Prólogo [Sueños]

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Este lugar me parece familiar, sé muy bien que he estado aquí antes... lo sé. Sin embargo todo se ve demasiado borroso y las calles parecen estar desiertas. Sólo sigo caminando sin saber porqué, e intentando recordar donde estoy...

No sé en que momento me he distraído, pero ahora me encuentro en otro lugar, y nuevamente sé que he estado aquí antes. Veo algunos arbustos, una capilla dentro de un pequeño parque rodeado por rejas de acero. Y Nuevamente vuelvo a perderme por un instante, esto es enfermizo. No comprendo que demonios pasa; y de pronto estás ahí, sentada en el pasto. Pero... ¿quién es él? ¡Maldición! ¿Por qué te está tomando de la mano? ¿Por qué te abraza de esa manera? ¿Y por qué tú le sonríes así, como me sonríes a mí? La ira empieza a nublar mi mente, y a apoderarse de mí. Sé que he visto a ese mal nacido en alguna parte, creo que en una foto que colgaste recientemente en la red... ¡o que sé yo! ¡Qué importa de todos modos!

De pronto las calles dejan de estar desiertas, y la gente empieza a circular por aquel lugar, apareciendo gradualmente mientras se acercan a mí, y desapareciendo ante mis ojos, mientras se alejan.

Ahora te está besando, y tú le dejas. ¿Acaso no notas mi presencia? De pronto ya no están solo ustedes dos, si no que ahora son un grupo más numeroso, por lo menos unos cinco. Y él te sigue besando y abrazando. Y tú sigues riendo, como burlandote de mí. No lo soporto más. Sólo me acerco, loco de ira, y agarro a golpes al mal nacido. Golpe tras golpe, mientras tú pides que pare; sin embargo no puedo oírte, sólo puedo leer el movimiento de tus labios; pero no me detengo.

El tipo ya está inconsciente, así que lo dejo a un lado, cual saco de mierda...

Ahora tú estas delante mío, supongo que reclamándome; y digo supongo, porque como ya dije, todos estamos mudos... ¿Pero qué tienes que reclamarme? Demonios, ¡tú te estabas besando con él!

Te tomo con fuerza por los hombros, gritándote y escupiendo palabras de odio, que antes fueron lágrimas de amor; pero no dices nada, sólo lloras... ¿Por qué lloras?

Yo sigo exigiendote respuestas, preguntando el porqué, pero sigues sin decir una palabra. De pronto, y sin razón alguna, te beso a la fuerza y con pasión, pero estás tan fría como un cadáver y no logro sentir nada.

La ira empieza a convertirse en confusión... y tú sólo sigues allí, absorta y muda, de rodillas junto a mí.

Me vuelvo a perder por otro instante, y como por arte de magia logro ver a Cepo mirándome con tristeza. Su mirada me hace recordar algo. Entonces vuelvo a fijarme en ti, pero lentamente empiezas a desaparecer... todo a mi alrededor comienza a desaparecer... Y empiezo a caer en un abismo oscuro, y sin fin.

De un salto, me siento sobre mi cama. Son las cinco de la mañana y estoy muy sudado...

Ahora recuerdo dos cosas:

Primero, en unas horas tengo un jodido viaje de trabajo.

Segundo, pues...

Dos Fugaces Universos ParalélosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora