La vida de una chica cristiana

Capítulo 24.

Capítulo 24

Llegamos al hotel. En realidad, no era como un hotel normal; eran más bien cabañas, cabañas calentitas. No nos íbamos a quedar en el mismo hotel que Sofi y Dennis, pero apenas llegamos, Sofi y Dennis estaban ahí, como si supieran que nosotros llegaríamos. ¿No era una sorpresa?

— Danny, ¿no se supone que ellos no sabían? — Preguntó Mauro, algo extrañado.

— A mm, no, ellos no saben. Solo que su hotel está muy cerca de aquí — Dijo Danny.

— Bueno, no importa. Lo importante es que ya llegamos — Dije, sonriendo a Danny.

Apenas salimos del auto, Sofi volvió a vernos y me abrazó.

— ¡Ay, qué bueno que llegaron! Los estábamos es... — Dijo, mientras Danny le daba un pequeño codazo en el brazo. — Eh, digo, ¿qué hacen aquí? — Dijo, mirándome con curiosidad.

— ¿Cómo están? ¿Qué hacen aquí? — Preguntó Dennis.

— Era una sorpresa — Dijo Danny, sonriendo.

— Oh, bueno — Dijo Sofi. — Creo que tenemos que irnos — Añadió con un tono de urgencia.

Por más que quisiera hablar con Mauro, no podía. Todo fue culpa mía; no podía dejar de pensar en él. La tensión en el aire era palpable, y cada vez que nuestros ojos se encontraban, sentía un torbellino de emociones. Quería aclarar las cosas, entender lo que había sucedido entre nosotros, pero las palabras se quedaban atoradas en mi garganta.

Mientras Sofi y Dennis se despedían, el silencio entre Mauro y yo se volvió ensordecedor. ¿Cómo habíamos llegado a esto? ¿A un viaje juntos, pero tan distantes?

— Bueno, nos vemos luego — Dijo Dennis, interrumpiendo mis pensamientos.

— ¡Sí, cuídense! — Respondí, intentando sonar alegre, aunque mi corazón estaba cargado de dudas.

A medida que se alejaban, sentí que el peso de lo no dicho entre Mauro y yo crecía. Sabía que teníamos que hablar, pero el momento nunca parecía ser el adecuado.

— ¿Estás bien? — Me preguntó Mauro, rompiendo el silencio.

— Sí, solo... estoy un poco cansada — Dije, evitando su mirada.

— Entiendo. — Su voz era suave, pero había una preocupación subyacente.

Me di cuenta de que no podía seguir así. Tenía que enfrentar mis sentimientos, pero la incertidumbre me detenía. ¿Podríamos volver a lo que éramos antes?

— ¿Te gustaría dar un paseo? — Sugirió Mauro, rompiendo la tensión.

— Claro, eso suena bien — Respondí, sintiendo que quizás un poco de aire fresco nos ayudaría a ambos.

Mientras caminábamos, el paisaje suizo nos rodeaba, y aunque la belleza era deslumbrante, mi mente seguía atrapada en lo que había sucedido entre nosotros. ¿Cómo podríamos encontrar un camino de regreso?