirigir su vista a la anciana, la cual la miraba con una sonrisa. Su cabello era blanco, llevaba un chaleco de lana en su espalda y a su lado había un bastón recostado.
La mujer le hizo señas para que se acercara.

Ella se levantó, sin una pizca de desconfianza y se acercó a la anciana, quien volvió a sonreírle y le tendió la mano, mientras miraba la suya.

Al entender el gesto, ella acercó su mano. La anciana colocó la suya por debajo, y con la otra dejó caer las migas de pan.

¿Me las ofrece o quiere que se las arroje a las aves? Se preguntó.

La anciana apuntó con su barbilla a las palomas que aún se encontraban picoteando el suelo.
Ella arrojó algunas migas, esperando que vayan por ellas.

Río al darse cuenta que las había tirado demasiado cerca, y ahora tenía a más de diez palomas cerca de sus pies.

Arrojó migas aún más lejos y observó la escena como si de un espectáculo de teatro se tratase.

Se sentó a un lado de la anciana, la cual tuvo la intención de darle más migas, pero ella negó.

—¿Hace esto siempre? —preguntó con curiosidad sin percatarse de que estaba anocheciendo.

La mujer asintió.

—Es divertido. ¿Usted por qué lo hace?, ¿porque es divertido o porque le gusta alimentar aves? —custodió esta vez liberando su notable intriga.

La mujer le sonrió y se dirigió la mano a los labios, para luego negar.

Ella lo comprendió, y ahora se sentía tonta por no haberse dado cuenta antes.

Desde su banco, el muchacho parecía no hacer otra cosa que estar pendiente de la hora. Hace dos horas que debía haber llegado, y no estaba allí. ¿Debería esperar un poco mas?
Se sentía decepcionado. Creyó que todo fue una pérdida de tiempo, y no se equivocaba.

Por su parte, la anciana se despidió de manera que ella entendiera, y tomando su bastón, caminó como su energía y fuerza le permitían hasta el final del parque, donde se le perdió de vista.

Ahora se sentía sola nuevamente. Las palomas y la mujer habían logrado entretenerla aunque sea unos minutos, pero cuando se marchó, cayó en la cruda realidad de que no podría estar allí por mucho tiempo más.

Su estómago rugió.

El joven, que la había estado observando, se levantó y caminó hasta ella.

Llevaba el cabello teñido ligeramente despeinado y lucía tatuajes en sus brazos. Era atractivo, y tenía un bonito perfume.

—¿Me harías un favor? —dijo al fin bajo la intrigada mirada de ella —¿te quedarías con esto? —le mostró el ramo que traía entre sus manos.

Ella lo miró confundida.

—La persona a la que se lo daría al parecer no vendrá, y me da pena tirarlas —añadió.

Ella sintió pena por él, pero sin pronunciar palabra, asintió y tomó el ramo.

—Gracias —dijo antes comenzar a caminar hacia quién sabe donde.

—Oye —le llamó ella, haciendo que él volteara —¿sabes...?, bueno, obvio que sabes —se susurró lo último a ella misma —¿podrías decirme dónde estoy? —preguntó sintiéndose avergonzada.

Él sonrió y señaló un cartel en la esquina de la acera, donde mostraba el nombre del lugar, luego levantó la misma mano en forma de saludo, y continuó su camino.

Ella, sintiéndose imbécil por no haberse fijado antes en eso, miró la dirección del lugar.

Se sentó en el banco con perdida esperanza, y de dispuso a buscar una forma de volver a casa.

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Claro Josh, le das un ramo pero la dejas ahí sola a la espera de que algún Brayan le robe o la secuestre >:c

Corrrrto e incompleto, ya sé. Pero voy a compensarlo, lo prometo. Y si puedo, voy a editar este para que esté más completo y con más dedicación en unos días. No me gusta hacer las cosas rápido y sin tiempo, pero no quería dejarlos sin OS.

El próximo también va a ser de Josh, como dije, pero no va a aparecer ninguna chica. Voy a basarme en la relación tan goals de Tyler y Josh 💜.

No, en serio. Voy a profundizar más en ellos.

Otra cosa:

¡MIL GRACIAS POR LOS MIL LEÍDOS!, en serio. Les agradezco muchísimo. Me alegra de sobremanera esto❤.

En serio, gracias.

Lo que queda de la semana tengo exámenes, así que no sé si voy a poder actualizar, pero el viernes va a haber maratón por los 1k :)

Graciaaaaaaaas <3.

Por cierto, ¿ustedes escucharon al perro de Polarize? Jajajajaja yo sí.

Mil besos, mil besitos. Ah era Barbie.

Chauuu.


One Shots // Twenty Øne Piløts.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora