Capitulo 1

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Abro mis ojos y de nuevo estoy aquí deseando estar en mi sueño, me levanto y miro el espejo, veo en el una niña despeinada, entre dormida, con una sonrisa a pesar de todo lo sucedido.

Mi nombre es .... aun no estoy segura, intentó recordar mi pasado desde el 12 de diciembre que desperté en el hospital Emanuel en el cual se encontraba una mujer alta, blanca y de Risos perfectos que le llegaban hasta la cintura, estaba llorando y cuando vio que abrí los ojos se acercó a mi.

- ¡hija! ¿cómo te sientes? ¿estas bien?- dijo la mujer entre lágrimas.

-¿hija? ¿dónde estoy?... ¿qué esta pasando?- dije desconcertada y con mucho miedo.

La mujer aún mas asustada que yo llamó urgente al doctor y de inmediato llego, se acercó a mi.

-Hola mucho gusto soy el doctor Morales y he sido quien te opero de cráneo abierto...- dijo él mientras yo lo miraba detalladamente, el doctor Morales, un hombre con una voz encantadora, gruesa, unos ojos grandes verdes, era imposible no ponerle cuidado.

- Me duele la cabeza... quiero irme de aquí- dije yo deseando no estar mas allí sin saber el por qué.

-Debes descansar- dijo el doctor sacando a mi madre.

- Adiós hija... que descanses... te amo- dijo mi madre.

- No te vallas tengo mas preguntas- dije yo preocupada al no saber nada.

Aquella noche no dormí nada, estaba asustada, me sentía sola y atrapada entre mi propia mente, quería salir corriendo, escapar de todo, ser quien pensaba que era, NADIE.

Nisiquiera sabía mi nombre, me dejaron con la palabra en la boca.

Mientras estuve en el hospital me sentía observada y no me refiero a un doctor o alguna enfermera, era algo extraño, fuera de lo común, pero aún así aquella cosa me protegía.

Por otro lado, me agradaba la habitación en la que estaba, era totalmente blanca, con una luz que entraba desde la ventana, una ventana grande, color marrón, la cual dejaba ver un árbol grande con ramas fuertes, sus hojas tenían un color verde claro, sus hojas... Creó que era lo que más me gustaba, unas eran grandes, otras pequeñas, unas más verdes que otras, simplemente ninguna era igual, cada una era hermosa a su manera.

En mi habitación además de mi camilla, también había otra que estuvo vacía hasta la semana siguiente de encontrarme en el hospital, la joven que me acompañó tuvo un accidente parecido al mío, estaba de fiesta con unos amigos de la universidad, era viernes, un día usual para perder el control. Ellos decidieron hacer una carrera de motos, fue su peor idea, la joven iba acompañada por su novio, ella era amante a la velocidad. Cuando empezó la carrera todo iba bien, pero tiempo después su novio empezó a sentirse mareado de tanto alcohol que había ingerido, combinó drogas y alcohol, se empezó a balancear en la moto, la joven llamada Cristin perdió el control y chocó contra la otra moto, y los dos pasajeros murieron, Cristin quito la moto de encima de ella y al voltear su rostro encontró a su novio en el suelo, se estaba desangrando y se ahogó en su propio vómito. Fue triste su historia, me lo contó con lágrimas en los ojos. Lo único que sentía era odio por él, su novio, deseaba nunca haberlo conocido perdió muchas cosas por él y ahora perdió sus piernas. Cómo no sentir odio a pesar de que hubiese muerto.

Una noche, me desperté a gritos, eran de Cristin.

- ¡maldito! Vete a la mierda, ¡vete! No quiero verte jamás- Dijo Cristin, con la voz entre cortada, con rabia y rencor.

- ¿Qué pasa? Cristin...- Dije yo viéndola gritar a la pared, no supe que hacer, pensé que se estaba volviendo loca después de todo.

- ¡Que no te quiero ver! ¿No entiendes?... Me has arruinado la vida- Cristin siguió gritando a la pared.

Tuve mucho miedo esa noche, me dormí entre sus gritos, sólo pensaba en que de pronto cerraría los ojos y al abrirlos ya sería de día, y ella dejaría de gritar.

Al día siguiente al despertarme, de inmediato gire a ver Cristin, ya no estaba allí, no supe que había ocurrido, después la enfermera me contó lo sucedido.

- ¿Tienes el sueño pesado no?- pregunto ella, algo sarcástica.

- Eh... ¿No?- dije yo desconcertada.

- Si eso se nota, Cristin estuvo gritando toda la noche hasta que llegaron las enfermeras, se la llevaron, y me pidió el favor de que te diera esto.

La enfermera me entrego una carta arrugada, con dos simples palabras.

- Es él.

- Realmente no se que significa... Definitivamente estaba loca- respondió la enfermera con frialdad.-¡A! Y además ya te darán salida esté lunes después de los últimos exámenes.

Moví la cabeza para afirmar que la seguía escuchando pero, en realidad sólo seguí pensado en Cristin y de quien era "él".

Mi gran recuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora